Diccionario de Psicología, letra I, Ideología

Diccionario de Psicología, letra I, Ideología

Definición Lo ideológico puede ser abordado como discursividad cultural a la vez que como posicionamiento subjetivo; en este sentido constituye un punto de intersección nodular entre lo intrasubjetivo, lo intersubjetivo y lo transubjetivo. En tanto discursividad cultural designa la relación entre el discurso y sus condiciones sociales de producción; relación que se construye en el plano de la enunciación. Como posicionamiento subjetivo, remite al plano de la falta en relación al saber; es decir, a la función de la castración en el interjuego vincular y social.

Origen e historia del término

El término ideología fue acuñado por Destutt de Tracy hacia finales del siglo XVIII. Referido al terreno de las ideas en general, fue retomado a posteriori por Marx, y pasó a ocupar un lugar conceptual preponderante dentro de la perspectiva del materialismo histórico. Como es sabido, en la teoría marxista toda formación social comprende dos niveles o instancias: la infraestructura o base económica —constituida por la unidad de las fuerzas productivas y las relaciones de producción- y la superestructura, que incluye a su vez dos niveles: el jurídico-político y el ideológico. La función de la ideología asegura la reproducción de las relaciones de producción, siendo por ende imprescindible para la continuidad de cualquier formación social. Inserta en el seno de la lucha de clases, la ideología constituye una instancia que, al asegurar la cohesión e integración de la subjetividad a la estructura social, se anuda a los intereses de la clase dominante. Louis Althusser profundizó algunas de estas cuestiones. Definió a la ideología como instrumento de un Estado al servicio de los intereses de la clase dominante, y se refirió en particular a los que denominó Aparatos Ideológicos de Estado, cuya función consistiría en asegurar la reproducción de las relaciones de producción sin que fuera para ello necesario el empleo de la violencia manifiesta. Ejemplos de Aparatos Ideológicos de Estado serían la Iglesia , la familia o la escuela; ésta última constituiría para Althusser el Aparato Ideológico de Estado por excelencia en las formaciones capitalistas maduras. La ideología propendería a que los sujetos «marchen solos», viviendo su condición histórica como propia de un orden natural. Es en este sentido que Althusser definió a la ideología como 1a representación de la relación imaginaria de los individuos con sus condiciones reales de existencia», entendiendo que dicha relación no se agotaría en el reino puro de las ideas sino que poseería una existencia material a través de las diversas prácticas sociales. La perspectiva althusseriana de la ideología ha sido objeto de discusión por parte de distintos autores; entre ellos, por Rancière y, en nuestro medio, por Emilio de Ipola; quien ha sostenido que las concepciones de la ideología como representación imaginaria podrían derivar en la antigua concepción de la ideología como representación «falsa» o deformante, opuesta a un «real» verdadero.

Desarrollo desde la perspectiva vincular

Pese a la indudable impregnación marxista del término, la ideología ha sido abordada desde otras vertientes teóricas. Entre otras, desde el psicoanálisis. Recordemos que Freud en las «Nuevas Conferencias» sitúa la temática de la ideología en estrecha conexión con el Superyó; al plantear que el Superyó del niño se edifica según el Superyó de sus padres, deviniendo así instancia portadora de la tradición. Por otra parte, «El Porvenir de una Ilusión» puede ser tal vez considerado un texto preliminar, capital para una aproximación psicoanalítica a la cuestión de la ideología. Si bien en el mismo Freud no se refiere de modo explícito a lo ideológico, sus reflexiones sobre el anclaje subjetivo de las creencias religiosas nos aportan una vía regia para la comprensión del modo en que el plano de las representaciones sociales hunde sus raíces en el Inconsciente y en la configuración deseante. A la vez, al articular la ilusión religiosa a la añoranza de un Padre Todopoderoso, Freud nos remite al rol preponderante del vínculo primordial en la génesis de la constitución subjetiva y en el futuro posicionamiento del sujeto. De este modo, una lectura atenta del escrito freudiano, nos permite articular el plano intrasubjetivo deseante y la dimensión vincular histórica a las modalidades del lazo social, en una cuestión tan central como lo es la de las creencias religiosas y -agregaríamos hoy- las creencias ideológicas. Por su parte, René Kaës ha desarrollado exhaustivamente la problemática de la ideología desde una perspectiva psicoanalítica que incluyera la dimensión vincular. El autor se ha referido al sujeto de la ideología, en particular a lo que denominó «posición ideológica», a la que definió como coextensiva al lazo social y caracterizó por una triple sujeción: a la idea, al ideal y al ídolo. Dicha sujeción remite, para Kaës, a la problemática de la idealización y opera como realización de un anhelo narcisista que, en su ejecución, pretende reasegurar contra la amenaza de pérdida, y frente a lo abierto e inacabado. La ideología se define, por lo tanto, como espíritu suturante, fundado sobre la denegación de la falta; constituyéndose (a semejanza de las teorías sexuales infantiles) como un contra-saber o un «pensar incestuoso» que elude el saber sobre la falta. En tanto denegación de la diferencia, de la castración y de la muerte, la ideología puede ser considerada una formación narcisista ahistórica. Kaës, de todos modos, distingue dos tipos de ideologías: aquéllas que provienen de aspectos arcaicos del Superyó y se ligan a las vertientes narcisísticas y absolutas del Yo Ideal, y aquellas otras, más relativas y abiertas, articuladas a la posibilidad simbolizante propia del Ideal del Yo. La primera de ellas constituye un dispositivo anti-crisis-, que a la vez, al propender al cierre, puede devenir con facilidad en «ideología de guerra». Ambas posiciones son coextensivas a la grupalidad: la posición ideológica asegura, a partir del cierre del discurso la clausura de los intercambios intersubjetivos; la aceptación de lo abierto se liga, en cambio, a lo que Kaës define como posición mitopoyética, la que admite la polisemia discursiva y la apertura creadora. Ciertos grupos se establecen sobre una u otra de estas posiciones, en tanto la mayoría se constituye sobre la alternancia entre ambas. Desde otra perspectiva teórica, Eliseo Verán ha conceptualizado lo ideológico a partir de la semiosis social. El autor utiliza el concepto de «dimensión ideológica» de un discurso para designar la relación entre el discurso y sus condiciones sociales de producción; relación que se construye en el plano de la enunciación. Aún siendo lo ideológico una dimensión constitutiva de todo sistema social de producción de sentido, Verón se refiere en especial al «efecto ideológico» del discurso, al que considera inseparable del postulado del discurso absoluto. Constituído por desconocimiento de la red interdiscursiva, y ligado a la ilusión del sujeto como fuente del sentido, el efecto ideológico es, para el autor, la condición de producción de la creencia. Apoyados en las teorizaciones provenientes del psicoanálisis y de otras vertientes teóricas –entre ellas, las aludidas conceptualizaciones provenientes de la semiosis social- podemos establecer algunas articulaciones preliminares a partir de la perspectiva del Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares. En tal sentido, el plano de lo ideológico puede ser considerado un punto de intersección nodular entre lo intrasubjetivo, lo intersubjetivo y lo transubjetivo. Lo cual implica ubicar lo ideológico como discursividad cultural a la vez que como posicionamiento subjetivo. Ambas vertientes, necesarias para una conceptualización de lo ideológico, se articulan en forma indisociable. Siendo soporte necesario del lazo social y sostén irreductible de la subjetividad, cuando el efecto ideológico es pregnante en tanto modalidad de la enunciación, el discurso se presenta como autoevidente, naturalizando sus enunciados y ocultando su genealogía. Por ende, podríamos sostener que el posicionamiento en la enunciación que le es propio, se encuentra entonces referido, sobre todo, al plano de la falta en relación al saber. Es en este punto que la dimensión ideológica del discurso puede ser articulada con un posicionamiento subjetivo tendiente a desestimar la castración. Si Freud anidaba su concepción de las representaciones religiosas en la ilusión que brindaría la creencia en la existencia de un Padre no castrado, hoy podríamos proponer que la dimensión ideológica porta idéntica ilusión. Por otra parte, otras aproximaciones a partir del psicoanálisis nos permiten sugerir que la absolutización que subyace a la propuesta ideológica no es ajena a una economía del goce, ligada a la vertiente mortífera del narcisismo. Freud, en «El Malestar en la Cultura » denominó «sentimiento oceánico» a ese anhelo ilimitado de «Ser -Uno-con-el-Todo». Si bien el hecho mismo de la palabra invalida la posibilidad de este goce ilimitado, puede considerarse que, en tanto el discurso siempre es conflicto, la dimensión ideológica es aquella vertiente discursiva en que este goce, tan imposible como eficaz, intenta hacerse oír. Es así que la creencia ideológica, anulando la diferencia y la singularidad, proporciona goce; y es, en última instancia, creencia en la ausencia de castración. Las consideraciones acerca de lo ideológico nos conciernen como psicoanalistas, tanto en nuestro trabajo teórico como a nivel de la clínica individual y multipersonal. No se trata, como hemos visto, de una problemática ligada a determinados «contenidos ideológicos» que el analista pudiera interpretar o, peor aún, confrontar, La perspectiva de lo ideológico en términos de posición subjetiva presente en la enunciación permite al analista intervenir en ese plano, a nivel del las creencias certeras y por ende de la función suturante y defensiva de las mismas en la economía psíquica de los sujetos y de los vínculos. Estas consideraciones nos llevan, a la vez, a interrogar, en este sentido, nuestro propio posicionamiento como analistas. Una vertiente -tal vez poco indagada- de la resistencia del analista, se halla ligada a sus propias adhesiones a discursos ideológicos, sean éstos sociales, teóricos o institucionales, Resistencia que, al operar, se enlaza a una posición que clausura la especificidad de cada momento clínico, pudiendo transformar la escucha en confirmación y la interrogación en creencia. Es allí que la interpretación puede devenir en violencia interpretativa. Nuestra ética como psicoanalistas se liga, desde esta perspectiva, a la renuncia -siempre inacabada- al goce de lo ideológico jugado en la relación transferencial.

Problemáticas conexas

La consideración de la problemática ideológica nos permite a la vez ampliar la elucidación de fenómenos tales como el de la alienación, modalidad vincular y social de anulación del pensar, basada en una idealización que desestima tanto la duda como la diferencia. En nuestra tarea con grupos, con parejas o con familias, nos encontramos a menudo con situaciones alienantes, revestidas con el ropaje de verdaderas convicciones ideológicas. Su interrogación y deconstrucción, a partir de su raigambre subjetiva y vincular, permiten al Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares intervenciones eficaces en un terreno que parecía otrora situado más allá de las fronteras del psicoanálisis.