Diccionario de Psicología, letra G, Grupo analítico de reflexión

Desarrollo desde la perspectiva vinvular En un Grupo de Reflexión no hay un tema prefijado. El tema lo va construyendo el grupo mismo. La ausencia de una situación estructurada se constituirá en el motor a través del cual el grupo se irá creando a sí mismo. Sus integrantes son sujetos y objetos de la experiencia de estar insertos en una configuración vincular y esto les permite captar las vicisitudes por las que atraviesa la pertenencia a un grupo. El encuadre da lugar a un espacio poco definido que promueve la regresión. Las distintas intervenciones del coordinador desde su función interpretante, dan lugar a un análisis del desarrollo grupal y a la elaboración de las tensiones que resultan del agrupamiento. Es decir que el coordinador centra su interpretación en los dinamismos vinculares que se desarrollan en el grupo. Si en algún momento surgen elementos de la historia personal, éstos serán entendidos a la luz de lo que está sucediendo en el grupo. Esto implica que no hay temas que resulten no pertinentes, para este instrumento. El objetivo-tarea del Grupo de Reflexión es aprehender el funcionamiento vincular. Es inherente a estas situaciones la movilización de fantasías relacionadas con la construcción y reconstrucción de la propia identidad. Se inscriben así fantasías vinculadas con los orígenes. La articulación de los polos de fusión y discriminación que se pone en juego en la pertenencia institucional muestra un despliegue de la fantasmática originaria que, al presentar un carácter universal (ver «Fantasías Originarias»), se constituye fácilmente en un organizador grupal. L. Edelman y D. Kordon diferencian distintos tipos de Grupos de Reflexión: -Grupos cuyos miembros comparten una tarea en un ámbito físico o institucional formalizado. -Grupos cuyos miembros comparten una problemática determinada. -Grupos cuyos miembros comparten una problemática y abordan una tarea común en función de ella, habitualmente a partir de una crisis social. -Grupos que permiten el entrenamiento e investigación de la grupalidad en sí misma (grupos de formación). En la constitución de un Grupo Analítico de Reflexión confluyen la demanda de los participantes y el deseo del coordinador. En la demanda de los participantes podemos detectar, más allá del objetivo consciente que los reúne, una demanda de reconocimiento de un lugar en el grupo, (el «contrato narcisista», en Piera Aulagnier) y al mismo tiempo los conflictos frente a las exigencias que implica la vincularidad. El coordinador, a través de su deseo, es instituyente del grupo. Ocupará un lugar peculiar, distinto, según pertenezca a la Institución o sea externo a la misma, lugar que también deberá ser objeto de análisis. El Grupo Analítico de Reflexión ofrece la posibilidad de observar el interjuego de los dinamismos tanto en lo que hace al dispositivo analítico en sí como al lugar que ocupa ese grupo en el contexto y en el imaginario de la institución o comunidad en donde está inscripto. La pertenencia a un sistema social, a través de las instituciones que lo conforman, estructurantes pero también a veces alienantes, implica necesariamente un cierto grado de renuncia, un borramiento de una parte de sí mismo. Se manifiesta una tendencia a buscar un ilusorio estado a-conflictivo. En ciertos casos, este «borramiento» resulta excesivo, en tanto se pierde la capacidad no sólo de sostener las propias ideas, sino hasta de reconocer o registrar ciertas situaciones de malestar. La sensación de malestar puede volverse un ingrediente «natural» de la tarea, y deja de ser registrada como tal, como modo de negar conflictos en una pertenencia que a veces resulta imprescindible sostener. Esto tiene que ver con la identidad de pertenencia. En efecto, en las instituciones quedan depositados los aspectos más indiferenciados de sus integrantes, a modo de un encuadre mudo que irrumpe en situaciones de crisis. Sin embargo, las cuestiones vinculadas a la pertenencia grupal e institucional pueden trabajarse antes de que surjan situaciones catastróficas. En ese sentido, el Grupo de Reflexión es un dispositivo especialmente indicado para el trabajo analítico en los grupos inscriptos en forma relativamente estable en una institución, donde las vicisitudes de la pertenencia revisten una especial importancia (grupos de formación, equipos que comparten una actividad o un trabajo en las más variadas instituciones). La posibilidad de que lo implícito institucional se vuelva explícito en el grupo, puede dar lugar a la resignificación de situaciones conflictivas «naturalizadas» al servicio de no alterar la pertenencia. Esto constituye una verdadera «puesta en crisis», una «desnaturalización», que lleva a trabajar el entrecruzamiento de los distintos planos de la trama institucional que se juegan en la pertenencia a un grupo. Puede tener el efecto de cese de una continuidad nociva, alienada, poniendo en juego la posibilidad de un resquicio, de una interrogación. A su vez, da lugar a la recuperación en el espacio simbólico de los elementos no simbolizados o desimbolizados que se encuentran sumergidos o enquistados. Estos «restos» no metabolizados, si quedan enquistados pueden resultar «tóxicos» y actuar como elementos potencialmente destructivos. Pero su toxicidad no depende de su contenido sino justamente del hecho de quedar escindidos» (Roussillon). El Grupo Analítico de Reflexión permite revisar los efectos de una pertenencia grupal e institucional a veces cercana al polo de la alienación, enfrentando ese cambio dentro de un marco de contención representado por el grupo. Este puede constituirse entonces en una red de sostén virtual que dará lugar a una pertenencia más autónoma, a modo de un efecto aparentemente paradójico ligante-desligante: sentirse perteneciente para poder individualizarse.

Efectos positivos de la pertenencia Esta red de sostén virtual implica no necesitar tener el grupo siempre presente para sentirse perteneciente a él. Es una modalidad de pertenencia que da lugar al surgimiento y la aceptación de diferencias, pero que también favorece el reconocimiento de los vínculos y su carácter permanentemente estructurante. En la Formación en Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, el Grupo de Reflexión da lugar al trabajo con la subjetividad del analista y le permite captar las vicisitudes de estar inserto en una de ellas: el grupo. «…el objetivo formativo de los métodos de grupo es una meta individual para una mejor realización de las propias potencialidades» (D. Anzieu). El trabajo con Grupos de Reflexión en las Instituciones, favorece el despliegue de la potencialidad vincular y el sostenimiento de un lugar subjetivo para sus integrantes.