DSM-IV, Apéndice: Criterios y ejes propuestos para estudios posteriores. Trastorno facticio por poderes

Características diagnósticas.

La característica esencial de este trastorno es la producción o simulación de forma deliberada de signos o síntomas físicos o psicológicos en otra persona que se halla a cargo del individuo. Típicamente, la víctima suele ser un niño pequeño y el perpetrador su madre. Se ha sugerido que el motivo que lleva al perpetrador a realizar este comportamiento depende de la necesidad psicológica de asumir el papel de paciente a través de otra persona. No hay incentivos externos que justifiquen el comportamiento, por ejemplo, una ganancia económica. El trastorno no puede explicarse mejor por la presencia de otro trastorno mental. El perpetrador induce o simula en la víctima un proceso patológico y luego acompaña a ésta al médico negando todo conocimiento sobre la etiología del proceso. La mayor parte de las enfermedades inducidas o simuladas conciernen a los aparatos digestivo y genitourinario y al sistema nervioso central; la simulación de trastornos mentales en la víctima es mucho menos frecuente. El tipo y la gravedad de los signos y síntomas que presenta la víctima están limitados exclusivamente por el grado de sofisticación médica y el margen de acción de que disponga el perpetrador. Los casos clínicos suelen caracterizarse por un curso atípico y unos resultados inconsistentes con el cuadro sintomático pretendido por la víctima y el perpetrador.

La víctima suele ser un niño en edad preescolar, aunque también pueden «emplearse» recién nacidos, adolescentes y adultos. Cuando afecta a niños mayores, debe considerarse la posibilidad de que víctima y perpetrador estén en realidad colaborando en la producción de los signos y síntomas. El perpetrador será diagnosticado de trastorno facticio por poderes. Para la víctima, puede anotarse abuso físico de menores (995.5) o abuso físico de adultos (995.81). Si hay colaboración entre el presunto perpetrador y la víctima, esta última también puede recibir el diagnóstico de trastorno facticio.

Síntomas y trastornos asociados.

Diferentes desencadenantes, en especial conflictos conyugales, pueden provocar este comportamiento. Los individuos perpetradores pueden presentar mentira patológica (seudología fantástica) al relatar experiencias diarias y al describir al especialista la situación de la víctima. Es frecuente que estos individuos posean un notable dominio de temas relacionados con la salud y un amplio conocimiento del funcionamiento hospitalario. Sin embargo, sus evidentes conocimientos médicos suelen contrastar con la escasa preocupación que demuestran por la aparente gravedad de la patología que muestra la víctima. Esta última puede sufrir una tasa de morbimortalidad significativamente elevada a consecuencia de las enfermedades inducidas y tiene un mayor riesgo de presentar un trastorno facticio a medida que su personalidad vaya madurando. El papel de perpetrador suele ser encamado por la madre, mientras que el padre o el marido pueden colaborar con ésta o actuar en solitario. El perpetrador también puede ser la esposa o cualquier persona que se halle a cargo de la víctima (p. ej., un cuidador del pequeño). A veces sale a relucir una historia de abusos físicos o sexuales en el perpetrador. También puede haber trastornos somatomorfos y trastornos de la personalidad.

El trastorno facticio por poderes acostumbra a coexistir con otro trastorno facticio, que suele permanecer oculto mientras el perpetrador es capaz de inducir o simular enfermedades facticias en otras personas. Cuando los individuos que encarnan el papel de perpetrador se enfrentan a las con secuencias de su comportamiento, pueden aparecer cuadros depresivos e ideas de suicidio. Algunos se encaran con los distintos servicios médicos, niegan » cualquier acusación, procuran que la víctima abandone el hospital en contra de la opinión de los médicos y buscan ayuda terapéutica en otros centros asistenciales aunque éstos se encuentren considerablemente alejados. A veces el perpetrador debe enfrentarse a acusaciones que van desde el abuso hasta el asesinato. Es típico que el perpetrador se centre en una sola víctima, aunque puede existir hermanos u otras personas que también hayan sido afectadas o puedan llegar a serlo.

Diagnóstico diferencial.

En el DSM-IV el individuo (en este caso, el perpetrador) que cumple estos criterios de investigación recibe el diagnóstico de trastorno facticio no especificado.

El trastorno facticio por poderes debe diferenciarse de una enfermedad médica o un trastorno mental en un individuo que acude en busca de ayuda terapéutica. El trastorno también debe diferenciarse de los abusos físicos o sexuales no relacionados con el propósito indirecto de asumir el papel de paciente. La simulación se diferencia del trastorno facticio por poderes en el hecho de que la producción de los síntomas está motivada por un incentivo externo, mientras que en el trastorno facticio esto no es así. Los individuos simuladores también pueden solicitar el ingreso hospitalario para una persona que se halle a su cargo, si bien la producción de síntomas responde al deseo de obtener algún tipo de compensación.

Criterios de investigación para el trastorno facticio por poderes

A. Producción o simulación intencionada de signos o síntomas físicos o psicológicos en otra persona que se halla bajo el cuidado del perpetrador.

B. La motivación que define al perpetrador es el deseo de asumir el papel de paciente a través de otra persona.

C. No existen incentivos externos que justifiquen este comportamiento (p. ej., una compensación económica).

D. El comportamiento no se explica mejor por la presencia de otro trastorno mental.

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