EDOUARD CLAPAREDE (1873-1940): Un movimiento heterogéneo y controvertido

EDOUARD CLAPAREDE (1873-1940)

Daniel Hameline (1)

Fuente: El texto que sigue se publicó originalmente en Perspectivas: revista trimestral de educación comparada (París, UNESCO: Oficina Internacional de Educación), vol. XXIII, nos 3-4, 1993, págs. 808-821.

De dar crédito a la breve reseña que dedica a Édouard Claparède el Thesaurus de la nueva edición de la Enciclopaedia universalis (1985), la obra del psicólogo y pedagogo ginebrino está hoy “bastante olvidada” aun cuando hay que reconocer que su influencia personal fue, en su tiempo, “bastante grande”. Confesemos que, si bien el elogio es cortés, no se aprecia en él excesivo entusiasmo. Sin embargo, la publicación en Italia, entre 1981 y 1984, de siete volúmenes anotados y comentados de escritos inéditos de Claparède, en edición de Carlo Trombetta y Sante Bucci; la elaboración de una tesis de grado en Francia (Lyon, 1982); la celebración, en Roma (1983) y en Ginebra (1984), de sendos coloquios sobre la actualidad de esta obra, ¿no deben llevarnos a corregir un poco dicha apreciación? 2

Más bien nos sentiríamos tentados a escribir que la gloria paradójica de Claparède reside en el hecho mismo de haber sido olvidado, en tal medida las ideas por las que él combatió figuran hoy entre los lugares comunes de la cultura pedagógica, hasta el punto de que no es ya necesario referirlas a un autor determinado. Pero este anonimato se debe, en no menor medida, al hecho de que las ideas educativas de Claparède, más que la elaboración de un pensamiento original, constituían el reflejo de una época cuyos equívocos se prolongan en la nuestra. Será menester especificar el papel y la contribución singular de Claparède en el movimiento que se ha convenido en designar con el término eminentemente vago de “educación nueva”.

Un movimiento heterogéneo y controvertido

En efecto, es en esta aparente Babel pedagógica donde van a venir a inscribirse las iniciativas de los ginebrinos, y en particular la de Édouard Claparède cuando efectúa su clamorosa entrada en el movimiento con la publicación en 1905 de su librito, que al hilo de las reediciones llegaría a convertirse en un imponente tratado, Psychologie de l’enfant et pédagogie expérimentale. A partir de esta obra, el tono claparediano queda establecido: un militantismo crítico contra las prácticas escolares admitidas, un recurso a la ciencia y a su objetividad para fundar prácticas nuevas.

Pero los adversarios, por su parte, no dejan de acudir a la cita desde el comienzo mismo.

Su cortejo, también heteróclito, acompañará fielmente a las generaciones sucesivas de entusiastas. Por otro lado, entre los adictos al movimiento, constituido en una Liga Internacional a raíz del célebre Congreso de Calais de 1921, serán muchos los que expresen críticas y reservas. Y Claparède no será el último. Gran parte de su autoridad sobre el movimiento se deberá, tanto como a su pugnacidad polémica contra la escuela “tradicional”, a su excepcional capacidad para desbrozar el entorno ideológico de los conceptos y hacer estos últimos “operativos”: su célebre puntualización de 1923 de la noción de “niño activo”, reasumida en 1931 en L’Éducation fonctionnelle, constituye sin duda el ejemplo más notable de lo que decimos.

Habría cabido pensar, en el curso del gran salto adelante de la educación escolar que siguió a la Segunda Guerra Mundial, y en particular durante las grandes campañas llevadas a cabo por la UNESCO en los decenios cincuenta y sesenta, que los temas educativos apreciados por Claparède habían llegado a ser adquisiciones definitivas e insuperables de la educación escolar moderna. Pero conviene saber que, en el curso de la década de los ochenta, asistimos a un cuestionamiento remozado, vigoroso, convergente y seguro de sí mismo, de las concepciones de las que Claparède fue uno de los principales defensores. Se analizan estas concepciones, no tanto como el resultado de un enfoque racional y razonable del fenómeno educativo, sino más bien como la persistencia de una ideología engañosa cuyo efecto más seguro es el de conducir las políticas escolares a atolladeros.

Una obra como la de Neil Postman en los Estados Unidos3 o la de JeanClaude Milner en Francia4 expresan, con tonalidades, eso así, muy diferentes, este cuestionamiento radical.

Cuestionamiento que asume aires de libelo en la pluma de Carlos Lerena,5 cuando éste trata de poner de manifiesto las “convergencias” que se expresan a través del discurso y las iniciativas de las grandes organizaciones internacionales: “La producción del hombre contemporáneo se ha realizado en el interior de un templo positivista y totalitario, en cuyo púlpito los predicadores más eficaces han sido los blandos y los rousseaunianos, y no los duros y los comtianos. o, más exactamente, el sermón más eficaz ha sido el sermón de los teóricos de la infancia y de la puerilidad, la predicación de los evangelizadores del psicologismo y del culto de la problemática de las relaciones interpersonales el sermón del socratismo, de la autoeducación y, a la postre, el antisermón de los de la bomba desactivada de la descolarización, y así sucesivamente hasta la letanía técnica de la educación permanente de la UNESCO. Todo esto nos induce a pensar que es Rousseau quien ha contribuido a la construcción de este templo positivista y comtiano; Rousseau, al que la procesión termina siempre por volver, como a Kant”.

Una diatriba semejante no deja de dar que pensar, aun si su virulencia menoscaba su crédito antes de cualquier examen. Y el rodeo contemporáneo de Claparède adquiere, por ello, una singular actualidad. Pues, en cierto sentido, fue en la prolongación de un enfoque positivista como aquel que se impuso al principio de una construcción científica de las cosas humanas. Pero, efectivamente, es a Rousseau a quien se acoge, cual patrón tutelar, a la hora de fundar el Instituto de las Ciencias de la Educación que asegurará la reputación mundial de Ginebra; Rousseau, a quien considera precursor de su propia concepción funcional de la infancia.6 Teórico efectivo de la infancia, ¿se contó Claparède entre los paladines de una pedagogía de la puerilidad? Defensor del primado de la Psicología, ¿fue el predicador fanático del evangelio “psicologista”? Heraldo de la “revolución copernicana” ¿quién hace del niño activo el centro en torno al cual se construye el proceso enseñar-aprender?7

Ciudadano de Ginebra

– ¿Psicólogo o moralista?

– La obra y la empresa

– La obsesión de lo “funcional”

– El interés, noción pedagógica central

– Lo duro y lo blando

– Tres interrogaciones fundamentales

– Principales obras de Édouard Claparède

Notas

1. Facultad de Psicología y Ciencias de la Educación. Universidad de Ginebra.

2. E. Claparède, Inediti psicologici, a cura di Carlo Trombetta, vol. 6, Roma, Bulzoni, ed., 1981, 1982; Inediti pedagogici, saggio, introduzioni e note di Sante Bucci, Perugia, Universitá degli Studi, 1984. Serge Rogowski, La Fonction de l’éducation dans la pensée d’Édouard Claparède, tesis doctoral, Lyon, Universidad de Lyon II, 1982. Actas de los Coloquios de Roma (1983) y de Ginebra (1984), Studi di Psicologia dell’Educazione, N’ 3, 1984. Cabe destacar también tres manifestaciones no tan recientes: Alfred Berclitold. Centenaire de la naissance d’Édouard Claparède, Ginebra, FPSE, 1973; “Trois pioniers de Péducation llouvelle: É. Claparède, H. Wallon, H. Bouchet». Le Binet Simon Bulletin de la Société Alfred Binet et Théodore Simon (Lyon, 1973), actas publicadas en Bulletin Societé Binet-Simon, Nº 73, 1973, págs. 242-304; Édouard Claparède, Journée Nationale de POMEP (París, 1976), Actas publicadas por el Comité Français pour l’Éducation Préscolaire, París, 1976.

3. Neil Postman, Teaching as a conserving activity, Nueva York, Delacorte Press, 1979; en francés: Enseigner, c’est résister, trad. por J. Chambert y D. J. Piveteau, París, Centurion, 1979.

4. Jean-Claude Milner, De l’école, París, Édition du Seuil, 1983.

5. Citado por Antonio Novoa, La professionnalisation des enseignants au Portugal, tesis doctoral, Ginebra, 1986.

6. Véase L’Éducation fonctionnelle, Neuchâtel Y París, Delachaux & Niestlé, 1931, págs. 97-136.

7. Georges Snyders, al cabo de más de veinte años, realizó la crítica, desde el punto de vista marxista, de las corrientes nacidas de la Éducation Nouvelle. Véanse al respecto: Georges Snyders Pédagogie progressiste, París, Presses Universitaires de France, 1971; Oú vent les pédagogies non-directives?, París, Presses Universitaires de France, 1973.