Gestalt, mecanismos defensivos

Mecanismos defensivos.
Todos los mecanismos de defensa son formas de evitar el contacto que permiten ver el cómo un individuo en particular se impide el contacto con el mundo interno y/o externo. Cuando hacemos contacto lo hacemos con lo exterior y con lo interior. La experiencia la asimilamos desde nuestro interior.
Es a través del contacto como discrimino lo que soy de lo que no soy y ello implica un equilibrio permanente y dinámico con el medio, lo que implica que mi identidad se va a encontrar inmersa en un proceso de transformación continua.
En la neurosis intentamos desesperadamente permanecer con nuestra personalidad intacta, inalterable, incambiada. Ello conduce a un intercambio con el medio que es insuficiente, lo cual provoca una sensación de estancamiento, de no fluir.
El carácter neurótico evita el contacto y por ende evita la transformación, el desarrollo y el crecimiento.
El contacto en si no es controlable. Cuando ocurre es espontáneo. Sólo podemos acceder a entrar en contacto y es por ello que el mismo es vivido como algo riesgoso.
El neurótico buscaría vivir siempre en una relación «como sí».
La proyección es una gestalt visible y detectable en el cómo, en tanto que implica un comportamiento, implica algo activo y no racional, el cual además se encuentra cargado de sentimientos y actitudes.
Reprimimos nuestros sentimientos y emociones con la totalidad de nuestra persona y no tan sólo con una parte de ella.
Por ello en el transcurso de la consulta buscamos abordar el fenómeno por más seguros que podamos estar de lo que dicho fenómeno signifique. Buscamos que el individuo se re-experimente a sí mismo.
Cuando recuperamos el sentimiento lo dirigimos hacia el hecho original que lo causa. En el proceso de consulta siempre devolvemos la proyección. Tratamos de lograr una diferenciación de la proyección de manera tal de que la persona se responsabilice por y de sus propias proyecciones, lo cual implica que como profesionales simplemente digamos: «yo soy yo».
Y así es entonces que cuando la persona que acude a consulta entra en contacto con algo, pues que descubre algo y así desaparece una fantasía que ha repetido a lo largo de su vida, buscando reconstruir constantemente el mundo como el quiere que sea.
Cuando la persona confiesa su temor a entrar en contacto, lo invitamos a realizar un experimento vivencial.
Cuando hay contacto hay una movilización de energía. El organismo es un instrumento sensorial que nos permite el percatarnos de cambios en nosotros mismos y en el medio ambiente circundante.
En sí mismos los mecanismos defensivos son neutros, no son ni buenos ni malos, todo depende de cómo sean usados. Como ya manifestamos, lo malo no es defenderse sino el vivir defendidos. El arte por ejemplo, implica una proyección lo que de ninguna manera se puede considerar como patológico; lo patológico sería el vivir proyectando partes no asimiladas de uno mismo.
Estos mecanismos defensivos para la Terapia Gestalt son:
oIntroyección: La introyección y la proyección están inseparablemente unidas, relacionadas. Si no digerimos lo que contactamos queda como un objeto extraño a nosotros mismos, de manera que al no des-estructurarlo no lo podemos asimilar.
Es así como comenzamos a llenarnos de introyectos, quedando cada vez menos espacio para la propia personalidad.
Introyectar significaría así el «tragarnos» experiencias sin ser integradas a la totalidad de nuestro ser. Y esto luego va a generar toda una serie de conflictos. El conflicto se daría así entre los deberías introyectados y mi propia personalidad.
La imposición de una idea o de una conducta generaría de esta manera una fuerza igual y contraria lo que anularía ambas fuerzas y provocaría un estancamiento.
El conflicto se resolvería sacando a la luz de la conciencia ambas partes .
Este mecanismo en sí mismo, como sucede con todos los mecanismos defensivos no es patológico. Por ejemplo, en la infancia las introyecciones son imprescindibles, pero cuando uno alcanza la capacidad de discriminar, entonces llega el momento de asimilar lo que sirve y eliminar lo que no.
Cuando una persona usa básicamente este mecanismo, nos hemos de encontrar entonces con personas con problemas de obesidad, de drogadicción, de alcoholismo. Son casos en donde la persona tiende a tragarse al medio ambiente y no lo digiere. Busca establecer «relaciones» con todo el mundo, pero no las asimila, sino que se las traga. Busca continuamente marcos de referencia así como el establecimiento de vínculos de dependencia y también justificaciones a su modo de ser.
Cuando estamos llenos de otras personas, ideas, cosas, sentimientos y emociones lo que sentimos es un enorme vacío y es ese vacío algo que yo no estoy ocupando y por ello, compulsivamente, con la esperanza de algún día sentirme satisfecho sigo introyectando cosas, sin darme cuenta que ese espacio sólo puede ser llenado por mí mismo.
Cuando rompemos algún introyecto, necesariamente cambiamos porque contactamos con la realidad de y en una forma nueva, diferente a la rutinaria. Así cada paso es una conquista sobre nuestro propio ser, no sólo sobre la autoridad introyectada sino también sobre nuestra propia autoridad.
Todo lo que no digerimos no forma parte de nosotros. El juicio crítico no es algo tan sólo racional sino que es algo pasional, siendo esta una de las formas más importantes para la des-estructuración de los introyectos.
•Proyección: La proyección sería una alienación de una parte de mi self que atenta contra mi identidad. Proyectamos lo que previamente hemos introyectado y que no aceptamos como propio. Al poner dichas partes alienadas en el ambiente, las proyecto. Por ejemplo, en las fobias proyectamos en la cosa, hecho, lugar o lo que sea, nuestras partes alienadas, como forma de manejar nuestras ansiedades y angustias. Este mecanismo es además la base de la paranoia donde la persona proyecta su agresividad sintiéndose así agredido por los otros.
La proyección es el mecanismo por el cual ponemos una parte de aquello que me pertenece en el ambiente. La alienamos de nuestra persona, la desposeemos.
Pero la proyección también tiene aspectos positivos como en el arte o cuando hacemos proyectos de futuro. El problema se instituye y se constituye cuando la misma se hace automática, rígida e inconsciente.
En la proyección evitamos estar en contacto con nosotros mismos y con los demás, así como con una serie de situaciones.
•Retroflección: Existen dos tipos de retroflección:
1.Hacernos a nosotros mismos lo que nos gustaría hacerle a los demás o al ambiente (proceso de culpa, depresión y de desvalorización y empobrecimiento de mi persona); y
2.Hacernos a nosotros mismos lo que nos gustaría que los demás nos hicieran (la persona se siente autosuficiente, se aisla, no confía en nadie y se autodesvaloriza). La energía se vuelca hacia uno mismo.
•Deflección: Aquí lo que hacemos es rebotar todo; no interesa nada. Cualquier cosa que provenga del medio, la devolvemos al medio de manera tal que no nos toque, que no nos penetre, de manera tal de preservar intacto nuestro mundo interno.
Este mecanismo se ve en el caso de personas muy ansiosas las que en vez de vivenciar la experiencia del momento presente, están en otra cosa. Es el mecanismo por excelencia para la evitación del momento presente. En su aspecto positivo la vemos funcionar cuando «eliminamos» ruidos molestos o cosas que nos interesan, o nos defendemos de situaciones agresivas.
•Confluencia: Los límites del contacto que permiten la identidad se rompen y entonces me con-fundo con el ambiente perdiendo así mi identidad.
Aquí el contacto se evita en cuanto se pierde en la medida en que no sé quien soy; no tengo una posición personal ante nada. El «beneficio» patológico estaría dado en cuanto que pierdo mi propio sentido de mi mismo y en consecuencia no tengo que responsabilizarme de mi mismo. En la confluencia me pierdo en el otro, siendo ésta una de las formas más fáciles de evitar el crecimiento.
Lo positivo estaría dado en y por el sentimiento de comunidad, de formar parte de algo mayor que uno mismo y de esa manera llegar a sentirse continentado (caso por ejemplo de la relación del niño con su madre).