Funciones psicológicas y localizaciones en el cerebro: localizacionista (Paul Broca, Karl Wernicke)

La primera observación que permitió hacer una correlación muy específica entre una facultad psicológica muy compleja -como es el lenguaje- y una localización muy precisa en el cerebro -como es la tercera circunvolución frontal (TCF)- fue la expuesta por Paul Broca. En 1861, frente a la Sociedad Antropológica de París, presentó el caso de un paciente que no era capaz sino de expresar la sílaba TAN (por eso se le conoce con el nombre de «el paciente Tan») y, sin embargo, comprendía bastante bien todo lo que le decían. Cuando este hombre murió, Broca examinó su cerebro y descubrió una lesión muy circunscrita en la tercera circunvolución frontal. Todavía se conserva el cerebro estudiado por Broca y se ha sometido a muchos estudios bioquímicos, escanográficos e, incluso, se ha introducido dentro de un resonador magnético, todo esto para medir la lesión y estudiar hasta qué punto se acercaba a estructuras subcorticales. Este paciente, entonces, resultó tener una doble importancia: por un lado, permitió establecer la primera correlación entre una región específica del cerebro (TCF) y una facultad psicológica como el lenguaje. Por otro, se convirtió en el primer análisis de la asimetría funcional cerebral, pues, a partir de esto, se planteó que en las personas diestras el hemisferio izquierdo es normalmente el responsable del lenguaje, mientras que en los zurdos lo es el derecho. Esta interpretación más tarde se demostró falsa, al advertirse que tanto en zurdos como en diestros la representación lingüística se encuentra primordialmente en el hemisferio izquierdo. La diferencia consiste en que en los zurdos hay una asimetría que puede ser menos marcada, de modo que, aunque en la mayoría (70%) su representación del lenguaje se ubica en el hemisferio izquierdo, en algunos de ellos es bilateral y en otros está prioritariamente en el derecho. Por otra parte, menos del 1 % de los diestros tiene su representación del lenguaje en el hemisferio derecho (Betancur, 1989).
Las observaciones de Broca modificaron también la concepción del lenguaje como una función unitaria y localizada en una parte del cerebro, para empezar a tratarlo como algo fragmentado en el que se distinguen, entre otras, la comprensión y la expresión. Esta idea adquirió más forma luego de que, en 1874, Karl Wernicke describiera un caso opuesto al de Broca, de un paciente que hablaba con fluidez, que era capaz de producir lenguaje, pero que no entendía nada de lo que le decían. Al examinar este cerebro se encontró que la lesión ya no estaba en la TCF sino en la primera circunvolución temporal (PCT). El cuadro que se conoce ahora como afasia tipo Wernicke es aquel en el que se encuentra muy comprometida la comprensión del lenguaje, pero con una conservación de la capacidad de producción lingüística. A partir de entonces se comenzó a hablar de los dos tipos de afasias: la afasia de Broca y la afasia de Wernicke; la una de expresión (motora) y la otra de comprensión (sensitiva). De este modo, se empezó a comprender la fragmentación de esas funciones en distintas partes del cerebro, y comenzó lo que podría llamarse la corriente localizacionista: una vertiente de investigación que intenta dar respuesta a la pregunta de qué partes del cerebro se relacionan con qué funciones psicológicas. Prontamente este curso de ideas encontró contradictores y se formaron al menos tres grandes ramas de investigación: la dialéctica localizacionista, el ant/local/zaclon/smoy el asociacionismo. Esta última es una doctrina intermedia que sostiene que si bien hay centros muy especializados que se relacionan entre sí, la ruptura de estas conexiones también va a producir alteraciones y que, además, se necesita de la actividad conjunta de todo el cerebro, aunque éste se entienda como partes especializadas. Esto nos muestra que ha habido todo un abanico de investigaciones en torno a las facultades psicológicas y a su organización cerebral.