Diótima en el Banquete de Platón

Diótima en el Banquete de Platón

Publicado por Tatiana Arce 

(Jul, 03 2013)

Una vez llegado el turno de Sócrates para elogiar al amor, la conversación ha alcanzado un punto interesante dentro del diálogo de El Banquete. ¿Se puede amar aquello que ya se tiene o sólo lo que nos hace falta? ¿Cómo podría alguien desear lo que ya posee? ¿Cómo se puede prescindir de lo que ya se tiene? El amor hacia algo parece surgir de la falta de ese algo.

El deseo, conflicto de tiempo

Es posible que justo ahora posea aquello que alguna vez deseé, pero esto no significa que no pueda desear poseerlo en el futuro. Ahora bien, este deseo alguna vez debió surgir también de una determinada carencia, o de alguna forma de consciencia ante la posibilidad de la carencia para que el deseo pueda proyectarse hacia un determinado porvenir, tal vez incierto.

Por un lado, parece que aquello que no tenemos es lo que deseamos, pero, por otro, no todo resulta deseable en sí mismo. “…quienquiera que desee, desea lo que no está seguro de poseer en aquel momento, lo que no posee, lo que no tiene y lo que le falta. Esto es lo que es desear y amar. Platón privilegia la belleza, la verdad y la bondad en esta escala de lo amable o deseable y reconoce en el hombre una cierta tendencia a buscarlas.

Discurso socrático: Diótima

El discurso de Sócrates comienza propiamente con la introducción de Diótima, mujer muy sabia, a la que reconoce como su maestra en cuestiones de amor. Empiezan por definir qué es el amor y cuestionan si es o no un gran dios. La respuesta que se ofrece es contraria a todos los discursos que se han pronunciado a lo largo del diálogo, en ellos el amor es considerado un dios.

Sin embargo, Diótima lleva a Sócrates a admitir que ni él mismo lo considera de tal forma y su argumento funciona de la siguiente manera: Si el amor fuera un dios, sería bello; el amor desea las cosas buenas y bellas; desear es una prueba de privación; por lo tanto: el amor no es bello y el amor no es un dios.

Ahora bien, el hecho de que el amor no sea bello no significa que necesariamente sea feo. Así como la opinión verdadera puede funcionar como punto medio entre el conocimiento y la ignorancia, el amor es una especie de centro entre dos polos. Que el amor no sea dios no significa, entonces, que sea mortal.

El amor como daimon

He aquí la primera definición: El amor es un daimon. Es el punto medio entre lo divino y lo mortal, aquello que comunica los dos extremos; “es un término medio entre lo uno y lo otro, o sea, entre los contrarios.” El amor es, pues, un intermediario.

Poros y Penia: origen del amor

El paso a seguir, a partir de esta definición, va en dirección al esclarecimiento del origen del amor. Para ello, Diótima se sirve del mito de Poros y Penia. Abundancia y carencia juntas forman al amor, son sus padres y de ellos hereda estas mismas cualidades. Por una parte, el amor es un intermediario entre los dioses y los hombres, por otro, también es un intermediario entre la abundancia y la carencia, y el deseo representa esta particular condición.

Amor y belleza

Al ser este el origen y la naturaleza del amor, se concluye que el amor es amor a lo bello. Para ello, sin embargo, se establece una distinción entre lo amado y lo que ama. Para Diótima el amor es lo que ama y no lo que es amado. “Creo que el amor te parecía muy bello porque lo amable es la belleza real, la gracia, la perfección y el soberano bien. Pero el que ama es de una naturaleza muy diferente”.

Una nueva pregunta surge:¿qué ama aquél que ama lo bello? Si el amor es amor de lo bello, ¿qué es lo que se ama? Sócrates parece no tener una respuesta segura a tal pregunta, sin embargo, al intercambiar ‘bello’ por ‘bueno’, encuentra una fácilmente; la posesión.

Ahora bien, esta posesión de lo bueno, amar poseer lo bueno, tiene una cierta finalidad, es decir, se dirige hacia algo, que en este caso es la felicidad: “porque la posesión de las cosas buenas hace dichosos a los seres felices”.