Guía práctica de salud mental en situaciones de desastres: Introducción

Los desastres naturales tienen la posibilidad de presentarse en cualquier
país del mundo.
Sin embargo, por múltiples razones, los países pobres
sufren mucho más el impacto de los mismos: tienen menos recursos económicos
y tecnológicos para su prevención y reconstrucción, y hay viviendas
que se construyen en zonas de alto riesgo y son estructuralmente más frágiles.
Además, usualmente existen altos índices de desnutrición y malas condiciones
sanitarias y ambientales que incrementan la vulnerabilidad ante estos eventos
traumáticos.

Los efectos de los desastres sobre la salud física suelen ser bastante conocidos,
con secuelas a corto, mediano y largo plazo. En cambio, no siempre se han
reconocido de igual manera los efectos sobre la salud mental, a pesar de haberse
demostrado que, en situaciones de desastres y emergencias complejas, se produce
un incremento de los signos de sufrimiento psicológico, como la aflicción y el
miedo; se puede aumentar en cierta medida la morbilidad psiquiátrica y otros problemas
sociales. Se estima que entre una tercera parte y la mitad de la población
expuesta (según la magnitud del evento y otros factores) sufre alguna manifestación
psicológica; aunque debe destacarse que no todas pueden calificarse como patológicas,
la mayoría debe entenderse como reacciones normales ante situaciones
de gran significación o impacto. También, se ha demostrado que, después de la
emergencia propiamente dicha, los problemas de salud mental en los sobrevivientes
requieren de atención durante un periodo prolongado, cuando tienen que
enfrentar la tarea de reconstruir sus vidas.
Sin embargo, en este contexto, son muchos los países de América Latina y
el Caribe que presentan una baja cobertura y una pobre capacidad de respuesta
de los programas y servicios de salud mental.

La respuesta institucional en el campo de la salud mental es compleja, ya
que no solamente se trata de atender las consecuencias emocionales directas del
evento (miedo, ansiedad, tristeza, rabia, etc.), sino, también, otros efectos indirectos
en la dinámica interpersonal y social, así como en el entorno de las víctimas,
en la medida en que se produce un deterioro del tejido social y una desestructuración
de la vida familiar.
Todo este conjunto de efectos repercute extensamente en las condiciones y
los proyectos de vida individuales y colectivos, alimenta el sufrimiento emocional
de los sobrevivientes y, frecuentemente, establece círculos viciosos de violencia.
Por fortuna, en los últimos años ha aumentado el interés por el impacto de
los desastres en la salud mental de las poblaciones afectadas y actualmente se ha
hecho evidente la necesidad de un abordaje integral que trascienda la atención a
la enfermedad y la reparación de los daños materiales.
En el año 2002, la OPS/OMS publicó el manual Protección de la salud
mental en situaciones de desastres y emergencias
, de especial utilidad como guía
de planificación para el “qué hacer” en situaciones de emergencia. El presente
libro busca complementarlo y servir de compendio práctico de los procedimientos
para la identificación y el manejo de las diferentes manifestaciones psicosociales
(patológicas o no) que pueden presentar las víctimas de los desastres.
Los diferentes capítulos tienen un enfoque amplio e integral, con pautas
prácticas de actuación, que facilitan el “cómo hacer” de los trabajadores de la
salud que laboran en situaciones de emergencia. Se tienen en cuenta los elementos
individuales y colectivos que deben conocerse al planear e implementar acciones
concretas de intervención.
El primer capítulo presenta los elementos conceptuales básicos sobre el
impacto psicosocial que producen los desastres en las personas.
El segundo capítulo aborda los elementos básicos para la evaluación de
daños y el análisis de necesidades en salud mental de las poblaciones afectadas
por desastres o emergencias. Se describe una guía para la evaluación rápida en
las primeras 72 horas y un procedimiento más amplio que desarrolla el equipo
especializado en el primer mes después del suceso.
En el tercer capítulo se describen las principales reacciones psicológicas y
trastornos mentales que pueden aquejar a las víctimas de desastres. Se definen criterios
para el reconocimiento de los trastornos psíquicos más comunes y se recomiendan
las pautas para la atención individual, así como para la remisión de quienes
requieren asistencia especializada.
En el cuarto capítulo se profundiza en las herramientas para el trabajo grupal.
Se hace referencia a los diferentes tipos de grupos y se describen con más
detalle los grupos psicoeducativos y de apoyo emocional, muy necesarios en situaciones
de desastres y en cuya conducción deben estar entrenados los trabajadores
de salud y otros agentes de ayuda humanitaria. También resulta importante la formación
de grupos de ayuda mutua, sobre los cuales se hace una breve referencia.
El quinto capítulo profundiza en la descripción y las características más
importantes de los problemas psicosociales de la infancia, y las pautas para su
manejo individual y de grupo.
En el sexto capítulo se proponen técnicas y procedimientos para la primera
ayuda psicológica que el personal de los equipos de respuesta debe brindar y
son la primera línea de contacto con las víctimas directas.
El séptimo capítulo aborda el importante y crucial problema de la protección
de la salud mental de los miembros de los equipos de respuesta; describe los
problemas más comunes que los pueden afectar y recomienda pautas de actuación
para su prevención y control.
En el octavo capítulo se abordan los problemas especiales que viven los
desplazados y los sobrevivientes de los conflictos armados, y se hace énfasis en
los elementos de ayuda humanitaria como pilar fundamental en los planes de
ayuda psicosocial. También se hacen algunas consideraciones breves sobre el
complejo tema del terrorismo.
El noveno capítulo contiene pautas y recomendaciones para el desarrollo
de una buena estrategia de comunicación social como elemento fundamental para
disminuir la ansiedad y contribuir a la estabilidad emocional de la población.
También aporta elementos prácticos de cómo organizar reuniones grupales de tipo informativo.
Finalmente, se ha incluido un décimo capítulo, a manera de conclusiones,
que resume las líneas generales de acción en un plan de atención en salud mental
en emergencias, los principios generales de actuación y las peculiaridades que
tiene la atención de niños. Incluye algunas recomendaciones sobre el uso de las
pruebas de tamizaje y concluye con algunas consideraciones de crucial importancia.
El libro está dirigido al personal que trabaja en los equipos de respuesta
en situaciones de desastres y emergencias
; en especial, nos parece importante
para los trabajadores de atención primaria en salud y los agentes de ayuda humanitaria.
Puede resultarle útil a las instituciones del sector salud y a otras de la sociedad
civil que prestan apoyo psicosocial a las comunidades afectadas por eventos
traumáticos. Esperamos que esta obra pueda constituirse en una herramienta práctica
para el desempeño y en material básico para los procesos de capacitación.

Material elaborado por la organización panamericana de la salud:
http://www.paho.org/spanish/dd/ped/GuiaSaludMental.htm