EL COMPLEJO DE EDIPO A LA LUZ DE LAS ANSIEDADES TEMPRANAS (1945) contin.4

Relaciones tempranas con los padres

Al comienzo del segundo año de Rita eran patentes algunos elementos
importantes de su situación edípica, como su preferencia por el padre y
sus celos de la madre y hasta el deseo de sustituir a la madre con el padre.
Al estudiar el desarrollo edípico de Rita en su segundo año, tenemos que
considerar algunos factores externos importantes. La niña compartía el
dormitorio con sus padres, teniendo amplia oportunidad de ser testigo del
coito entre ellos. Por lo tanto, había un estímulo constante para tener deseos
libidinales y celos, odio y ansiedad. Cuando Rita cumplió quince meses,
su madre quedó embarazada, comprendiendo la niña inconscientemente
el estado de su madre. De este modo se reforzó fuertemente el deseo de
Rita de recibir un bebé de su padre, así como su rivalidad con su madre.
Como consecuencia de ello su agresividad y los sentimientos de culpabilidad
y ansiedad, que la agresividad le provocaba, se incrementaron tanto
que no pudo mantener sus deseos edípicos.
Sin embargo, las dificultades en el desarrollo de Rita no pueden ser
explicadas solamente por estos últimos estímulos externos. Muchos niños
están expuestos a vivencias similares, y hasta a otras mucho más desfavorables,
sin que enfermen seriamente como consecuencia de ello. Por lo tanto,
tenemos que tener en cuenta los factores internos, los cuales, interac-
tuando con las influencias exteriores, condujeron a la enfermedad de Rita y
al trastorno de su desarrollo sexual.
Como reveló el análisis, los impulsos oral-sádicos de Rita eran realmente
fuertes y ella tenía poca capacidad para tolerar tensiones de cualquier
clase. Estas eran algunas de las características constitucionales de
Rita, y determinaron el aspecto de sus reacciones a las frustraciones tempranas
que ella sufrió. Estas reacciones afectaron intensamente, ya desde
un comienzo, su relación con su madre. Cuando, al final del primer año, se
manifestaron los deseos edípicos positivos esta nueva posición frente a sus
progenitores reforzó los sentimientos de Rita de frustración, de odio y de
agresividad, con sus afectos concomitantes de ansiedad y culpabilidad. La
niña fue entonces incapaz de elaborar estos diferentes conflictos y por ello
no pudo mantener sus deseos genitales.
La relación de Rita con su madre estaba dominada por dos grandes
fuentes de ansiedad: temor persecutorio y ansiedad depresiva. Por un lado
su madre era para ella una figura terrorífica y vengativa y por otro lado era
su objeto bueno, querido e indispensable. Rita percibía su propia agresión
como un peligro para esta madre querida y, por lo tanto, estaba aterrada
por el temor a perderla. Fueron la intensidad de estas ansiedades tempranas
y los sentimientos de culpabilidad los que en gran parte determinaron la
incapacidad de Rita de tolerar otra ansiedad más y la culpa proveniente de
los sentimientos edípicos: la rivalidad y el odio en contra de su madre.
Como defensa reprimió su odio y lo sobrecompensó con un amor excesivo,
lo que necesariamente traía consigo una regresión a estadíos más tempranos
de su libido. También fue influida básicamente por estos factores la
relación de Rita con su padre. Parte del resentimiento que sentía hacia su
madre fue desplazado hacia su padre, reforzando así contra él el odio que
provenía de la frustración de sus deseos edípicos y que, al comienzo del
segundo año, había suplantado su amor al padre. Su fracaso en establecer
una relación satisfactoria con su madre se repitió en la relación oral y genital
con su padre. Se hicieron patentes en su psicoanálisis unos deseos intensos
de castrarlo (en parte derivados de frustraciones en su posición femenina
y en parte de su envidia al pene proveniente de su posición masculina).
De este modo las fantasías sádicas de Rita estaban íntimamente unidas
con los resentimientos derivados de frustraciones en diferentes posiciones
libidinales que ella vivenciaba tanto en su situación edípica invertida
como en la positiva. El coito entre los padres tenía un papel importante
en sus fantasías sádicas y en la mente de la niña fue algo peligroso y terrorífico,
donde su madre aparecía como víctima de la crueldad extrema del
padre. Como consecuencia de ella se imaginaba al padre, no solamente
como alguien peligroso para la madre sino también para ella misma, en la
medida en que sus deseos edípicos se mantenían en identificación con la
madre. La fobia de Rita a los perros, provenía del temor al pene peligroso
del padre, que le iba a morder, en venganza a sus propios impulsos de castrarlo.
Todo su contado afectivo con el padre estaba profundamente trastornado,
porque Rita lo había convertido en un "hombre malo". Lo odiaba
tanto más, porque corporizaba sus propios deseos sádicos en contra de su
madre.
El episodio siguiente, que me comunicó la madre, ilustra este último
punto. Al comienzo de su tercer año Rita había salido a pasear con su madre
y vio a un cochero fustigando cruelmente a sus caballos. La madre se
indignó mucho y la niña también expresó una indignación intensa. El mismo
día, algo más tarde, Rita sorprendió a su madre, diciéndole: "¿Cuándo
vamos a salir de nuevo para ver al hombre malo pegando a los caballos?"
Reveló así que había tenido un placer sádico con aquella crueldad y que
deseaba su repetición. En su inconsciente el cochero representaba al padre,
y los caballos a su madre; su padre realizaba en el coito las fantasías sádicas
de la niña dirigidas contra la madre. El temor al genital malo del padre,
juntamente con la fantasía de su madre dañada y destruida por el odio de
Rita y por el padre malo -el cochero-, interfería a la vez en sus deseos edípicos
positivos y en los invertidos. Rita no podía identificarse con una madre
tan destruida, ni tampoco permitirse sustituir al padre adoptando la posición
homosexual. Por ello en estos estadíos tempranos ella no pudo
afianzar satisfactoriamente ninguna de las dos posiciones.

Algunos ejemplos del material analítico

Las ansiedades experimentadas por Rita al ser testigo de la escena
primaria se observan en el siguiente material.
Durante su análisis en una ocasión puso un ladrillo triangular de juguete
sobre uno de sus lados, y me dijo: "Esta es una mujercita". Luego
tomó un "martillito", como ella llamaba a un ladrillito oblongo, y con él
golpeó fuertemente la caja de ladrillos, diciéndome: "Cuando el martillo
pegaba fuerte, la mujercita se asustaba mucho". El ladrillito triangular la
representaba a ella misma, el "martillo" al pene del padre y la caja a su madre.
Toda la situación la representaba siendo ella testigo de la escena primaria.
Es significativo que Rita golpease la caja exactamente en un lugar
donde tenía únicamente papel, de modo que le hizo un agujero. Esta fue
una de las veces en que Rita me demostró simbólicamente su conocimiento
inconsciente de la vagina y el papel que tenía en sus teorías sexuales.
Los dos ejemplos siguientes se refieren a su complejo de castración
y a su envidia del pene. Rita estaba jugando a que viajaba con su osito de
juguete a la casa de una mujer "buena", donde se le daría "un trato maravilloso".
Sin embargo, este viaje no se hizo tranquilamente. Rita se deshizo
del maquinista, colocándose en su lugar, pero el maquinista volvía una y
otra vez y la amenazaba, provocándole una gran ansiedad. Un objeto de
disputa entre él y ella era su osito, que para ella era algo esencial para el
éxito del viaje. En este juego el osito representaba el pene del padre y la
rivalidad de Rita con el padre estaba expresada en la lucha por el pene. Se
lo había robado al padre, en parte con sentimientos de envidia, odio y venganza
y en parte para sustituirle con la madre y -mediante el pene potente
del padre- reparar los daños que había hecho a la madre en la fantasía.
El próximo ejemplo está relacionado con el ritual de Rita al acostarse.
Este se había hecho más y más complicado y compulsivo en el transcurso
del tiempo; tenía también otro ceremonial relacionado con el anterior
pero con sus muñecas. El punto principal de este ceremonial era que ella (y
también su muñeca) tenía que estar bien envuelta en las mantas y sábanas
porque de otro modo -como ella decía- un ratón o un "Butzen" (una palabra
que ella inventó) iba a entrar por la ventana y le arrancaría, mordiéndoselo,
su propio "Butzen". El "Butzen" representaba a la vez el órgano genital
de su padre y el suyo propio: el pene de su padre le iba a arrancar, mordiéndoselo,
su propio pene imaginario, exactamente del mismo modo que
ella deseaba castrarlo a él. Como me doy cuenta ahora, el temor a que su
madre atacase el "interior de su cuerpo" contribuía también a originar su
temor de que alguien penetrase por la ventana. La habitación representaba
también al cuerpo de Rita y el asaltante era su madre, que se vengaba de
los ataques de la niña hacia ella. La necesidad obsesiva de que le envolviesen
bien y con tantos cuidados con las mantas y sábanas era una defensa
contra estos temores.

Desarrollo del superyó

Las ansiedades y los sentimientos de culpa descritos en las dos últimas
secciones se encontraban en el desarrollo del superyó de Rita.
Encontré en ella un superyó cruel e inflexible, tal como se encuentra
en las neurosis obsesivas severas de los adultos.
En el análisis pude encontrar el origen de este desarrollo en el comienzo
de su segundo año. A la luz de mi experiencia posterior he llegado
a la conclusión de que los comienzos del superyó de Rita se encontraban
en los primeros meses de su vida.
En el juego del viaje, que he descrito; el maquinista representaba a
su superyó además de su padre real. También vemos la actividad de su superyó
en el juego obsesivo de Rita con su muñeca, cuando hacía un ritual
parecido al ceremonial antes de dormirse, y hacía dormir a su muñeca ta-
pándola cuidadosamente con las mantas. Una vez, durante el análisis, Rita
colocó un elefante al lado de la cama de la muñeca. Me explicó que el elefante
estaba allí para evitar que la "niña" (muñeca) se levantara, porque
sino la "niña" entraría en el dormitorio de sus padres y "les haría daño o les
quitaría algo". El elefante representaba su superyó (su padre, su madre), y
las agresiones a sus padres, que debía impedir, eran la expresión de los
propios impulsos sádicos de Rita referentes al coito y al embarazo de su
madre. El superyó tenía la función de evitar que la niña robara a la madre
su bebé, dañara o destruyera el cuerpo de la madre o castrara al padre. Un
detalle significativo de su historial es que al principio de su tercer año Rita
declaraba repetidamente al jugar con sus muñecas que ella no era la madre
de la muñeca. En el análisis se pudo ver que ella no podía permitirse ser la
madre de la muñeca porque la muñeca representaba a su hermanito, a quien
ella deseaba pero a la vez temía quitar a su madre.
Su culpabilidad también provenía de las fantasías agresivas tenidas
durante el embarazo de su madre. Cuando Rita no podía asumir en los juegos
el papel de la madre de su muñeca, esta inhibición provenía de sus sentimientos
de culpa y además de su temor de una figura materna cruel, muchísimo
más severa que su madre real.
Rita no solamente veía a su madre real en esta forma distorsionada
sino que sentía además un peligro constante frente a una figura materna
terrorífica interna. Me he referido a los ataques fantaseados de Rita al
cuerpo de su madre, y a la angustia correspondiente de que su madre la
atacase y le robase sus bebés imaginarios, y además de su terror de ser atacada
y castrada por su padre. Profundizando en mis interpretaciones, considero
que a los ataques fantaseados a su cuerpo por sus padres como figuras
externas, correspondía el temor de ataques internos por las figuras paternas
perseguidoras internalizadas, que formaban la parte cruel de su superyó 11 .
La rudeza del superyó de Rita se demostró a menudo en sus juegos
durante el análisis. Por ejemplo, solía castigar cruelmente a su muñeca, lo
que iba seguido de un estallido de rabia y de temor. En ello se identificaba
a la vez con los padres rudos, que infligen un castigo intenso, y con el niño
castigado cruelmente que estalla de rabia. Esto era visible, no solamente en
sus juegos, sino también en toda su conducta. En ciertos momentos, Rita
parecía ser el portavoz de una madre severa e inaccesible y en otros el de
un niño que no se domina y que está lleno de avidez y destructividad. Se
tenía la impresión de que existía muy poco de su propio yo para unir estos
dos extremos y que sirviera para modificar la intensidad del conflicto. Con
ello estaba perturbado el proceso gradual de la integración del superyó, no
pudiendo Rita desarrollar su propia personalidad.