Evaluación de las funciones ejecutivas en el niño (BRIEF, D-KEFS, Test Stroop de colores y palabras y otros tests)

TÉCNICAS PSICOMÉTRICAS Y EXPERIMENTALES PARA EVALUAR LAS FUNCIONES EJECUTIVAS.
Al tratarse de un ‘constructo’ multidimensional y de límites imprecisos,
resulta difícil hacer una clasificación ordenada de las
numerosas técnicas propuestas para la evaluación de las FE. Para
simplificar la cuestión, Lezak [14] propone dividir el concepto en
áreas más restringidas y sugiere recursos para indagar cada una de
ellas. Considera cuatro aspectos:

Volición
Se refiere al proceso complejo que permite determinar lo que uno
necesita o quiere y concebir algún tipo de realización futura de esa
necesidad o deseo. Requiere la capacidad de formular un objetivo o
formalizar una intención. La conducta volitiva tiene dos importantes
precondiciones: la motivación –implica la habilidad para iniciar la
actividad–, y la conciencia de sí mismo –psicológica y física y en
relación con un entorno–. No hay pruebas formales para investigar
este aspecto; los datos se recogen de la observación directa del paciente
y de la información provista por familiares y allegados.

Planificación
Planificar implica la capacidad para identificar y organizar los pasos
y elementos necesarios para llevar a cabo una intención o lograr un
objetivo. Para planificar, se deben concebir cambios a partir de las
circunstancias presentes, analizar alternativas, sopesar y hacer elecciones;
también se necesita un buen control de los impulsos y un
adecuado nivel de memoria y de capacidad para sostener la atención.
Este aspecto de las FE puede evaluarse con los tests de diseños
de cubos –se observa cómo se organiza el sujeto y si tiene un plan–,
construcción de oraciones de Binet, figura compleja de Rey, Bender,
laberintos, tests de torres (Londres, Hanoi, Toronto), etc.

Acción intencional
Plasmar una intención o plan en una actividad productiva requiere
iniciar, mantener, cambiar y detener secuencias de conducta
complejas de una manera ordenada e integrada.
La habilidad para regular la propia conducta se examina con
las pruebas de flexibilidad, que requieren que el sujeto cambie el
curso del pensamiento o de la acción de acuerdo a las demandas
de la situación.
La inflexibilidad de respuesta se pone en evidencia a través de
conductas no adaptadas, perseveraciones y estereotipias y dificultades
en regular y modular los actos motores
Puede investigarse con el test de Tinkertoy (TTT), test de usos
de objetos y test de usos alternativos, las tareas simples de fluidez
verbal y de fluidez de diseños, etc.
La tendencia a la perseveración puede ponerse de manifiesto
en el test de Bender y el test de retención visual de Benton, y
también en la copia de letras, números o palabras.
Para estimar la capacidad de control y regulación motora se
usa el paradigma go-no go.
Otro aspecto a tener en cuenta es la capacidad para mantener
una actividad motora. La inhabilidad para sostener una acción
puede deberse tanto a problemas de distracción como a fallos en
el autocontrol. Se explora a través de órdenes simples, como
mantener los ojos cerrados, sacar la lengua con los ojos cerrados
y los ojos abiertos, mantener la boca abierta, mantener el sonido
‘a’, etc. Tareas similares se encuentran en el ENE (examen neurológico
evolutivo) de Lefebre [15], en el PANESS (del inglés, physical
and neurological examination for soft signs) de Denckla [16]
o en baterías neuropsicológicas como el NEPSY [17].

Ejecución efectiva
Una ejecución es efectiva cuando la acción se efectúa de modo
correcto, en cuanto a su regulación, automonitorización, autocorrección,
tiempo e intensidad.
Si bien hay pocos tests específicamente concebidos con este
propósito, en realidad todos los tests de ejecución o manipulativos
proveen información sobre cómo responde el sujeto, la naturaleza
de los errores, distorsiones idiosincrásicas y esfuerzos
compensatorios, todos ellos datos útiles a tener en cuenta.