Diccionario de Psicología, letra F, Función paterna

Diccionario de Psicología, letra F, Función paterna

Definición: Se sitúa a la función paterna constituyéndose como presentificación y representación de la ley en la familia. Desde el punto de vista de la trama vincular se desglosan cuatro enunciados para la prohibición; una referida a la alianza en relación a la familia de origen, dos refieren al vínculo filial y la cuarta es una auto prohibición. Así queda asociada a la normatización de los espacios (íntimo-privado-público) y de la sexuación en cuanto a la elaboración vincular del intercambio. En este último sentido se describen modalidades diferentes en su ejercicio: renuncia y cesión. Definirla como función implica enfatizar el requerimiento de encarnadura. Para que la ley haga marca eficaz no basta con su mero enunciado, sino también de un acto de separación. A ello aún hay que agregar que se trata de un saber partir en relación al trabajo implicado en el registro de la operatoria y la modelización de la marca pertinente a cada contexto vincular. Esta relación con la relativización del saber permite asociar la función paterna con el registro de diferencias entre tener, saber, el conocer y el pertenecer. La función se sitúa entre un ideal y una encarnadura posible, siempre fallida. Precisamente, por lo fallido del vínculo es por donde el hijo encuentra un nuevo lugar para hacer un camino, el suyo. Pensamos siempre la función paterna como operatoria de marca, separación, relativización contextual, subjetivación. Precisando, la función paterna instituye subjetividad anudándola a la cultura,

Origen e historia del término

El tema del lugar del padre ha sido tratado de un modo extenso y peculiar por cada una de las perspectivas teóricas psicoanalíticas. Desde una perspectiva freudiana, le otorga un lugar necesario central en la formulación del complejo de Edipo. Puede rastrearse a través de toda su obra. Sin embargo, especialmente queda reflejado el lugar central que le otorga en Tótem y Tabú. Uno de los tres los relatos míticos en que se apoya el psicoanálisis. Dos de origen griego -Narciso y Edipo-, y el tercero enunciado por él mismo. Las vicisitudes de la relación del padre de la horda con sus hijos y mujeres, su asesinato y el pacto fraterno es retomado luego en tanto relato mítico por Lacan en relación a una lógica subyacente a la sexuación. Desde los desarrollos en psicoanálisis vincular la hipótesis de una Estructura Familiar Inconsciente constituía un modelo teórico que permitía una nueva y rica lectura de los vínculos familiares. Esta hipótesis facilitaba visualizar a la familia de origen materno como referente casi obligado de las distintas vicisitudes familiares, El papel del representante materno (padre o hermano maternos preferentemente), como una transformación desde la antropología estructural, era el que marcaba el destino de la nueva alianza. La investigación sobre el tema comenzó con un interrogante en la teoría entonces vigente: la clínica nos planteaba nuevos problemas. Desde lo transferencial y desde el lugar del analista surgía la necesidad de una ampliación en relación al lugar del padre, no solo en la cesión de la hija sino en la constitución de la alianza y sus destinos.

Desarrollo desde la perspectiva vincular

Con la perspectiva vincular se crea una diferencia en la teorización acerca de la función paterna. El padre no es simplemente un término de un discurso, una representación, sino que se nos presenta allí, con la complejización implicada con esa presencia: denominación y encarnadura En una primera elaboración a partir de situar la función paterna como representante de la prohibición en la familia se centra en la especifidad del vínculo paterno-filial, en relación a la posesividad, describiéndolo como configuraciones vinculares distintas: retención-devenir. La primera toma como ejemplo paradigmático la relación Schreber padre-hijo. La segunda el devenir, padre en tanto este devenir opera en la relativización contextual (saber partir). Queda así asociada la función paterna a la normatización de la sexuación en cuanto a la especificidad vincular del intercambio (renuncia y cesión). En este trabajo se anticipa el valor de encarnadura de la función no como meramente simbólico sino produciendo efectos diferenciales en la clínica vincular, de acuerdo a quién en la familia la ejerza, quién la encarne, A partir de la inclusión de la noción de deuda en una metapsicología vincular (ver Deuda) se complejiza el concepto pensándolo como función siempre fallida con una tensión entre un ideal y una encarnadura posible. En este sentido siempre fallida. Precisamente, por lo fallido del vínculo es por donde el hijo encuentra un nuevo lugar para hacer un camino, el suyo. Para el psicoanálisis clásico la casa como espacio es pensada predominantemente en relación al cuerpo materno. Desde la perspectiva vincular se complejiza la cuestión en relación a la normatización de los espacios (íntimo, privado y público). A esa modalidad configuraste del trabajo vincular se la denominó Casa Paterna. La noción de Casa Paterna remite a una raíz tronco identidad, a emblemas que atraviesan el hogar insertándolo en la cultura y haciendo significante la cultura para el adentro, a partir de una raíz histórica que los atraviesa, que se entretejen y codeterminan, complejizándose el nivel de sostén, afecto y palabra. Como espacio intermediario es una instancia particular. En este espacio lo publico se metaboliza, de tal manera que la resignificación habilita a la circulación en el afuera, es una instancia de articulación de las diferencias, un lugar de transformación, de simbolización. Se trata de la adquisición de un saber, marca, en presencia, resultado de haber atravesado un entramado que haga verosímil la pulsión, un entramado de la ley que de un lugar y una significación para el sexo y la muerte. Es decir, se trata de un espacio intermediario, de metabolización, de transformación, de elaboración simbolizante, de ligadura de lo pulsional, de modo de habilitar a la circulación en el afuera. En una posterior elaboración sobre este concepto se parte de la siguiente cuestión: Así como la maternidad se asocia con uno de los términos de la ecuación pecho – heces – niño – dinero; ¿por qué se hace padre un hombre? Si el orden simbólico constituye un universo en el cual todo lo que es humano es ordenado: ¿Cuál es la posible ubicación de la función paterna entre el orden simbólico y una familia singular? Convergentemente con Piera Aulagnier enfatizamos un doble deseo de muerte (del hijo hacia su padre y de éste en posición de hijo hacia su propio padre) solamente tramitable, reprimible eficazmente cuando se establece una conexión simbólica entre muerte y sucesión y transmisión de la ley y aceptación de la muerte. Lo que ofrece el padre a través de su ley, es un derecho de herencia para que se los legue a otro hijo. El asesinato mítico inaugura en un solo acto alianza, muerte y sucesión. Para que haya sucesión hace falta un recorrido desde el deseo de muerte del padre hacia la aceptación de la propia muerte. Este trabajo enfatiza el requerimiento de encarnadura en la definición de función. Para que esa ley haga marca eficaz, no basta con su mera enunciación, sino también de un acto de separación En cuanto significante, la muerte es ausencia, falta. El saber es concebido como algo siempre incompleto. Como un acceso siempre posible a una pregunta, una apertura a nuevas significaciones. Esta relación con la relativización del saber permite asociar la función paterna con el registro de diferencias entre el tener, el saber, el conocer y el pertenecer.

Problemáticas conexas – Trabajar sobre este término requirió hacer precisiones terminológicas. Una es la diferenciación entre lugar, función y posición paterna. La tendencia fue la de reservar el término lugar, como lugar virtual, simbólico, aún no encamado. Función agrega la encarnadura del lugar. La Posición , alude a la particular escena vincular en que la función se realiza. – Hay argumentos desde el imaginario social actual, que tienden a relativizar el valor del adjetivo «paterno» para la función descripta (adopciones por parejas homosexuales, o por un solo progenitor; técnicas de fertilización asistida, etc.). En la misma línea, también hay estudios históricos que profundizaron la relativización de la relación entre cuerpo biológico y los modos de constitución subjetiva. Un camino sería el de una propuesta de denominación para la función en un nivel más abstracto (función de corte, marca, separación … ). Otro argumentos llevarían a conservarla. Aún cuando complejizado con las posibilidades que da la ciencia actual, aún entre otras, la díada padre – madre, como términos del universo simbólico, seguirán presentes, desde lo transubjetivo, en tanto humanos ya habitados por esa triada de mitos que argumentan las operaciones básicas de la constitución subjetiva Narciso, Edipo, y el del asesinato del Padre Primordial. Ninguna elaboración puede prescindir de este nivel argumental. De modo que, siendo congruentes con la clínica vincular, la operatoria con cada familia implicará el trabajo sobre las relaciones entre lugar simbólico, función y posición en relación a la denominación «paterna». – Desarrollos posteriores llevaron a asociar esta función en relación al despliegue u obturación del vínculo fraterno en tanto constructividad. – Una precisión realizada últimamente, llevó a trabajar aquella primera enunciación según la cual la función paterna, a través de la encarnadura de la prohibición, constituiría el polo de los intereses de la tribu (exogámicos) frente a los intra-familiares (endogámicos). Enunciado así, podría interpretarse que está concebida «adaptativamente». También puede haber una alienación en particulares intereses que vienen de lo transubjetivo, lo que implicaría una muerte subjetiva. Función paterna implica siempre una operatoria de separación, relativización contextal, subjetivación. Precisando, la función paterna instituye subjetividad anudándola a la cultura.