Diccionario de Psicología, letra L, Libido del Yo – libido objetal

Diccionario de Psicología, letra L, Libido del Yo – libido objetal

Al.: Ichlibido – Objektlibido. Fr.: libido du moi – libido d’objet. Ing.: egolibido – object-libido. It.: libido dell’io – libido oggettuale. Por.: libido do ego – libido objetal. Términos introducidos por Freud para distinguir dos modos de catexis de la libido: ésta puede tomar como objeto la propia persona (libido del yo o narcisista) o un objeto exterior (libido objetal). Según Freud, existe un equilibrio energético entre estos dos modos de catexis, disminuyendo la libido objetal cuando aumenta la libido M yo, y a la inversa. Fue especialmente el estudio de las psicosis el que condujo a Freud a reconocer que el sujeto podía tomar su propia persona como objeto de amor (véase: Narcisismo), lo que, en términos energéticos, significa que la libido puede catectizarse tanto sobre el yo como sobre un objeto exterior. Aquí se encuentra el origen de la distinción entre libido del yo y libido objetal. Los problemas económicos planteados por esta distinción se abordan en Introducción al narcisismo (Zur Einführung des Narzissmus, 1914). La libido, según Freud, comenzaría por catectizarse sobre el yo (narcisismo primario), antes de ser enviada, a partir del yo, hacia los objetos exteriores: «Nos representamos así una catexis libidinal primitiva del yo; más tarde, una parte es cedida a los objetos, pero fundamentalmente la catexis del yo persiste y se comporta, respecto a las catexis de objeto, como el cuerpo de un protozoo respecto a los seudópodos que ha emitido» . La retirada de la libido objetal hacia el yo constituye el narcisismo secundario, que se observa especialmente en los estados psicóticos (hipocondría, delirio de grandezas). Desde el punto de vista terminológico, se observará: Que la palabra objeto, en la expresión libido objetal, se toma en el sentido restringido de objeto exterior y no incluye el yo, que, en un sentido más amplio, puede calificarse también de objeto de la pulsión (véase: Objeto); Que la preposición de en las expresiones libido del yo, libido de objeto, indica la relación de la libido con su punto de destino y no con su punto de partida. Esta segunda observación nos conduce a dificultades que ya no son meramente terminológicas. Freud sólo reconoció, en un principio, una gran dualidad pulsional: pulsiones sexuales-pulsiones del yo (o de autoconservación). La energía de los primeros se designa como libido, y la energía de los segundos como energía de las pulsiones del yo o interés. La nueva distinción introducida aparece ante todo como una subdivisión de las pulsiones sexuales en función de su objeto de catexis:   Pulsiones del yo (interés) pulsiones sexuales (libido Libido del yo Libido objetal Con todo, si bien desde un punto de vista conceptual la distinción entre pulsiones del yo y libido del yo es clara, deja de serlo en los estados narcisistas (sueño, enfermedad somática): «Libido e interés del yo tienen aquí el mismo destino y de nuevo resulta imposible distinguirlos entre sí». Freud no admite el monismo pulsional de Jung(67). Una dificultad similar la plantea el empleo, frecuente en Freud, de expresiones tales como: «[…] la libido es enviada a partir del yo sobre los objetos». ¿No nos induce esto a pensar que la «libido del yo» encuentra en el yo no sólo su objeto, sino también su fuente, de forma que se borraría la distinción entre libido del yo y pulsiones del yo? El problema es tanto más difícil de resolver cuanto que Freud introduce el concepto de libido del yo en la misma época en que elabora la concepción propiamente tópica del yo. Esta ambigüedad se refleja también en las expresiones en que Freud califica el yo de «gran reservorio de la libido». La interpretación más coherente que puede proponerse del pensamiento freudiano acerca de este punto es la siguiente: la libido, como energía pulsional, tiene su fuente en las diversas zonas erógenas; el yo, como persona total, almacena esta energía libidinal, de la cual es el primer objeto; pero, a continuación, el «reservorio» se comporta, respecto a los objetos exteriores, como una fuente, puesto que de él emanan todas las catexis.