El niño en el psicoanalista (Conclusiones)

El niño en el psicoanalista
Florence Guignard

CONCLUSIONES
Ciertamente, existen igualmente numerosas aporías patológicas
del doble modelo que propongo, que merecerían ser investigadas y
descritas en otro trabajo.
Por ejemplo, en espejo con la omnipotencia sádica del “niño-en-el-
paciente” que descarga sobre el analista, sesión tras sesión y sin
capacidad de insight, torrentes de acusaciones repetitivamente
destructivas, se puede encontrar “el-niño-en-el-psicoanalista”, que
lanza una interpretación “para darse placer a sí mismo”, o el que, en
rivalidad fraterna con el “niño-en-el paciente”, pretende mantener
una sordera psíquica a todo lo infantil en el “otro”.
En todos estos casos y en muchos más, hay confusión entre la
escucha y el mutismo en el analista, e ignorancia de la Hilflosigkeit
de la prematurez humana. El analista corre el riesgo entonces de
repetir alguna cosa del “niño” en él mismo, en la relación analítica
con su paciente, más que recordar y devenir capaz de soñarlo,
diferenciándolo así del “niño” proyectado en él por el paciente.
Las aporías de este trabajo en la contratransferencia provienen de
la interferencia inconsciente de aquellos aspectos infantiles del
analista que no están contenidos en una coherencia edípica significante.
En principio, su trabajo analítico personal debió reducir el
grado y la frecuencia de tales interferencias, pero hay que contar con
la actividad incesante de lo “neo-infantil” producido por su inconsciente.
Es en este punto que podemos comprender porqué Freud comenzó
por deplorar la existencia de la transferencia –y en consecuencia,
de la contratransferencia: no habremos terminado nunca con lo
infantil! Sin embargo, hoy y después de él, pienso que no podemos
hacer otra cosa que felicitarnos, ya que en los retoños de nuestra
sexualidad infantil se origina justamente la creatividad humana,
incluyendo la que precede a nuestra actividad interpretativa.
La figuración del “niño-en-el-adulto” puede ayudarnos en el
doble sentido en que, en el curso del desarrollo normal de una cura
analítica, corresponde al psicoanalista mantener, en un equilibrio
económico flexible y creativo, los aspectos continentes y los reprimidos
de su excitación en relación con el “niño-en-el-paciente”. No
podrá conseguirlo más que si toma conciencia de los puntos de
impacto y de relación, a menudo narcisística, con el “niño-en-elpsicoanalista”
que permanece vivo en él. En este lugar encontrará el
tono y las palabras adecuadas para intervenir en el nivel de apertura
que le permita la organización de la neurosis infantil del paciente.

* Publicado en Revue Française de Psychanalyse © PUF, tome LVIII, Partie 3, 1994, pp. 649-659.

Volver a «El niño en el psicoanalista (introducción)«