El psicoanálisis, como invención freudiana es. . .

El análisis consiste en “fundar un campo” . . .
Un sistema conceptual, un procedimiento terapéutico, una posibilidad de entender lo que pasa en la intimidad del ser humano y además los lazos que los unen . . . Veremos claramente esto en el Complejo del prójimo o del semejante, en el Proyecto . . . Analizar no es nunca una situación ya dada, se trata siempre de “fundar campo”, de circunscribir un lugar de transformación y a la vez de investigación. Lo que forma parte de este campo le es algo interno, algo propio y singular, se refiere al espacio (un lugar), al tiempo (la duración), las reglas de asociación libre y atención pareja.
Este trabajo analítico permite que las significaciones, sus múltiples hallazgos se produzcan, se sitúen en una inteligibilidad nueva y productiva. Consideramos que el sentido es producido, hay una producción de significación. Tanto sea en la resignificación “a posteriori”. Esto quiere decir que todo comienza por la reproducción. Siempre ya, es decir depósitos de un sentido que nunca estuvo presente, cuyo presente significado siempre está reconstituido retroactivamente (nachträglich), après-cup, suplementariamente. Nachträglich quiere decir también suplementario. Esto es importante porque señala lo que se constituye con demora, como el presente. Redundando diríamos: añadir lo que falta, proporcionar lo que se necesite de más. Esto es necesario para pensar la relación de lo primario y lo secundario (procesos primarios y secundarios) en todos los niveles. Nachträg tiene también un sentido preciso, por ejemplo en la escritura de una carta, es lo que llamamos apéndice, la post – data. La conclusión más importante de esto consiste en que el presente, en general no sea ori-ginario, sino reconstituido. Este es un aporte y diferencia formidable de Freud con la Metafísica y con la Ciencia. Es decir, no existe un puro presente viviente y constituyente. Si él “a posteriori” no fuera la temporalidad del trabajo anímico, no sería posible el análisis. Querría decir que sería como en La Historia Oficial: una historia única, inmutable, que no puede reescribirse, resignificarse.
El Psicoanálisis tiene la particularidad de establecer una relación cura – saber. Él analizando desempeña una parte activa, puesto que debe asociar y esto conduce, en la transferencia, a una intelección misma del mate-rial. Se rompe así con la relación de superioridad que proponen otras terapias o modos de pensamiento. Lo más frecuente es que se ofrezca una racionalidad “superior”, que sabe “a priori”. En el Psicoanálisis se considera que el saber está del lado del analizante, que este saber produce una verdad que es siempre “singular”, no generalizable, por lo tanto a ser producida. Lo generalizable es el conocimiento, la teoría (la Doctrina), pero no el proceso singular.
Además, el trabajo en la transferencia nos plantea el problema de “las transferencias”, del analista y del analizante. En una época, en sus inicios, esto se reducía a los términos transferencia – contratransferencia. Se inducía al equívoco de pensar que las actualizaciones de las mociones inconscientes de analista podían ser atribuidas exclusivamente al paciente y no a algo que debía ser analizado en sí mismo por el analista en su propio análisis.
El trabajo analítico, tanto en la situación (intensión) analítica como en extensión (aplicación) lleva a cabo una producción simbólica inédita. Me refiero a extensión, cuando apropiadamente podemos, en diferentes tipos de situaciones, preguntarnos, interrogarnos, poner en cuestión: lo que escuchamos, leemos, observamos: ¿puede ser colocado en alguna conexión asociativa?, ¿Asociarse con qué o quién?, ¿Por qué fue precedido y que lo continúa?, ¿Podemos hallar el “hilo lógico”, la o las palabras que establecen puentes y relaciones entre situa-ciones aparentemente muy diferentes?, ¿Cuándo alguien habla, quién habla?, ¿A quién se dirige?. Recorde-mos que somos pensados por nuestros pensamientos y soñados por nuestros sueños. Esto que llamamos extensión tiene que ver con una “lectura sintomal”. Lo que aporta a esto el Psicoanálisis, además de lo inconsciente y justamente por él mismo, es una posición de “neutralidad” que es nuestra posición ética de partida. Esto consiste en considerar que la verdad es tan desconocida tanto para los consultantes como para los consultados, puesto que es inconsciente. Algunos síntomas son muy obvios, como los llamados equívocos o deslices del lenguaje (comúnmente popularizados como furzios). Estos equívocos se acercan más a la verdad que los discursos muy elaborados. Ejemplo: “estamos recurrando . . .recorriendo la provincia”. Los caricaturistas suelen expresar de una manera metafórica muy acertada hechos de actualidad. Dicen, algo verdadero, con un efecto muchas veces más eficaz que leer muchos diarios. Recordemos por ejemplo a Ortiz, a Quino, etc. Además nos sorprende su actualidad, a pesar, muchas veces, de haber sido realizado hace tantos años.
Pero, ¿qué produce el trabajo analítico?: lo que el trabajo analítico produce tiene una función desmistificadora, produce un goce de enterarse y alivia la culpa y la angustia.
En sus trabajos: Tótem y tabú (Íbid.) y Psicología de las masas y análisis del yo (Volumen 18). Amorrortu. 1921), Freud profundiza de una manera original la relación líder – ideal – masas. En el primero de los textos citados hace un extenso análisis de la “lealtad” política, que expresa en términos de sumisión y sometimiento. Quién piensa diferente será segregado. Esta línea de pensamiento se continúa en El malestar en la Cultu-ra.(Volumen 21. Amorrortu. 1929 – 1930). El Amo quiere moderación y trabajo para los demás, más aún el poder necesita del amor de los demás para sostenerse. Es lo que Pierre Legendre llama “El amor al censor”.