Formaciones del inconciente: El sueño de los adultos y el sueño de los niños

En todos los sueños de los adultos intervienen dos factores: los pensamientos
latentes (contenido) y los deseos inconcientes (energía). Se dice que la condición
indispensable para que los pensamientos latentes puedan pasar al contenido
manifiesto es que no sean inmorales, pero desde el punto de vista de la moral del
sujeto, no del colectivo.
Una vez que se ha producido una cierta modificación, estos elementos pasan al
preconciente. Este proceso se conoce con el nombre de elaboración secundaria, que
consiste en perfeccionar el sueño desde el punto de vista conciente. Cuando los
contenidos latentes se han modificado por los procesos primario y secundario,
pueden atravesar la censura que los separa del conciente y es en ese momento
cuando se transforman en contenido manifiesto.
En el contenido manifiesto aparecen elementos que proceden de vivencias del sujeto
ocurridas en el día o días anteriores al sueño. Freud llamó a estos elementos restos
diurnos.
Al interpretar los sueños, se procura descubrir la forma propia del superyó, viendo
cuáles son los pensamientos rechazados por la censura del sueño, que sería la
manifestación de esta instancia sobre el yo.
En el método freudiano de análisis de sueños, se demanda al paciente que dirija su
atención sobre la idea de referencia de cada elemento del sueño
, para observar
claramente y comunicar al médico, sin excepción alguna, todo aquello que se le
ocurra con respecto a ella, sin aplicar ninguna crítica. Si se puede conseguir que el
sujeto renuncie a sus juicios sobre los contenidos y continúe tejiendo redes de
asociaciones mientras sigue focalizado al tema dado, se obtendrá un material
psíquico que enlazará claramente a una idea morbosa, se conectará con otras y
constituirá un significado inteligible para el paciente.
Por la reacción ante el contenido manifiesto, los sueños pueden dividirse en tres
categorías
: los que poseen un sentido y que al mismo tiempo son comprensibles, no
despertando extrañeza o asombro; otros sueños que, aunque presentan coherencia y
sentido, nos causan extrañeza por no saber cómo incluir dicho sentido en nuestra
vida psíquica y, por último, aquellos sueños que carecen de sentido y
comprensibilidad y que se nos muestran incoherentes, embrollados y faltos de
sentido.
Los sueños de los niños son simples y francas realizaciones de los deseos y tienen
una directa conexión con la vida diurna
, presentando la única transformación en el
sentido que una idea en optativa es sustituída por una visión en el presente y cierta.