EL DIAGNÓSTICO PEDAGÓGICO

2. Situación actual

A partir de los años 70 y comienzos de los 80 se recrudece la crítica al modelo de diagnóstico psicométrico y clínico. Los avances en la investigación sobre el ambiente, los trabajos orientados desde una perspectiva interaccionista y de las teorías cognitivas (algunas de las cuales se integrarán con la anterior), han influido considerablemente en promover un cambio de enfoque en el diagnóstico.

Se plantean nuevas perspectivas de investigación, basadas en el paradigma crítico. Se parte de la necesidad de analizar «el cambio». La interacción del sujeto con el ambiente cobre un papel relevante en estos trabajos. Se reformulan algunas concepciones de la inteligencia y la personalidad por la aportación de los cognitivistas.

El redescubrimiento de las investigaciones y trabajos de L. Vygotski efectuados en los años 20 y 30 en la Unión Soviética, están desempeñando en la actualidad un importante papel.

2.1. Aportación ambientalista. Magnusson (1981) señala tres razones que fundamentan la necesidad de considerar las variables situacionales a la hora de realizar un diagnóstico:

La importancia del análisis de situaciones para el proceso evolutivo.

La conducta se predice en situaciones, por tanto los elementos que componen la situación jugarán un importante papel a la hora de comprender y explicar la conducta.

Dado que la conducta se desarrolla en situaciones concretas, en la medida que las conozcamos y podamos variarla, conductas no aceptables socialmente se pueden transformar en conductas deseables.

Este último aspecto cobra una gran importancia de cara a la intervención, tanto modificativa como preventiva.

Los planteamientos de Mischel (1968), partiendo de su crítica al modelo de rasgos y factores como insuficiente para explicar la conducta humana, le lleva a concluir que la predicción y explicación de ésta debe hacerse en base a fenómenos ambientales, y no sobre las variables internas de la persona. Esta postura desembocó en un enfoque situacionista, que intenta explicar la conducta casi exclusivamente a partir de variables situacionales, siguiendo un modelo skinneriano.

Pero ya este mismo autor, en obras posteriores (Mischel, 1973, 1981, 1985), se da cuenta de la parcialidad de este modelo, y se sitúa dentro de una postura interactiva.

La postura ambientalista, apoyada exclusivamente en el modelo conductista radical, ha recibido críticas, sobre todo por su sesgo metodológico (Browers, 1973).

2.2 Aportación interaccionista. Surgida a principios de los años 70 intenta abarcar a la persona desde la totalidad. Tiene como objeto el estudio empírico de las situaciones en relación con la conducta.

Las características podrían concretarse en:

a) La conducta se explica como función de la constante interrelación entre características personales y variables de la situación (ambiente psicológico); b) énfasis en el carácter activo del organismo; c) de entre las variables personales se destaca el papel relevante que juegan los factores cognitivos; d) cuando se habla de la situación se hace especial referencia a la significación que ésta tiene para el individuo, la valoración que éste le concede. Bermúdez (1985, 98).

Relación con la persona interesa la situación actual y para ello es necesario conocer el proceso de desarrollo que se entiende como un proceso de desarrollo que se entiende como un proceso de aprendizaje social; las variables personales se desarrollan con los aspectos genéticos.

Ha sido Mischel (1973, 1976) quien ha defendido las variables personales que reflejan los modos con los que las personas se enfrentan a las situaciones y que las hacen generar patrones complejos de conducta. Según este autor son: a) capacidad para construir o generar patrones cognitivos y conductuales; b) estrategias de codificación y constructos personales; c) expectativas; d) valores subjetivos; e) mecanismos autorreguladores. Los dos primeros se refieren a las posibilidades de conducta con que el sujeto afronta el problema concreto que le plantea la situación; los restantes explican como esa potencialidad se traduce en ejecución.

Con respecto a la situación se pueden considerar dos posibilidades: a) la situación física, objetivamente considerada en función de sus características físicas (Craik, 1973), sociales (Sherif y Sherif, 1969; Moos, 1973), o con la combinación de ambos; b) la consideración subjetiva, definida por la percepción que el individuo tiene de la misma y sus reacciones ante ella.

En la actualidad coexisten dentro de esta tendencia dos posturas. Una más cercana a la posición situacionista, se interesa por el ambiente físico. La segunda, sin embargo, se centra más en las variables cognitivas, es decir en la segunda forma de considerar la situación.

De cara a la realización del diagnóstico ambos tipos de situaciones (ambientes), reales o percibidos, son relevantes. Pero nos interesa incidir sobre todo, sobre estos últimos.

En las situaciones percibidas el ambiente se interpreta en relación con la persona por lo que cobran gran relevancia las variables psicológicas personales en la definición de la situación. De especial importancia son los procesos cognitivos y perceptuales que, en definitiva, serán los que incidirán en cómo la persona interpreta la situación.

La integración de las aportaciones cognitivistas en esta perspectiva supondrá una gran aportación.

2.3 Aportación del cognitivismo. Lautrey (1982) cita como fuentes del cognitivismo a dos corrientes. Una ligada a los progresos de la lógica formal; y la otra al dinamismo de la corriente estructuralista europea.

Desde la primera corriente ocupa un papel importante la formalización de los lenguajes de programación y su aplicación a la psicología. Entre las aportaciones realizadas cabe destacar la de que la persona es un ser activo ante la información, la cual selecciona, codifica y almacena y busca de nuevo cuando le interesa.

Los estudios de Bruner sobre el aprendizaje de conceptos, inspirados en la teoría de la información, ponen el acento también en las estrategias activas que la persona emplea para buscar la información. O los escritos de Newell, Shaw y Simon (1958) que proponen considerar a la persona que resuelve un problema como un sistema de tratamiento de la información.

Los teóricos conductuales pronto empiezan a interesarse por estos trabajos y en la primera obra de síntesis de estos, Neisser (1967) plantea que el problema de la psicología cognitiva consiste en comprender cómo la información contenida en un estímulo que se traduce por un influjo a nivel de los receptores sensoriales, se codifica, transforma, almacena… Comienza el acercamiento del cognitivismo al conductismo.

Dentro de la psicología cognitiva hay varias corrientes que se distinguen por la forma de acceder a los procesos mentales, y por las duraciones de los procesos a los que se dirige su estudio.

Todos estos estudios han dado lugar a la búsqueda de formas de evaluación de la inteligencia diferentes. Esta ya no sólo se conceptualiza en forma de rasgos o habilidades, sino que cobran especial interés los procesos cognitivos, las maneras de procesar la información.

Dentro de esta corriente se pueden situar también las aportaciones que provienen del redescubrimiento de la figura de Vygostki, basadas en los estudios de este autor sobre la zona de desarrollo potencial y su aplicación a la evaluación por Feuerstein. Ello posibilitará el conocimiento de las competencias del sujeto (en base a los conocimientos y habilidades adquiridas) para construir estrategias cognitivas y de conducta. Y el conocimiento de las estrategias que puede adquirir con la tutela del adulto. Este enfoque también representa un punto de partida, diferente para la evaluación de la inteligencia, y adquirirá una importancia vital de cara a la intervención, sobre todo en los casos que son necesarias estrategias de modificación.

La aproximación cognitivista al estudio de la personalidad es otra de las derivaciones de la psicología cognitiva. Desde este enfoque lo que da la unidad a la persona es su manera propia de tratar la información o dicho de otro modo su estilo cognitivo. Los representantes de esta corriente tratan de romper el esquema clásico de lo cognitivo y la personalidad como dos entidades separadas o independientes. Witkin que ha sido el mayor defensor de esta corriente, a partir de la teoría de la diferenciación sostiene que los subsistemas puestos en juego para el tratamiento de la información pueden ser más o menos diferenciados, y defiende que hay una constancia en la forma en que la persona trata la información tanto a nivel perceptivo, de razonamiento como de sistemas defensivos.

Estos planteamientos al cambiar la forma de evaluación de los sujetos suponen una aportación a un cambio de enfoque en el diagnóstico.

Meyers et. al. (1985) partiendo de los avances derivados de esta perspectiva se muestra partidario de este cambio de enfoque en el diagnóstico. Los presupuestos que plantea son:

a) La consideración del funcionamiento cognitivo como una función de desarrollo que acontece en la interacción continua sujeto-ambiente.

b) La necesidad de que el diagnóstico sea considerado en relación al ambiente: evaluación en diversas situaciones.

c) El diagnóstico ha de proporcionar información sobre las potencialidades y no sólo sobre las deficiencias.

d) El diagnóstico debe implicar una participación activa del examinador y examinado.

e) La necesidad de establecer el nexo de diagnóstico y tratamiento.

Todos estos planteamientos han originado que se amplíe el abanico de posibilidades de realización del diagnóstico. Algunas de estas aportaciones han sido recogidas en psicología por la Evaluación Conductual-Cognitivo-Social. No creemos, sin embargo, que sea esta la única alternativa, ni que el planteamiento del diagnóstico se haga en base a la oposición de modelos.

Aun a riesgo de que se nos tache de «eclécticas», nos parece que es importante el ir integrando estas nuevas vías en el diagnóstico en función de los objetivos que se persiguen. En el siguiente apartado se tratan los modelos del diagnóstico y las contribuciones que estas nuevas tendencias pueden aportar.

La realización del diagnóstico viene condicionada por diferentes eventos: circunstancias ambientales, el marco teórico del diagnosticador, los objetivos que persiga, etc. Los modelos elegidos le marcan la pauta del proceso, y de alguna de las técnicas a emplear.