Estilos parentales y trastornos de conducta en la infancia: Modelo psicodinámico

(¨Estudio sobre los estilos educativos parentales y su relación con los
trastornos de conducta en la infancia¨ AUTOR: ANTONIO FÉLIX RAYA TRENAS)

EVOLUCIÓN HISTÓRICA DEL CONCEPTO DE ESTILO PARENTAL

1. El modelo psicodinámico.
Las investigaciones en el campo de la socialización que trabajaron desde una
perspectiva psicodinámica centraron sus esfuerzos en la relación emocional entre los
padres y los hijos y su influencia en el desarrollo psicosexual, psicosocial y de la
personalidad. Como otras teorías de socialización ofrecidas en este periodo histórico,
sus modelos eran estrictamente unidireccionales. Estas teorías argumentaban que las
diferencias individuales en las relaciones emocionales entre padres e hijos deberían
derivar necesariamente de las diferencias en los atributos parentales, de manera que
muchas investigaciones se centraron en las actitudes como atributos más importantes
(Darling y Steinberg, 1993). Por ejemplo, después de revisar la literatura referente a la
influencia de un amplio abanico de prácticas parentales sobre el desarrollo de la
personalidad en la infancia, y observando que no había una relación consistente entre
ninguna práctica parental específica y los resultados en el niño, Orlansky (1949)
concluyó que una medida disciplinaria específica no ejerce una influencia psicológica
invariable sobre el niño y que sus efectos pueden ser medidos sólo desde un estudio de
las actitudes parentales asociadas a ésta.
La creencia de que las actitudes ayudan a determinar tanto las prácticas
parentales como otras conductas más sutiles que dan significado a dichas prácticas,
llevó a muchos investigadores que trabajaron desde este enfoque a pensar que midiendo
las actitudes parentales podrían captar el modo de interacción familiar que determinara
la relación padre hijo e influyera en el desarrollo del niño (Baldwin, 1948; Orlansky,
1949; Schaefer, 1959; Symonds, 1939). Este cambio, que dio un mayor énfasis a las actitudes que a los comportamientos, planteó sin embargo el siguiente problema para los
investigadores: el comportamiento está determinado y compuesto principalmente de
actitudes, pero las actitudes son expresadas por medio de comportamientos. Así,
Symonds (1939) afirmó que la seguridad emocional del niño deriva de los sentimientos, actitudes, necesidades y propósitos de los padres, pero sólo si le son abiertamente expresados por medio de palabras y acciones. Por lo tanto, aunque las actitudes son juzgadas como más importantes que los comportamientos, no hay forma de medir las
primeras sin medir los segundos.
Las investigaciones que se centraron en los procesos emocionales que hay detrás
de los estilos parentales intentaron salvar esta diferencia entre las actitudes parentales y
los comportamientos específicos mediante la suma de comportamientos específicos, a lo
que Schaefer (1959) denominó “nivel molar”. En lugar de estudiar prácticas
individuales, las prácticas parentales fueron agrupadas en categorías más amplias en
base a su capacidad para cambiar los procesos emocionales (Baldwin, 1948; Orlansky,
1949; Schaefer y Bell, 1958; Symonds, 1939). Estas categorías molares eran, entre
otras, salvando la dificultad de traducción de algunos de estos términos, concesión de
autonomía, ignorancia, castigo, percepción del niño como una carga, severidad, uso del
temor como medio de control y expresiones de cariño (Schaefer, 1959, 1965).

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