Diccionario de Psicología, letra I, Inhibición, síntoma y angustia

Diccionario de Psicología, letra I, Inhibición, síntoma y angustia

Diccionario de Psicología, letra I, Inhibición, síntoma y angustia

Obra de Sigmund Freud publicada en alemán en 1926 con el título de Hemmung, Symptom und Angst. Traducida al frances por primera vez en 1951 por Paul Jury (1878-1953) y Ernest Fraenkel con el titulo de Inhibition, symptôme et angoisse, en 1965 por Michel Tort, sin cambio de título, y en 1992 por Joél Doron y Roland Doron sin cambio de título. Traducida al inglés en 1927 por L. Pierce Clark (y otros), con el título de Inhibition, Symptom and Anxiety, en 1935 por H. A. Bunker, con el título The Problem of Anxiety, y en 1936 por Alix Strachey con el título de Inhibitions, Symptoms and Anxiety. Esta última traducción fue retomada con modificaciones por James Strachey en 1959. En esta obra sin una verdadera unidad, y compuesta por reflexiones clínicas sobre diversos sujetos, Freud aborda en primer término la cuestión de la inhibición y el síntoma. Algunas observaciones, en particular sobre las inhibiciones alimentarias (bulimia, anorexia), fueron objeto de desarrollos considerables por los discípulos de Freud de todas las tendencias. En medicina, el síntoma es un trastorno que remite a un estado mórbido; en cuanto a la inhibición, se la define en general como una limitación de la actividad emocional o fisiológica. Freud no se distancia de estas concepciones, pero las adapta a su doctrina. Define la inhibición como una limitación normal de la función del yo, y el síntoma como una manifestación (o un signo) de la modificación patológica de esas mismas funciones. El síntoma puede estar o no vinculado a una inhibición, y en general es el sustituto de una satisfacción pulsional que no se ha producido: lo mismo que el sueño y el acto fallido, constituye una formación de compromiso entre las representaciones reprimidas y las instancias represoras. Adopta formas particulares según el tipo de patología: conversión en la histeria, desplazamiento sobre un objeto externo en la fobia. Freud distingue cinco funciones sujetas a inhibiciones: la función sexual, la alimentación, la locomoción, el trabajo social y las inhibiciones especializadas. La inhibición sexual masculina toma cuatro formas: impotencia psíquica, falta de erección, eyaculación precoz, falta de eyaculación. La inhibición sexual femenina se da esencialmente en la histeria (como la inhibición de la marcha). La inhibición en el trabajo remite tanto a la histeria como a la neurosis obsesiva. Freud examina a continuación la perturbación de la función alimentaria; la caracterizan la inapetencia (anorexia) y, por otro lado, la intensificación del apetito (bulimia): «La compulsión a comer es motivada por la angustia de inanición; no obstante, esta cuestión ha sido poco estudiada. Conocemos el síntoma del vómito como defensa histérica contra la alimentación. El rechazo a la comida que se desprende de la angustia pertenece a los estados psicóticos (delirios de envenenarniento).» La mayor parte de la obra está dedicada a la teoría de la angustia. Freud responde sobre todo a las tesis desarrolladas por Otto Rank en El trauma del nacimiento. En lo que se denomina su primera teoría de la angustia (1896-1907), Freud asocia la génesis de la angustia con un coito insatisfactorio. Como lo señalan Jean Laplanche y Jean-Bertrand Pontalis, la angustia sería entonces Ia manifestación del hecho de que una cantidad de energía no es dominada. En 1908, en su prefacio al libro de Wilhelm Stekel Los estados nerviosos de angustia y su tratamiento, Freud cambia de opinión, y relaciona la angustia con los fantasmas uterinos. Al año siguiente, en una nota agregada a La interpretación de los sueños, considera que el nacimiento es el prototipo del afecto angustia. Ésta es la idea que retoma Rank en 1924, haciendo del nacimiento un verdadero trauma. De la intensidad del trauma, y por lo tanto de la cantidad de angustia emergente en esa situación primordial, derivaría según él la evolución del sujeto hacia la normalidad o la patología. En 1924, la discusión en torno al tema del trauma real reactivó el debate sobre la teoría de la seducción: ¿se debía entender que las neurosis y las psicosis eran generadas por choques realmente padecidos (abusos sexuales, violencias diversas, traumas de guerra, etcétera) o, por el contrario, había que sostener que los traumas estaban ligados a cuestiones psíquicas? Freud tomó posición con respecto a Rank creando tres términos: 1) la angustia ante un peligro real (Realangst); 2) la angustia automática (automatische Angst); 3) la señal de angustia (Angstsignal). En el primer caso, la angustia del sujeto se caracteriza por lo que la motiva, es decir, un peligro exterior cuya causa es la inmadurez biológica del hombre; en el segundo, la angustia es una reacción a una situación traumática de origen social, reacción mediante la cual el organismo se defiende espontáneamente; en el tercer caso, es la reproducción en forma atenuada de una situación traumática experimentada primitivamente. La señal de angustia es entonces un mecanismo puramente psíquico que funciona como símbolo mnémico que le permite al yo reaccionar mediante una defensa. Esta teoría lleva a tener en cuenta la realidad del trauma en el sentido rankiano, y a poner de manifiesto el valor paradigmático de la angustia ligada a la separación respecto de la madre. Permite también no atribuir al parto en sí mismo (la separación biológica) el valor de un trauma: «El hecho de que el hombre tenga en común con los otros mamíferos el proceso del nacimiento, mientras que posee el privilegio de una predisposición particular para la neurosis, no habla en favor de la doctrina de Rank. Pero la principal objeción es que esta doctrina planea en el aire, en lugar de basarse en una observación sólida. No disponemos de ningún buen estudio que establezca una relación incuestionable entre un nacimiento difícil y prolongado y el desarrollo de una neurosis.» Observemos que esta puesta a punto se había vuelto necesaria en 1926, en vista de que los psicoterapeutas norteamericanos habían tomado al pie de la letra las tesis de Rank, obligándolo por otra parte a él mismo a insistir en el aspecto «psicológico» del trauma: «Clarence Oberndorf, por ejemplo -escribe James Lieberman- cuestionó la teoría porque su propio nacimiento había sido particularmente traumático desde el punto de vista obstétrico: los fórceps le habían aplastado el cráneo, y durante meses osciló entre la vida y la muerte [ … ]. En consecuencia, aconsejo el seguimiento de los niños nacidos en un parto difícil, para realizar un estudio al respecto.» En 1932, en las Nuevas conferencias de introducción al psicoanálisis, Freud terminó por darle la razón a Rank, subrayando que éste había tenido el mérito de introducir el concepto de la separación primera respecto de la madre. Sean cuales fueren sus cualidades clínicas, Inhibición, síntoma y angustia es la obra más débil de Freud. Esto tiene que ver con su rechazo a vincular la cuestión de la angustia con los interrogantes de la filosofía moderna. En el prefacio, Freud introduce algunas afirmaciones muy generales acerca de la filosofía: «Soy hostil a la fabricación de visiones del mundo -dice- Queden ellas para los filósofos que sostienen abiertamente que el viaje de la vida es imposible sin un Baedecker que les proporcione informaciones sobre todas las cosas. Aceptemos con humildad el desprecio con el que los filósofos nos miran desde la altura de sus exigencias sublimes.» La noción de angustia, en el sentido de angustia existencial, fue mejor explicitada por Freud en textos que no abordan directamente ese tema: por ejemplo, «Lo ominoso». En ese texto de 1919, Freud llama Unheitnliche («extraña-familiar») a una impresión horrorosa que se relaciona con cosas conocidas desde mucho antes y desde siempre familiares». Esta expresión de extrañeza surge en la vida cotidiana y en la creación estética cuando los complejos infantiles reprimidos son despertados brutalmente. Se despliega entonces en varios temas angustiosos: el miedo a la castración, la figura del doble, el movimiento del autómata. Estas tres modalidades de lo extraño tienen en común el hecho de que reactivan fuerzas primitivas que la civilización parecía haber olvidado y que el individuo creía haber superado. En las figuras del doble y del autómata se duda de que un ser inanimado no esté vivo, y se piensa que un objeto sin vida está animado. En cuanto a la angustia de castración, se revela en las descripciones de cloacas, de vampiros, de miembros devorados o de cuerpos desarticulados, características de la literatura fantástica y del mundo del sueño. Entre los herederos de Freud, fueron los fenomenólogos, por un lado, y por el otro los representantes de la escuela inglesa quienes, a través de la lectura de las obras de Kierkegaard y Heidegger, se cuidaron de vincular la angustia psíquica del hombre con su angustia existencial. El aporte de Jacques Lacan se inscribe en la misma perspectiva. Basándose en lo Uriheiniliche, demuestra en efecto que la angustia surge cuando el sujeto es confrontado a la «falta de la falta», es decir, a una alteridad omnipotente (pesadilla, doble alienante, inquietante extrañeza) que lo invade al punto de destruir en él toda facultad de deseo.