La Gestalt, carácter

Carácter.
El tomar contacto con el cuerpo nos permite hacernos sujetos de nuestra experiencia y no objetos; permite el abrir y cerrar dinámicos. Sentimos, pensamos y actuamos de una misma manera, en un armonioso fluir con las diferentes experiencias de y en la vida. Este sería el prototipo de la persona que denominamos «normal».
Tener un «carácter» sería tener un comportamiento predecible. El carácter sería una serie de comportamientos aprendidos los que en su conjunto conformarían una estructura sobre la base de una serie de respuestas que fueron previamente introyectadas. Todos conformamos un carácter, pero lo sano es que esa estructura sea flexible, variable, dinámica.
La persona neurótica sería aquella que confunde la rutina con la personalidad, es decir, que confundiría el carácter con su propia persona y de esa manera, no se defiende sino que vive defendida.
Un carácter rígido y definido impide el crecimiento y de esta manera no hay contacto con lo nuevo.
Para poder sostener la neurosis debo evitar el contacto con lo nuevo; no puedo absorber experiencias nuevas. De esta manera no hay contacto con lo nuevo y me identifico con mi neurosis. Y mientras más rígido sea ese carácter, más limitado me encuentro; mayor es mi imposibilidad de entrar en contacto con lo nuevo.
La evitación del contacto que hace al y el neurótico es inconsciente, aunque hay una intencionalidad y es el descubrimiento de dicha intencionalidad el primer paso de todo proceso terapéutico.
Podemos no darnos cuenta del propósito implícito en lo que hacemos y es por ello que debemos ver el cómo lo hacemos, pues sobre la base de ese cómo es como vamos a descubrir la intención, el propósito. Cómo lo hacemos hoy, en el aquí y ahora es lo que hay que frustrar para descubrir lo que está implícito pero es inconsciente. Se busca así transformar un problema interpersonal en un problema intrapsíquico, en un problema que radica en uno mismo.
Y al descubrir que nosotros somos quienes generamos las situaciones que vivimos, haciéndolas encajar en nuestro argumento de vida, es que abrimos una abertura en el muro de nuestro carácter.