La Gestalt y clínica

Gestalt y clínica

La psicología de la gestalt se transforma en Psicoterapia cuando F. Perls introduce el concepto de motivación.
Hay tres premisas que fundamentan la Gestalt como una terapia con sus aplicaciones en el campo de la Psicología Clínica.
1) La primera premisa es el darse cuenta, que tiene que ver con el «qué» y el «cómo» de la conducta y no con el «porqué». Sólo cuando el individuo se da cuenta de lo que hace y de cómo lo hace podrá cambiar su conducta. Esto introduce un cambio sustancial en el modo de concebir al paciente, el cual pasa de echar la culpa de lo que le sucede a algo o alguien externo a hacerse responsable de sus conductas y de sus consecuencias.
2) La segunda es la homeostasis, que Perls identificó con autorregulación organísmica y lo definió como el proceso mediante el cual el organismo interactúa con el ambiente para mantener el equilibrio.
3) La tercera es el contacto, que ya va implícito en la anterior premisa de homeostasis. El contacto es imprescindible para el crecimiento y el desarrollo del ser humano.

Salud y enfermedad
La salud y la enfermedad vendrán determinadas, pues, por una alteración en cualquiera de estas tres expresiones del ser humano. A partir de esa concepción, la persona que asiste a terapia ya no es un enfermo irrecuperable y la enfermedad no es una fijación en una etapa infantil –como lo era para el Psicoanálisis– o una mera conducta observable –como lo era para las terapias conductuales–, sino un desajuste en el intercambio con el ambiente.

Los objetivos de la Terapia Gestalt son:
– Pasar del apoyo externo al autoapoyo.
– Aprender a darse cuenta de lo que hace y cómo lo hace (auto-responsabilidad).
– Lograr la mayor integración posible, ya que esto facilita el crecimiento y desarrollo del individuo.
– Fomentar en el paciente una actitud activa y responsable que le permita aprender a observar sus conductas y a experimentar otras nuevas.

Lo novedoso de la terapia Gestalt
 Hay mucho de novedoso en la Terapia Gestalt y en su abordaje desde la práctica clínica. A saber:
1. Concepto de «paciente» como persona que viene a terapia en contraposición con el «enfermo incurable».
2. La cualidad del terapeuta como el que «enseña a aprender».
3. El proceso terapéutico como experiencia de contacto esencialmente fenomenológico.
En cuanto al primer punto, la persona es tratada como una totalidad y es co- responsable del proceso terapéutico; es por eso que ha de ser particularmente activo y capaz de descubrir y lograr sus objetivos a través de sus propios esfuerzos.

un terapeuta gestáltico:
No interpreta, no condiciona ni descondiciona: acompaña. Atiende a la conducta, no a los mentalismos. Atiende al darse cuenta y no a preguntas especulativas; al aquí y ahora en lugar del allá y entonces.
Tiene un estilo directo y activo en el trabajo terapéutico y una preocupación por crear una relación horizontal. Paciente y terapeuta son dos personas embarcadas en una tarea en la que el foco de atención es el paciente; no se fomenta la dualidad de que el sano es el terapeuta y el enfermo el paciente.
El uso del terapeuta como herramienta de cambio, el que apoya lo genuino y confronta lo neurótico del paciente. Sus devoluciones oscilan entre el apoyo y la frustración.
Por último, un terapeuta gestáltico no le dice al paciente lo que ha descubierto acerca de él, sino que le enseña a aprender acerca de sí mismo.

En lo que se refiere al proceso terapéutico, éste no es un producto terminado sino que ha generado una persona que ha aprendido a desarrollar el «darse cuenta» que necesita para solucionar sus propios problemas. El criterio de éxito no es la aceptación social, sino el incremento de la capacidad de darse cuenta del paciente, que se ve reflejado en un aumento y recuperación de su vitalidad y en una conducta más integrada de acuerdo a sus necesidades esenciales y a sus posibilidades.
La última aportación a la que quiero referirme está contenida en una frase de Perls: «La Terapia Gestalt es algo demasiado bueno como para acotarlo exclusivamente a los neuróticos”.