Foucault y las tempranas críticas a la psicología en la década del cincuenta .PSICOLOGÍA Y ANÁLISIS EXISTENCIAL: RECUPERACIÓN DE LA EXISTENCIA DEL HOMBRE

Michel Foucault y las tempranas críticas a la psicología en la década del cincuenta

Matías Abeijón
Facultad de Psicología (UBA)
Buenos Aires, Argentina

Fuente: Revista de Epistemología y Ciencias Humanas

2. PSICOLOGÍA Y ANÁLISIS EXISTENCIAL: RECUPERACIÓN DE LA EXISTENCIA DEL HOMBRE
Foucault escribe en 1952 una extensa introducción, por encargo de su amiga Jaqueline Verdeaux, a la obra “Traum und Existenz” del psiquiatra existencialista Ludwing Binswanger. Esta contenía un amplio vocabulario heideggeriano propio de lo que Binswanger denominaba “análisis existencial”.
A lo largo del texto, más que reconstruir el abordaje que Binswanger hace del sueño, Foucault aprovecha la ocasión para desplegar su propia concepción del sueño, en cuyo seno se pone en juego la imaginación y la existencia.
Foucault comienza por aclarar que el modo de análisis adecuado para abordar al hombre (el Menschsein) en la experiencia onírica será el de una analítica existencial que permita ir de las formas antropológicas -el contenido real de una existencia que se vive en situación en el mundo– a las condiciones ontológicas de la existencia –la estructura trascendental del Dasein [5]. A través de este enfoque se busca situar una antropología que sobrepase “todas las formas de positivismo psicológico que pretenden agotar el contenido significativo del hombre con el concepto reductor de homo natura y la reubica, a la vez, en el contexto de una reflexión ontológica que tiene como tema principal la presencia en el ser, la existencia, el Dasein” [6].
Varias son las líneas que Foucault dedica a resaltar la insuficiencia de esta metodología del positivismo psicológico a la hora de abordar al hombre. Esta crítica metodológica se encuentra en el propio Binswanger. Cuando él hable de “ciencia de los hechos” o “ciencia del hombre”, destacará siempre “el rasgo fundamental de la estructura del ser humano, el ser-en-el-mundo” [7]. Se entiende por ello que, para Binswanger, la ciencia está referida a la filosofía: “una ciencia es capaz de comprenderse sólo cuando se ha rendido cuentas sobre el pensamiento básico a partir del cual ella, en cuanto tal modo científico determinado de fundamentar y argumentar, pregunta al ente de su investigación y le deja hablar. Así, pues, la ciencia está referida a la filosofía precisamente en la medida en que la autocomprensión de una ciencia, en cuanto síntesis de una consistencia fáctica de comprensión óntica, sólo es posible sobre la base de la comprensión filosófica del ser, y esto significa de la comprensión del ser en general” [8].
El privilegio que se le otorga a la experiencia onírica consiste en que la existencia del hombre se anuncia en ella: “la existencia en este modo de ser del sueño (…) se anuncia de manera significativa” [9]. Entonces, el sueño presenta un doble interés, pues implica tanto una antropología de la imaginación como un arribo a la comprensión de las estructuras existenciales.
El análisis de la imaginación pasa por el problema de las relaciones entre imagen y expresión, la manera en que las significaciones se manifiestan. Para exponer su perspectiva, Foucault polemiza primero la imagen con Freud y Husserl, y luego la imaginación con Sartre y Bachelard. No nos detendremos aquí a analizar en profundidad dichas críticas [10]. Simplemente marcaremos lo siguiente: para Foucault, la importancia del sueño radica en que este, en tanto experiencia existencial, permite abordar las estructuras existenciales del hombre y, por consecuencia, no puede reducirse “ni a un texto significativo a descifrar (psicoanálisis) o a constituir (fenomenología)” [11].
Si la imaginación no puede reducirse a ninguna de las categorías de los autores discutidos, habrá de concluirse que ella posee algo irreductible: es “apuntarse como movimiento de la libertad” [12]. Efectivamente, Foucault destaca a Binswanger en tanto permite superar las insuficiencias del análisis psicológico al “Recupera(r) la idea de que el valor significativo del sueño ya no se mide según los análisis psicológicos que de él pueden hacerse. La experiencia onírica, por el contrario, detenta un contenido tanto más rico cuanto se muestra irreductible a las determinaciones psicológicas en las que se intenta insertarlo” [13]. El rodeo por la imaginación reafirma el carácter especial del sueño, el cual “es un indicio antropológico de trascendencia; y, en esta trascendencia, le anuncia al hombre el mundo haciéndose él mismo mundo” [14]. Foucault ubica aquí el movimiento de una “libertad radical” en que la libertad se hace mundo y del que, en consecuencia, nace el mundo mismo de la existencia. La libertad del sujeto se ancla “en ese movimiento de nacimiento al mundo en que el sujeto está todavía en su mundo, antes de que éste se convierta en el mundo” [15].
Una vez aislada la esencia del sueño (indicio antropológico de trascendencia que acoge en su seno el movimiento de una libertad radical), Foucault incursiona más propiamente en las estructuras existenciales. Su exposición se centra en la estructura particular de la temporalidad de la existencia, que puede adoptar dos modalidades: la inauténtica y la auténtica. En la primera modalidad, la existencia no transcurre a la manera de la historia, sino que se agota en el devenir de las cosas, abandonándose al determinismo objetivo o alienando su libertad originaria. Foucault ubica aquí a la locura, entendida como forma inauténtica de la historicidad y ejemplificada por el caso de Ellen West (paciente de Binswanger), locura cuya existencia constituyente a menudo es olvidada por los psiquiatras en virtud de una cosificación de la entidad mórbida. En cambio en la segunda modalidad, la historia como forma auténtica es “esta trascendencia de lo existente respecto de sí mismo en el movimiento de su temporalidad” [16].
Es a través de esta doble vertiente existencial e imaginante del sueño (existencia misma que sigue la dirección fundamental de la imaginación) como se efectúa el paso de la antropología a la ontología: “De este modo, se abandona el nivel antropológico de la reflexión que analiza al hombre en tanto que hombre y en el interior de su mundo humano para acceder a una reflexión ontológica que concierne al modo de ser de la existencia en tanto que presencia en el mundo” [17].
Hacia el final de la introducción, Foucault da un último paso cuando, volviendo al terreno de la imaginación, destaca las bondades de la expresión poética con el objetivo de localizar la libertad originaria propia de la existencia auténtica. El verdadero poeta, nos dice, “rechaza el deseo cumplido de la imagen, porque la libertad de la imaginación se le impone como una tarea de rechazo” [18]. La imaginación poética circula a través de un medio de imágenes, pero no busca sustituirlas sino destruirlas y consumarlas: “El valor de la imaginación poética se mide por la potencia de destrucción interna de la imagen” [19]. Así, ella se constituye como medio para la liberación de las significaciones originarias, en tanto permite recuperar las estructuras fundadoras de la existencia.
La “Introducción” finaliza demandando la reconquista de esta libertad originaria de la existencia auténtica, al proponer como “tarea ética y necesidad histórica” [20] la superación del conocimiento antropológico del hombre concreto para arribar al hombre real o la existencia auténtica: la libertad originaria ya mencionada, “momento en que las significaciones de la existencia se cumplen en el mundo real” [21].
Esta sentencia final indica que la superación de la concepción positivista del hombre y la recuperación de su libertad originaria se traducen en una exigencia ética y necesidad histórica. Es decir, las críticas a la psicología y psiquiatría no se reducen a una mera enumeración de sus limitaciones a la hora de abordar al hombre a través de las categorías del homo natura, o bien a resaltar el hecho de que el análisis psicológico resulta insuficiente y debe supeditarse a la analítica existencial. Existe una exigencia y una necesidad de que estos conocimientos antropológicos sean superados. No negamos que esta sentencia de Foucault mantiene un velo de misterio, en tanto este punto no es desarrollado en la “Introducción”. Será en su obra contemporánea “Maladie Mental et Personnalité” donde, en clave marxista, se analicen las consecuencias de dicho postulado.

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