GIRO AFECTIVO:

Fuente Intersecciones Psi (revista electrónica dela facultad de Psicología – UBA) Año 10 – Número 34- Marzo de 2020

CONCLUSIÓN

Foucault demuestra de esta manera la importancia de analizar la construcción social del concepto de cuerpo, ya que este determinará el posterior desarrollo no solo de las nociones que se desprenden de él, sino las formas de regulación social que esta producirá en diversos ámbitos, que van desde la dietética y la erótica en la Antigüedad hasta el adoctrinamiento de los cuerpos en la Modernidad, todo centrado en el eje de la relación que uno tenga consigo mismo (el cultivo y el cuidado de sí), que, como ya se dijo, da el pie para establecer la subsecuente vinculación interpersonal. Si esta noción de cuerpo es generada socialmente, es entonces a este factor al que tenemos que atenernos para analizar la intersubjetividad, en un primer nivel, y la subjetividad propia del individuo en un segundo grado.

Relacionando lo dicho con las emociones, el estudio de estas bien debería partir primero de un estudio del modo de injerencia actual del sistema (primariamente económico) en la sociedad que constituye, del cual extraer los supuestos a analizar sobre el estado afectivo de los sujetos que la componen, para luego cotejar estos con el estudio de los sujetos. Eso plantearía varias ventajas, como, por ejemplo, que ya desde el inicio la meta no sea alcanzar una verdad metafísica sobre las emociones, sino ver de qué modo están manifestadas en la realidad actual, lo que permitiría lidiar más “certeramente” con ellas, y, por otro lado, poner a prueba nuestra propia facultad investigativa como psicólogos, sociólogos, antropólogos, etc., ya que sería tomar el riesgo de que nuestros supuestos sean erróneos al cotejarlos con el estudio de los sujetos, obligándonos a replanteárnoslos. Por supuesto, esto requiere de la participación de varias disciplinas en conjunto e igualdad de condiciones; en la sociología, por ejemplo, podríamos valernos para esto de conceptualizaciones como la teoría del campo de Pierre Bordieu, sobre todo con las nociones de habitus (importante en la repetición de las estructuras sociales de la que habla Juárez) y capital simbólico (relevante para el entendimiento del lenguaje como transmisor cultural). Dicho todo esto, se propone retomar un análisis que parta del estudio de los sistemas sociales con la intención de discernir las nociones que en estos prevalecen y dominan, nociones que dictarán la forma del accionar que los sujetos han de tomar, y por ende la constitución de su psiquismo. Para esto podemos tomar como referentes el construccionismo social de Kenneth Gergen (2007), que propone la gestación y el desarrollo de una modalidad generativa de las teorías, al menos en las ciencias humanas, implicando esto que los investigadores se piensen y posicionen a sí mismos como parte de su objeto de estudio, y que no desprecien los supuestos que puedan llegar a tener sobre este, sino que, por el contrario, los tomen como puntos de referencia de la teorización a construir o el saber a elucidar, dado que ya se ha comprobado que resulta prácticamente imposible deshacerse de esos “saberes preliminares”. Dice Gergen: “Con cada nuevo foco, la propia experiencia acerca del patrón puede ser alterada. El “patrón de estudio” depende, pues, de manera muy importante, del conjunto cognitivo del observador. En este caso, el sistema de categoría ayuda a dirigir la atención y, al hacerlo, “crea” el fenómeno de observación” (Gergen, 1996, pp. 66).

La ventaja que porta la teoría generativa como modelo de estudio es el potencial que otorga a la ciencia para moldear el significado de los sistemas de la sociedad y, por tanto, de las actividades comunes de la cultura. Así: “la explicación por la que opta el psicólogo social para una acción dada puede ya bien sostener o alterar los patrones de atribución común de la cultura y, por tanto, los patrones comunes de culpa y elogio” (Gergen, 2007, pp. 68). Fundamenta Gergen la validez de una teoría generativa contraponiéndola a la relatividad del empirismo científico: “Popper (1959) ha argumentado que es muy poco lo que se puede ganar al aumentar el apoyo empírico a una teoría dada. Primariamente, son las fallas en la verificación las que impulsan hacia adelante al entendimiento en un grado significativo. Más allá, el protegido de Popper, Thomas Kuhn (1962), ha argumentado que los cambios en el paradigma teórico generalmente no dependen del estatus empírico de los sistemas conceptuales relevantes”, y, además, argumenta que todo comportamiento puede ser definido dependiendo de su función dentro de un contexto social determinado, por lo que no hay una operación transcontextual a la cual el investigador pueda permitirse atar un término teórico específico, y así cualquier comportamiento puede servir como definición operacional para casi cualquier término (Gergen, 2007, pp. 66). Así, el modo de la descripción y la explicación teórica está íntimamente relacionado con los sistemas de significado comunes dentro de la cultura, por lo que el lenguaje mismo que los investigadores usen les da ya de por sí una pauta sobre el mundo culturalmente construido que intentan estudiar.

También pueden para este propósito tomarse teorías como las de los sistemas complejos (abiertos, dinámicos), ya que estas plantean una estructuración no estática de la sociedad cuyos niveles son compuestos por la interacción de sus componentes, lo cual implica que la conformación partita de la estructura modificará a la vez la estructura en su totalidad, y, además, que la cualidad de la estructura surgirá como una propiedad sistémica del conjunto (García, 2009). Lo crucial es que las emociones determinan el modo de accionar y, por ende, la forma que el conjunto social, como sumatoria de interacciones, tomará en todas sus dimensiones.

De este modo, se comprenden mejor el origen, el porqué y el cómo de las emociones. Así como se ha dado el paso a la bioética para poder dar respuestas a cuestiones prácticas (Bonilla, 2006), es preciso que el giro afectivo corra el acento del individuo hacia su kósmos (el ordenamiento predeterminado de su mundo, dado tanto en el cuerpo y sus usos como en el lenguaje), permitiendo así modificar la cualidad de dispositivos de control social que tienen los cuerpos y las emociones, para transformarlos en dispositivos de cambio en pos de un bienestar mayor, producto, en lugar del control, de un proceso de autorregulación de la sociedad, desde “afuera” del sujeto hacia su “interior”. La forma quizás no sea “El sistema hace B porque el individuo siente A”, sino “El individuo siente A porque el sistema hace B”. Por último, agregaríamos que representaría una gran ventaja en todo este contexto perspectivar este tipo de estudio desde el deseo, planteándolo no solo como componente esencial de las emociones, y por ende unidad de estudio, sino como unidad de transacción de las relaciones de poder: la cuestión de las emociones bien podría estar, hoy en día al menos, en intentar discernir qué desea el sujeto de su mundo construido en base al mundo que lo rodea.

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Autor: psicopsi

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