El Juego (D.W. Winnicott)

D.W. Winnicott – El Juego

La psicoterapia se da en la superposición de dos zonas de juego: la del paciente y la del terapeuta. Está relacionada con dos personas que juegan juntas. El corolario de ellos es que cuando el juego no es posible, la labor del terapeuta se orienta a llevar al paciente, de un estado en que no puede jugar a uno en que le es posible hacerlo.
Todo lo que digo sobre el jugar de los niños también rige, en verdad, para los adultos, solo que el asunto se hace de más difícil descripción cuando el material del paciente aparece principalmente en términos de comunicación verbal.
Para Winnicott el significado del juego adquirió nuevo color desde que siguió el tema de los fenómenos transicionales.
El jugar tiene un lugar y un tiempo. No se encuentra adentro ni afuera. Para asignar un lugar al juego postuló la existencia de un espacio potencial entre bebé y madre. Varía en gran medida según las experiencias vitales de aquel en relación con esta o con la figura materna.
El juego es por si mismo una terapia. Conseguir que los chicos jueguen es ya una psicoteraia de aplicación inmediata y universal. El juego es una experiencia siempre creadora, una experiencia en el continuo espacio-tiempo, una forma básica de vida.
Su precariedad se debe a que siempre se desarrolla en el limite entre los subjetivo y lo que se percibe de manera objetiva.
La zona de juego no es una realidad psíquica interna. Se encuentra fuera del individuo, pero no en el mundo exterior. En ella el niño reúne objetos o fenómenos de la realidad exterior y los usa al servicio de una muestra derivada de la realidad interna o personal.
Al jugar, manipula fenómenos exteriores al servicio de los sueños e inviste algunos de ellos de significación y sentimientos oníricos.
Hay un desarrollo que va desde los fenómenos transicionales al juego, de este al juego compartido y de él a las experiencias culturales.