La Fundación de nuestra Facultad de Psicología. 1985-2015

La Fundación de nuestra Facultad de Psicología. 1985-2015

HUGO VEZZETTI

El aniversario convoca a la celebración. Es inevitable si se atiende a la situación y las conciones de lo fue la creación de la Facultad en 1985. A fines de 1983, a la salida de la dictadura la Carrera de Psicología estaba en una situación anormal, separada de la Facultad de FyL ,en un pozo de desprestigio y aislamiento. Ante todo había que reestablecer el funcionamiento de los claustros: eso era básicamente la “normalización”. Sobre todo el claustro de profesores; y por eso los concursos tuvieron desde el principio la mayor importancia. Quiero recordar a Susy Kaufman que estuvo a cargo del área de Concursos, donde trabajó con completa autonomía. La otra área destacada fue Investigación. Aníbal Duarte ocupaba la Dirección de Investigaciones: no era una Secretaría todavía pero le dimos un tratamiento equivalente y fue una de las áreas nuevas que se desarrollaron en una Carrera que casi no tenía antecedentes en ese sentido.

Pero no quiero hablar tanto de esos comienzos, un poco heroicos en la evocación. Implica el riesgo de la autocelebración.  Querría decir algo en el sentido de un juicio y una evaluación de los 30 años. Que pueden ser muchos o pocos. Freud, en 1909 como ustedes saben fue invitado a la Clark University que celebraba sus 20 años. Y los conmemoraba con una serie de reuniones científicas que convocaban a sabios y académicos de Europa y de América. Freud tomaba un poco con sorna el aniversario. Ustedes saben que no tenía una gran estima por la cultura norteamericana. Y decía, más o menos: “estos americanos siempre exagerados, celebran una Universidad que cumple 20 años; nosotros tenemos en Europa universidades que cumplen 800”. En efecto, la Universidad de Bologna fue fundada en 1098, la de Paris en 1150; y la de Viena en 1365.

O sea que el tiempo, la densidad histórica, es variable. Sin dudas, estos 30 años han sido mucho, muchísimo, para los estudios de psicología  en la UBA, y también para la Universidad y para el país. Y hay algo que no puede dejar de destacarse: 30 años continuados de normalidad institucional es algo que la Facultad de Filosofía y Letras, de la que viene la Carrera de Psicología, no tuvo nunca y la UBA pocas veces. Esto es algo que merece la máxima celebración.

Por supuesto la pregunta se abre al futuro: no sólo qué es hoy sino ¿qué va a ser dentro de 30 o 50 años esta Facultad o esta Universidad? No pretendo responder sino sólo mantener abierta esa pregunta; creo que debería acompañar cualquier celebración.

Puedo decir que ese futuro en mucho depende de lo que hoy hacemos y decidimos: en la enseñanza y la investigación; pero también en el compromiso público con la educación, la ciencia, la salud y la ampliación de los derechos en la sociedad.

Si hubo una idea, un valor, una ilusión incluso, en el período que hoy evocamos, el del nacimiento de esta Facultad, era la creencia en la eficacia del conocimiento, en el poder de las ideas para transformar material y simbólicamente una realidad política, social y cultural. Por supuesto, el marco era una realidad que con la dictadura había alcanzado un abismo de degradación política y de descomposición social.

El nacimiento de esta Facultad coincidió con cierto renacimiento de la democracia y de sus promesas, en el Estado y en la sociedad argentinas. Todos los que estuvimos comprometidos en esa empresa en la UBA compartíamos la idea de que estabamos sirviendo a una construcción mayor: de las instituciones y la cultura de la democracia. Los fines de la Universidad, sus frutos y los efectos buscaban proyectarse a la vida social, a las políticas públicas y las instituciones. Por supuesto, la condición era y sigue siendo el valor del conocimiento, de la innovación y la creación, de la libre discusión y circulación de las ideas. Pero si puedo recuperar algo de ese tiempo (ahora que también se inicia, en otras condiciones, un tiempo nuevo en la Argentina) es esto: la idea de la autonomía, del autogobierno, los principos del reformismo, no era una afirmación de autosuficiencia, ni apuntaba a consolidar privilegios corporativos.No se planteaba como una separación respecto de los problemas de la sociedad sino que veía la calidad del conocimiento y la independencia crítica como condición de la más amplia libertad de estudio e investigación. Y al mismo tiempo, esa autonomía debía regularse por la responsalidad y admitir los debates y los controles democráticos en el cumplimiento de los objetivos de la universidad, para una sociedad que, esperábamos, iba a incrementar correlativamente sus condiciones de libertad, integración y creatividad.

Estamos más viejos, pero me gustaría recuperar algo de ese compromiso.

Seguramente, los resultados estuvieron por debajo de nuestras expectativas; y seguramente también esas expectativas estaban por encima de lo que era posible esperar. Pero hay que recordar que eran tiempo proclives a la esperanza. Si miro hacia estos 30 años, no puedo olvidar que fueron también los 30 años de la democracia en la Argentina, en los que se pueden exhibir logros y fracasos. Es difícil, por lo menos para mí, pensar en este ciclo de la Universidad y de sus problemas sin contar con ese balance de 30 la democracia.

Porque la idea y el valor profundo de lo que queríamos construir estaba ligado a las promesas del nuevo tiempo: la investigación y los saberes que podían ayudar a pensar e iluminar un tiempo de renovación de la sociedad y del Estado. Esa relación, del saber y la política, no se planea del mismo modo. Incluso puede pensarse que ha entrado en crisis. Y la universidad, este colectivo de pensamiento que hemos podido construir, no es ajena a este divorcio de las ideas con la sociedad y la política.

Termino. Hoy la Facultad puede mostrar un perfil muy distinto en lo material y en lo humano. El aislamiento y el encierro han quedado atrás; y hay bases mucho más sólidas para la formación, la producción de conocimientos, las relaciones y los intercambios. No faltan, entonces, razones para celebrar el trabajo realizado. Pero en estas nuevas condiciones, queda planteada la necesidad de retomar aquel compromiso con el futuro que nos convocó en 1985. Hay nuevas responsabilidades que deben trasladarse a los más jóvenes en un camino necesario de renovación que sea capaz de extraer enseñanzas, analizar los problemas y reinventar las soluciones.

Noviembre de 2015

FUENTE: Revista Electrónica de la Facultad de Psicología – UBA (AÑO 5 – NÚMERO 17 – DICIEMBRE 2015)