EVALUACIÓN NEUROPSICOLÓGICA EN POBLACIÓN ADULTA

Introducción
La evaluación neuropsicológica debe proporcionarnos una descripción válida del estado mental del paciente, tanto en el ámbito cognitivo como afectivo. Esta debe ser comprehensiva, pues representa -o debe- el punto de partida de la rehabilitación neuropsicológica.
Para el desarrollo de una evaluación neuropsicológica, pueden recurrirse a diversos instrumentos. Según Junqué y Barroso (1994), el empleo de los tests, tanto los provenientes de la psicometría clásica como aquellos que lo hacen de la propia neuropsicología, es muy diferente según se trate del campo de la investigación o del de la aplicación clínica. La diferencia principal se halla; por ejemplo, en los estudios de investigación, pues nunca se usan los tests
como instrumentos de medida estandarizados.
Estos constituyen, en este contexto, paradigmas conductuales y el rendimiento de los pacientes es comparado con grupos de control de sujetos normales o de otra localización lesional. Por el contrario, la neuropsicología clínica hace uso de los valores estándar para determinar la normalidad o anormalidad de las funciones examinadas y su grado de afectación.
Otra característica del uso de las baterías y tests en condiciones experimentales, según los anteriores autores, es que, a menudo, sólo una parte de estos se incluye en el estudio porque los objetivos no son los mismos los cuales guiaron la configuración de la prueba; además, al experimentador puede interesarle únicamente alguno de los aspectos incluidos.
Manga y Ramos (1999), por el contrario, consideran una suposición falsa, la afirmación de que los tests neuropsicológicos son de naturaleza diferente a los tests clínicos, educativos y vocacionales, lo que distingue a los diferentes tests es la finalidad con la cual se usan. Así, la neuropsicología ofrece un paradigma desde donde interpretar los datos de los tests individuales sirva de ejemplo las escalas de Wechsler, las cuales pueden ser utilizadas como medida de la inteligencia o con el propósito de hacer inferencias neuropsicológicas. De este modo, en la evaluación neuropsicológica, la ausencia de un déficit no aporta necesariamente mucha información, y con un solo ítem no es suficiente, no se puede diagnosticar una lesión en una determinada parte del cerebro; se ha de investigar mediante otros ítems el resto de las habilidades dependientes de aquella área pluripotencial.
Los tests, por consiguiente, en esta metodología cognitivo – experimental, tienen por finalidad no tanto la de proporcionar puntuaciones, sino más bien la de provocar conductas observables (Benedet, 1997). Hace años, esta autora había anticipado que la alternativa a los acercamientos anteriores, el clínico y el psicométrico, habría de venir de las posibilidades donde la psicología cognitiva ofrece a la evaluación neuropsicológica. Así, hemos de ser flexibles en su utilización, pues aunque son absolutamente necesarios para una valoración apropiada de los procesos mentales debemos ir más allá. (Manga y Ramos, 1999). Así, los neuropsicólogos de la orientación de Luria, en palabras del Dr. Manga (1987), comportamentales, debemos hacer uso de tests neuropsicológicos estándar; no obstante, realizarlo de modo que la responsabilidad recaiga en el examinador y en la selección que este hace de los tests, en la observación cualitativa y en la modificación de los procedimientos estándar.
En la investigación neuropsicológica, las relaciones existentes entre los cambios en el funcionamiento cerebral y los producidos en el comportamiento de los sujetos, son analizados recurriendo al método funcional. En este método, la variable independiente no la constituye primariamente una cerebral, sino el tipo de paradigma conductual al cual sometemos a los examinados.
En nuestra investigación, concretamente recurrimos a tres tipos de paradigmas conductuales: (1)
Paradigma conductual proveniente de la psicología experimental, ejemplo de este paradigma es el Stroop; (2) Paradigma conductual proveniente de la psicometría, son tests utilizados en neuropsicología con la finalidad de estudiar el sustrato cerebral implicado en ellos, utilizándose la Escala de Inteligencia de Wechsler (WAIS–III); (3) Los paradigmas conductuales generados como resultado de las propias necesidades de la experimentación neuropsicológica, contando para ello con la batería de evaluación neuropsicológica Luria – DNA.