El juego en la situación analítica 1954

El juego en la situación analítica 1954

Fechado el 5 de noviembre de 1954.
Deseo examinar algunos aspectos del juego en el análisis de
adultos. Si en el análisis de niños el juego es algo casi siempre
notorio, en el de adultos uno supone más bien que podrá dejarlo
de lado ‘y confiar en los sueños y alucinaciones y en el fantaseo.
De vez en cuando se oye hablar de pacientes adultos atendidos en
un período difícil de su vida; a quienes se les entregan los juguetes
propios del análisis de niños para que los manipulen durante un
lapso; lo cual le permite al analista interpretar en los períodos en
que guardan silencio. Lo que aquí me ocupa no es la incorporación
de material lúdico a la sesión sino el reconocimiento de la
importancia del juego -que es diferente de la fantasía y del sueño-
en el análisis de adultos.
Me fue dado un ejemplo por un candidato al que supervisaba. Su
paciente le dijo: "Acabo de encontrar un atajo para llegar más
rápido al análisis», y al describir ese "atajo" dijo que había pasado
por un lugar en que jugaban los chicos. El candidato interpretó
correctamente que su paciente podía valorar el juego. Como había
tenido episodios violentos, era muy importante que en el análisis
no se descuidasen ciertas cosas; como el sentido del humor, ya que
la única esperanza de que ese individuo transitara por su análisis
sin que fiera necesario apelar al manejo hospitalario durante
ciertos períodos (como de hecho había sucedido en una
oportunidad, antes del inicio del análisis) la ofrecía el hecho de que
fuese capaz de jugar.
Tras la interpretación que le formuló el candidato, su paciente se
inclinó y cambió de lugar la alfombrilla que estaba a los pies del
diván, haciendo algunas asociaciones referidas a este fragmento de
juego. En estas circunstancias, es comprensible que el candidato
prefiriera no continuar con el tema del juego y en cambio se
sumiera en el material de la asociación libre, que de hecho era
importante en sí mismo.
En cierta ocasión una de mis pacientes, que siempre tomaba un
café antes de entrar a la sesión, no pudo hacerlo y cayó presa del
nerviosismo qué le provocaba la idea de querer ese café y de que
por este motivo desperdiciaría toda la sesión. Estoy seguro de que
habría dos o más caminos diferentes para manejar esta situación.
En esta oportunidad yo le hice un café, y luego vimos la enorme
diferencia existente entre la relación suya con el café, la taza y el
platillo, la bandeja y el azúcar, y su relación con la idea de querer
café, respecto del sueño (dream), que podría haber surgido allí
mismo, de que yo le sirviera un café. Pasó a ser un juego, y un
ejemplo de introducción de material lúdico en el análisis de
adultos:
Más o menos por la misma época, un paciente varón me dijo: "He
pensado en comentarle que me gusta entrar y salir de aquí, porque
es un juego. Está todo ese asunto de la rutina, y de evitar
encontrarse con otros pacientes, todo eso». Fue ésta una
declaración sorprendente; viniendo de un sujeto incapaz de jugar,
que acudía al análisis por sus dificultades, para mantener
amistades, ya que hablaba siempre en tono solemne y monótono y
sin juego a la vista. Había un motivo para que hiciera tal confesión,
y es que en la sesión previa habíamos estado tratando el tema del
juego; y ya estábamos en un momento del análisis en que yo podía
hacerle notar que, en vez de jugar, lo que él hacía era masturbarse
regularmente, y que su fantaseo quedaba limitado a su
masturbación. Esta interpretación, dicha en el momento oportuno,
hizo que empezara a liberarse y jugar, y lo tornó muy consciente
de la soledad en que había pasado toda su infancia, excepto
cuando se organizaban juegos con reglas fijas. No había podido
jugar porque compartir su fantasía significaba una pérdida muy
grande para él.
Uno o dos días más tarde descubrimos un juego sobre el cual él
nada sabia. Comprobamos que había tenido durante toda su
infancia una hermana imaginaria de la que estaba violentamente
celoso, aun cuando jamás había sentido celos de sus dos hermanas
reales, una mayor y otra menor que él. Pudo ver que esta niña
imaginaria, una criatura prácticamente perfecta que mantuvo
estrecha relación con su padre -lo cual él, por ser varón, jamás
había logrado- representaba su self femenino. Desesperado,
intentó muchas veces en su niñez, vestirse como nena, pero esto
nunca terminó de satisfacerlo a raíz de que siempre llevaba
consigo esa niña idealizada a la que odiaba y, por supuesto,
también amaba de manera narcisista.
Por cierto siempre he tenido como costumbre introducir en el
análisis de adultos el recuerdo del juego, a menudo aportando
elementos para dibujar, y siempre hubo facetas lúdicas,
intercambios humorísticos, etc.; pero sólo en los últimos tiempos
he ,podido reconocer las muy importantes diferencias que existen
entre estos episodios lúdicos, por un lado, y los sueños y fantasías,
por el otro. Algo importante y evidente es que si bien en el juego
uno debe renunciar a muchas cosas que no pueden compartirse
con otras personas, hay muchas otras que puede ganar gracias a la
superposición de la fantasía ajena con la propia. Así pues, habrá
una experiencia compartida, aunque ella se limite únicamente a un
área del fantaseo total.