Diccionario de Psicología, letra H, Humor

Diccionario de Psicología, letra H, Humor

La tradición en la que se ejerció con exclusividad el comentario freudiano sobre humor, y que en consecuencia, en cierto sentido, marca su campo de aplicación, se puede conocer cotejando las abundantes referencias proporcionadas bajo el título general de lo cómico por el Wörterbuch der philosophische Begriffe de Rudolf Eissler (2a. edición, 1904). Este repertorio subraya la contribución a la elaboración del concepto de humor realizada por dos docenas de autores, la mayor parte de lengua alemana, así como dos textos de Freud, entre los cuales él señaló claramente la progresión que se había producido: «En mi libro sobre el chiste -escribió en un artículo consagrado al humo y publicado en Imago en 1928-, en realidad sólo abordé el humor desde el punto de vista económico. Trataba de descubrir la fuente del placer que nos procura el humor, y creo haber demostrado que la ganancia de placer debida al humor deriva del ahorro de un gasto afectivo». Sin volver sobre los pocos párrafos del «Iibro sobre el chiste» (El chiste y su relación con lo inconsciente) que se refieren al goce humorístico, caracterizado por el ahorro energético de la evitación de ciertos rodeos, la novedad del artículo de 1928 se transparenta sin esfuerzo a través del texto. «El humor tiene no sólo algo de liberador, como la agudeza y lo cómico, sino además algo de sublime y patético, rasgos que no se encuentran en esos otros dos modos de ganancia de placer derivada de una actividad intelectual.» «Lo sublime se relaciona con el triunfo del narcisismo, con la invulnerabilidad del yo que se afirma victoriosa. El yo rehúsa sentir las afrentas que le ocasiona la realidad, se niega a admitir que los traumas del mundo exterior pueden alcanzarlo; más aún, demuestra que ellos pueden incluso serle ocasión de ganancia de placer.» Se ve entonces «en qué consiste la actitud humorística, por la cual uno se niega al dolor, proclama la indoblegabilidad del yo por el mundo real, y afirma victoriosamente el principio de placer, todo ello sin abandonar el terreno de la salud psíquica, contrariamente a lo que ocurre en los otros procesos que tienen un mismo objetivo. Estas dos actitudes parecen en efecto inconciliables entre sí». En tanto que medio de defensa contra el dolor, el humor ocupará entonces su lugar «en la gran serie de métodos que la vida psíquica del hombre ha construido para sustraerse a la coacción del dolor, serie que se abre con la neurosis y la locura y abarca también la ebriedad, el repliegue sobre sí mismo y el éxtasis». En síntesis, esta interpretación del humor aprovecha la mutación inaugurada en 1914, desde muchos puntos de vista, por la teorización del narcisismo propuesta en el desarrollo de la segunda tópica, que sistematiza la relación entre el yo y el superyó.