Finalismo y adaptación

Finalismo y adaptación

En «Pulsiones y destinos de pulsión», Freud denomina zweckmüssig a las acciones dirigidas a aplacar la necesidad como fuente interna de estímulo. Hemos cuidado de traducir siempre esa expresión por «acorde a fines», «adecuado al fin», y giros castellanos semejantes que incluyan la palabra «fin», reservada con exclusividad para Zweck. En cambio, traducimos Ziel como «meta». Aquella expresión aparece con frecuencia en el capítulo VII del libro sobre los sueños, y en el «Proyecto de psicología»; en está última obra puede estudiarse la combinación metodológica que hace Freud entre «mecanicismo» y «finalismo». Tiene particular importancia situarse bien respecto de esos términos, pues de lo contrario no se entienden los textos (en la Standard Edition, zweckmüssig aparece vertido por expediency (conveniencia), y expresiones similares, en el sentido trivial que también tiene el término alemán; así no se lo destaca como categoría de análisis). El empleo de argumentos «finalistas» por Freud, que suscita alguna nota de pie de página por parte de Strachey, puede despistarnos, sobre todo si se tiene en cuenta que en un trabajo tardío, «Psicoanálisis y telepatía», sostiene: «Los analistas son en el fondo unos mecanicistas y unos materialistas incorregibles, aunque quieren cuidarse de robar a lo anímico y a lo mental sus peculiaridades todavía desconocidas» (GW, 17, pág. 29). ¿Cómo se compadecen mecanicismo y teleología?

La noción de «acorde a fines» proviene de Kant. En el parágrafo 81 de la Crítica de la facultad de juzgar, bajo el título «De la composición del mecanismo con el principio teleológico en la explicación de un fin natural como producto de la naturaleza», sostiene que ni mecanismo ni teleología bastan por sí solos para la explicación del fenómeno orgánico. Postula la necesidad de componer el mecanismo de la naturaleza con el principio teleológico como el instrumento de una causa que actuara intencionalmente y a cuyos fines la naturaleza estuviera sometida a sus leyes mecánicas.

Y en cuanto al mecanicismo, Haeckel, en la Antropogenia, nos dice que el materialismo mecanicista lo explica todo desde causas naturales eficientes, prescindiendo de cualquier causa final. Si trasladamos esto a la anterior cita de Kant, diríamos que para el mecanicismo no hay ninguna causa que actúe «intencionalmente». Como lo expresa el propio Haeckel, el proceso del universo es «inconciente». Conviene retener esto último, a saber, que lo inconciente se refiere al orden de las causas eficientes.

Si en un tercer paso reunimos ambas nociones, el mecanicismo y la teleología, y tenemos presente la concepción de Goethe sobre la alternancia y determinación reciprocas de herencia y adaptación, podremos conjeturar que el finalismo Freudiano se ciñe a este último concepto. Recuérdese la primera división que hizo Freud entre las pulsiones: sexuales y de autoconservación. Estas últimas señalarían el lugar epistémico de la acción «acorde a fines», que acaso pueda plasmarse en caracteres adquiridos, a su vez susceptibles de trasmisión hereditaria (causalidad eficiente). Así quedaría conservado el mecanicismo básico, puesto que lo psíquico es en sí y por sí inconciente. En el último capítulo veremos, a propósito del superyó, que junto a un devenir-conciente lo inconciente hay un devenir-inconciente lo conciente, en cuyos encontrados caminos se expresa, en el nivel más alto, la dialéctica de lo humano.