M. Klein: La influencia del esclarecimiento sexual y la disminución de la autoridad sobre el desarrollo intelectual de los niños. Existencia

Existencia

De la pregunta «¿Cómo se hace una persona?», que ya no formula más en esta forma, se desarrolló una indagación sobre la existencia en general. Doy una selección de las abundantes preguntas de este tipo formuladas en estas semanas. Cómo crecen los dientes, cómo se quedan los ojos adentro (en las órbitas), cómo se forman las líneas de la mano, cómo crecen los árboles, las flores, los bosques, etc., si el tallo de la cereza crece con la fruta desde el comienzo, si las cerezas verdes maduran dentro del estómago, si las flores que se sacan de la planta se pueden volver a plantar, si la semilla que se recoge inmadura madura después, cómo se hace una fuente, cómo se hace un río, cómo van los botes al Danubio, cómo se hace el polvo; además, sobre la fabricación de los más variados artículos y materiales.

Interés por las heces y la orina

En sus preguntas más especializadas («¿Cómo puede moverse una persona, mover sus pies, tocar algo? ¿Cómo entra la sangre en la persona? ¿Cómo le viene la piel a una persona? ¿Cómo crecen las cosas, cómo puede una persona trabajar y hacer cosas?», etc.) y también en la forma en que continúa con estas investigaciones, así como en la necesidad constantemente expresada de ver cómo se hacen las cosas, de conocer el mecanismo interno (del inodoro, sistema de agua, cañería, revólver) en toda esta curiosidad me pareció que se encontraba ya la necesidad de examinar lo que en el fondo le interesaba, es decir, penetrar en las profundidades. La curiosidad inconsciente relativa a la participación del padre en el nacimiento del niño (a la cual no había dado hasta entonces expresión directa alguna) pudo tal vez haber sido responsable en parte de esta intensidad y profundidad. Esto también se manifestó en otro tipo de pregunta que durante un tiempo se mantuvo en primer plano, y que sin haber hablado antes sobre ello, era en realidad una investigación sobre las diferencias sexuales. Por esta época repetía a menudo la pregunta de si su madre, yo y sus hermanas habíamos sido siempre niños, si toda mujer cuando era chiquita era una niña (8) -si él nunca había sido una niña- y también si su papá había sido varón cuando chico, si todos, si todos los papás habían sido primero varones; una vez, también, cuando la cuestión del nacimiento se estaba haciendo más real para él, preguntó a su padre si él también había crecido dentro de su mamá, usando la expresión «en el estómago» de su mamá, expresión que usaba algunas veces aun cuando se le había corregido ese error. El afectuoso interés por las heces, la orina y todo lo relacionado con ellas que siempre reveló, ha permanecido muy activo y su placer por ellos se pone, en ocasiones, abiertamente de manifiesto. Por un tiempo dio a su pipi (pene) -al cual tiene mucho afecto- un sobrenombre, lo llamaba «pipatsh» pero otras veces lo denominaba «pipi» (9). Una vez también dijo a su padre mientras sostenía el bastón de este último entre sus piernas. «Mira, papá, qué enorme pipi que tengo». Durante un tiempo habló de sus hermosas «cacas» (heces) y en ocasiones contemplaba su forma, color y cantidad. Una vez, a causa de una indisposición, tuvieron que aplicarle un enema, procedimiento muy poco usado con él, al que siempre se resiste intensamente; también toma los medicamentos con gran dificultad, especialmente las píldoras. Se sorprendió mucho cuando vio que las deposiciones eran líquidas y no sólidas. Preguntó si la «caca» salía de adelante ahora, o si eso era agua de «pipi». Al explicársele que era lo de siempre, sólo que fluido, preguntó: «¿Pasa lo mismo con las niñas? ¿A ti también te pasa eso?» Otra vez se refirió al proceso intestinal que su madre le había explicado en conexión con el enema, y preguntó sobre el agujero por donde sale la «caca». Mientras formulaba la pregunta me dijo que recientemente había mirado o había querido mirar ese agujero. Preguntó si el papel higiénico era también para los otros. «Entonces… mamá, tu también haces caca, ¿no?» Cuando ella contestó afirmativamente, observó, «porque si tú no hicieras ‘caca’ nadie en el mundo haría, ¿no es cierto?» En relación con esto habló sobre el tamaño y color de los excrementos del perro, de los otros animales y los comparó con los suyos. Estaba ayudando a pelar arvejas y dijo que le iba a dar un enema a la vaina, abriría el «popó» y sacaría la caca .

El sentido de la realidad

Con el comienzo del período de interrogaciones, su sentido práctico (que como ya señalé se había desarrollado muy pobremente antes de las preguntas sobre el nacimiento, lo que hacía que Fritz estuviera atrasado en comparación con otros niños de su edad) presentó un gran adelanto. Aunque continuaba la lucha contra su tendencia a la represión pudo, con dificultad pero vívidamente, reconocer varias ideas como irreales en contraste con las reales. Ahora, sin embargo, manifestaba la necesidad de examinarlo todo desde este aspecto. Desde la terminación del segundo período esto se había puesto de manifiesto en primer plano, particularmente en sus esfuerzos por investigar la realidad y evidencia de cosas que hacía tiempo le eran familiares, de actividades que había practicado y observado repetidas veces, y de cosas que había conocido desde hacia años. En esta forma adquiere un juicio independiente propio del que puede extraer sus propias conclusiones.

Preguntas y certidumbres obvias

Por ejemplo, comía un pedazo de pan duro y decía: «El pan está muy duro»; después de comerlo: «Yo también puedo comer pan muy duro.» Me preguntó cómo se llamaba eso que se usaba para cocinar y que estaba en la cocina (se le había escapado la palabra). Cuando se lo dije, manifestó: «Se llama hornalla porque es una hornalla. Yo me llamo Fritz porque soy Fritz. A ti te llaman tía porque eres tía.» Durante una de las comidas no había masticado convenientemente un trozo de alimento y por esta razón no pudo tragarlo. Continuando su comida, dijo: «No bajará porque no lo mastiqué.» Inmediatamente después: «Una persona puede comer porque mastica.» Después del desayuno dijo: «Cuando revuelvo el azúcar en el té sé va a mi estómago.» Dije: «¿Es verdad eso?» «Sí, porque no se queda en la taza y va a mi boca». Las certezas y realidades adquiridas en esta forma le sirvieron evidentemente como patrón de comparación para nuevos fenómenos e ideas que requerían elaboración. Mientras su intelecto luchaba con la elaboración de los conceptos recientemente adquiridos y se esforzaba por valorar los ya conocidos, y por apoderarse de otros para hacer comparaciones, se dedicaba a escrutar y registrar los que ya había adquirido, así como a la formación de ideas nuevas. «Real», «irreal» -palabras que ya se había acostumbrado a usar- adquirían ahora un significado completamente distinto por la forma en que las usaba. Inmediatamente después de admitir que la cigüeña, la liebre de Pascua, etc., eran cuentos de hadas, y que había decidido que el nacimiento desde el interior de la madre era algo menos bello pero más plausible y real, dijo, «pero los cerrajeros son reales, porque si no ¿quién haría las cerraduras, entonces?» Y después que se vio aliviado de la obligación de creer en un ser para él incomprensible, increíble, invisible, omnipotente y omnisciente, preguntó: «Veo lo que existe, ¿no?… Y lo que uno ve es real. Veo el sol y el jardín», etc. Así, estas cosas «reales» habían adquirido para él un significado fundamental, que le permitía distinguir todo lo visible y verdadero de aquello (hermoso pero desgraciadamente falso, no «real») que sucede sólo en los deseos y fantasías. El «principio de realidad» (10) se había establecido en él. Cuando después de la conversación con su padre y con su madre se puso del lado de la madre compartiendo su incredulidad, dijo: «Los coches eléctricos son reales y los trenes también, porque yo he andado en ellos.» Había encontrado en las cosas tangibles la norma con que podía medir también las cosas vagas y dudosas que su anhelo de verdad le hacía rechazar. Para empezar, las comparaba sólo con objetos físicos tangibles, pero ya cuando dijo: «Veo el sol y el jardín, pero no veo la casa de tía María y sin embargo existe, ¿no es cierto?», había ido un paso más allá en el camino que transforma la presencia de lo que sólo es visto en la presencia de lo que es pensado. Hizo esto estableciendo como «real» algo que sobre la base de su desarrollo intelectual del momento parecía esclarecedor -y sólo algo adquirido de esta forma- y adoptándolo entonces. La poderosa estimulación y desarrollo del sentido de la realidad que surgió en el segundo periodo, se mantuvo sin disminución en el tercero, pero, sin duda como resultado de la gran masa de hechos recientemente adquiridos, tomó principalmente la forma de revisión de adquisiciones anteriores y al mismo tiempo de desarrollo de nuevas adquisiciones; o sea, que se elaboraron en forma de conocimientos. Los siguientes ejemplos están tomados de preguntas y observaciones que hizo en esta época. Poco después de la conversación sobre Dios, informó a su madre una vez, cuando ella lo despertó, que una de las niñas L. le había dicho que ella había visto un niño hecho de porcelana que podía caminar. Cuando la madre le preguntó cómo se denominaba ese tipo de información, él se rió y dijo «un cuento». Cuando inmediatamente después ella le trajo el desayuno, el niño observó, «pero el desayuno es algo real, ¿no es cierto? ¿La cena también es algo real?» Cuando se le prohibió que comiera cerezas porque todavía estaban verdes, preguntó: «¿No es verano ahora?, pero ¡las cerezas están maduras en verano!» Durante el día se le dijo que él debía devolver el golpe cuando otros niños le pegaran (era tan amable y poco agresivo que su hermano pensó que era necesario darle este consejo), y por la tarde preguntó: «Dime, mamá, ¿si un perro me muerde, puedo devolverle el mordisco?» El hermano había llenado de agua un vaso y lo había puesto en forma tal que desbordó. Fritz dijo: «El vaso no se mantiene bien sobre ese borde» (llama a todo límite preciso, a todos los límites en general, por ejemplo, la juntura de la rodilla, un «borde»). «Mamá, ¿si yo quisiera parar el vaso sobre su borde, querría derramarlo, no es cierto?» Un deseo ferviente y frecuentemente expresado por él era que se le permitiera sacarse los pantaloncitos que es la única ropa que usa en el jardín cuando hace mucho calor, y quedarse desnudo. Como su madre realmente no podía proporcionar ninguna razón convincente por la que no pudiera hacerlo, le dijo que sólo los niños muy pequeños van desnudos, que sus compañeros de juego, los niños L., no iban desnudos, porque eso no se hace. A lo que él pidió: «Por favor, déjame estar desnudo, entonces los niños L. dirán que yo estoy desnudo y a ellos los dejarán y entonces yo también estaré desnudo.» También ahora mostraba, por fin, no sólo comprensión sino también interés por cuestiones de dinero (11). Decía repetidamente que uno consigue dinero por lo que uno trabaja y por lo que uno vende en tiendas, que el papá obtiene dinero de su trabajo, pero que debe pagar por lo que se hace para él. También preguntó a su madre sí ella obtenía dinero por el trabajo que hacía en la casa (tareas domésticas). Cuando otra vez pidió algo que no podía obtenerse en ese momento, preguntó: «¿Hay guerra todavía?» Cuando se le explicó que todavía había escasez de ciertas cosas y que eran caras y por consiguiente difíciles de comprar, preguntó: «¿Son caras porque hay pocas?» Después quiso saber qué cosas, por ejemplo, son baratas y qué cosas son caras. Una vez preguntó: «Cuando uno hace un regalo no obtiene nada por él, ¿no es cierto?»

Notas:

(8) Alrededor de los tres años mostró un interés especial por las joyas, particularmente las de
su madre (que se mantiene aún), y decía repetidamente: «Cuando sea una señora usaré tres
broches al mismo tiempo». Con frecuencia decía: «Cuando sea una mamá…».
(9) Una vez, cuando tenía tres años, vio desnudo a su hermano mayor en el baño y exclamó
con regocijo: «¡Karl también tiene un pipi!» Dijo entonces a su hermano: «Por favor,
pregúntale a Lene si ella también tiene un pipi».
(10) Freud, «Formulaciones sobre los dos principios del acaecer psíquico», 1911
(11) El esclarecimiento que evidentemente había removido inhibiciones y permitido que sus
complejos se hicieran más conscientes, determinó al parecer el interés por el dinero y la
comprensión de su manejo, que ahora aparecían. Aunque había expresado hasta ahora su
coprofilia con bastante franqueza, es probable que la tendencia general a romper las
represiones, que ahora aparecía, se hiciera sentir también en relación con su erotismo anal,
dando así impulso a la posibilidad de sublimarlo en el interés por el dinero.

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