DSM-IV, Apéndice: Criterios y ejes propuestos para estudios posteriores. Trastorno deteriorante simple (esquizofrenia simple)

Trastorno deteriorante simple (esquizofrenia simple)

Características diagnósticas

La característica esencial de este trastorno es la aparición de signos negativos capaces de producir por sí mismos un cambio evidente del nivel previo de actividad. Estos síntomas son de suficiente gravedad como para dar lugar a un empeoramiento significativo de las actividades académica o laboral. Si alguna vez ha habido síntomas psicóticos positivos (p. ej., alucinaciones, delirios, lenguaje o comportamiento desorganizados, comportamiento catatónico, éstos han sido poco importantes. Este patrón sólo debe considerarse después de descartar las restantes causas que pudieran explicar tal deterioro, es decir, cuando el cuadro no encaje con un trastorno esquizoide o esquizotípico de la personalidad; con un trastorno psicótico, del estado de ánimo o de ansiedad; con una demencia; con un retraso mental, ni cuando los síntomas sean debidos a los efectos fisiológicos directos de una sustancia o de una enfermedad médica. Hay una aparición lenta y progresiva de síntomas negativos durante un período de al menos 1 año a partir de la adolescencia. Las respuestas emocionales son embotadas, superficiales, insulsas y vacías. La conversación se empobrece, tanto en palabras como en contenido. El cambio de «personalidad» es evidente, con una acusada afectación de las relaciones interpersonales. Las relaciones íntimas pueden perder calor y reciprocidad, y la interacción social acostumbra a ser difícil y delicada, lo que da lugar a aislamiento y soledad. La apatía sustituye a la iniciativa, y la abulia a la ambición. La pérdida de intereses llega a afectar actividades cotidianas como el cuidado y la higiene. La persona puede parecer distraída y ausente. Las aptitudes laborales o académicas desaparecen, lo que se traduce primero en empleos sencillos y de corta duración, y finalmente en desempleo.

Síntomas asociados.

En esta entidad puede haber cualquiera de los síntomas típicos del trastorno esquizoide o esquizotípico de la personalidad. Los más frecuentes son peculiaridades del comportamiento, falta de higiene, sobreestimación de ideas extrañas o experiencias perceptivas inusuales, por ejemplo, ilusiones. El trastorno se observa en adolescentes o en adultos de ambos sexos. Todavía no se dispone de estimaciones fiables de prevalencia e incidencia, pero es obvio que el trastorno es raro. El curso, al menos durante los primeros 5 años, sigue una pendiente descendente progresiva, con un deterioro general innegable. Este deterioro es parecido al curso que caracteriza la esquizofrenia y permite diferenciarlo de los trastornos esquizoide y esquizotípico de la personalidad. También pueden aparecer síntomas típicos del Criterio A para la esquizofrenia, en cuyo caso éste debe ser el diagnóstico. En estas situaciones este patrón de síntomas progresivamente negativos no ha sido más que un breve pródromo de una esquizofrenia. En otros casos este patrón pierde entidad, algo que también puede suceder en la propia esquizofrenia. Sin embargo, en la mayoría de los individuos el curso es continuo, iniciándose con síntomas prodrómicos a los que siguen un deterioro progresivo durante los primeros 2 años y un estado final estable, con una capacidad funcional marginal y reducida.

Diagnóstico diferencial.

En el DSM-IV los individuos que cumplen estos criterios de investigación reciben el diagnóstico de trastorno mental inespecífico.

El trastorno deteriorante simple sólo debe contemplarse tras excluir otras entidades capaces de explicar este deterioro general. El curso y los síntomas de este trastorno se diferencian de las entidades incluidas en la sección «Esquizofrenia y otros trastornos psicóticos» por la ausencia de síntomas psicóticos positivos relevantes. En esta sección se incluye la esquizofrenia, el trastorno esquizoafectivo, el trastorno esquizofreniforme, el trastorno psicótico breve, el trastorno delirante, el trastorno psicótico compartido y el trastorno psicótico no especificado, la totalidad de los cuales requieren para su diagnóstico la presencia de al menos un síntoma positivo durante algún tiempo. El trastorno deteriorante simple se diferencia de los trastornos esquizoide y esquizotípico de la personalidad y de otro trastornos de la personalidad por la existencia de un cambio evidente de la personalidad y un deterioro general significativo. Por el contrario, los trastornos de la personalidad representan patrones continuos donde destaca la ausencia de deterioro progresivo. Los trastornos del estado de ánimo pueden simular la apatía y la anhedonía del trastorno deteriorante simple, si bien en ellos existe una afectividad depresiva (tristeza, desesperanza, sensación de impotencia, sentimientos de culpa dolorosos) y un curso más bien episódico.

Además, en el trastorno deteriorante simple destaca un sentimiento de vacío por encima de un estado de ánimo eminentemente depresivo, y el curso es continuo y progresivo. El diagnóstico diferencial con el trastorno distímico puede ser más difícil, ya que en éste el curso también puede ser continuo y los síntomas vegetativos y el estado de ánimo deprimido pueden no ser acusados. El trastorno deteriorante simple puede parecerse a la dependencia crónica de una sustancia y sólo debe considerarse cuando el cambio de personalidad y el deterioro general precedan al consumo de la sustancia. En el cambio de personalidad debido a una enfermedad médica destaca la presencia de una enfermedad subyacente como etiología. El deterioro cognoscitivo del trastorno deteriorante simple puede confundirse con un retraso mental o una demencia. El retraso mental se caracteriza por su típico inicio en la primera o segunda infancia. En la demencia destaca la presencia de una enfermedad médica o el consumo de una sustancia como factores etiológicos.

Probablemente el diagnóstico diferencial más difícil es el que hay que establecer con el trastorno no mental. El trastorno deteriorante simple suele convertir al individuo en un miembro marginado de la sociedad, lo cual no significa, sin embargo, que la mayoría de los individuos marginados de la sociedad padezcan necesariamente este trastorno. Los rasgos definitorios del trastorno deteriorante simple consisten en síntomas negativos, que pueden diluirse en la normalidad mucho más fácilmente de lo que lo hacen los síntomas positivos, y pueden además confundirse con muchos otros procesos (v. la exposición relacionada con este punto en la sección «esquizofrenia», pág. 28 l). Por tanto, hay que guardar una especial precaución con el fin de no aplicar demasiado ampliamente el diagnóstico de trastorno deteriorante simple.

Criterios de investigación para el trastorno deteriorante simple (esquizofrenia simple).

A. Aparición progresiva de cada uno de los siguientes síntomas durante al menos 1 año:

(1) empeoramiento significativo de la actividad laboral o académica
(2) aparición y agravamiento gradual de síntomas negativos como aplanamiento afectivo, alogia y abulia
(3) relaciones interpersonales pobres, aislamiento o retraimiento sociales

B. Nunca se ha cumplido el Criterio A para la esquizofrenia.

C. Los síntomas no se explican mejor por la presencia de un trastorno esquizoide o esquizotípico de la personalidad, un trastorno psicótico, un trastorno del estado de ánimo, un trastorno de ansiedad, una demencia o un retraso mental, y no se deben a los efectos fisiológicos directos del consumo de una sustancia o de una enfermedad médica.

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