Sus principales aportaciones al psicoanálisis
Amplió la noción freudiana de conflicto, que se reducía al enfrentamiento energético entre
impulsos y después entre instancias (conflicto intersistémico inconsciente-consciente).
Postuló una confrontación mayor, incluyendo en los conflictos partes intrasistémicas (áreas
conflictivas y libres de conflicto yoicas).
Introdujo una nueva concepción al campo psicoanalítico: la de gradación, que intentaría
acompañar a la casi exclusiva idea de dualismo y polaridad sustentada en forma permanente
por Freud. Ésta presentaba ciertas dificultades en cuanto al traslado de hechos clínicos hacia
el nivel teórico. Formuló, pues, junto al principio dialéctico, otro presupuesto básico teórico
fundado, más bien, en la noción de diferenciación. De esta manera, les asignó a la regresión y
la progresión, nuevos y diferentes matices. En éstas sus proposiciones respetó,
indudablemente, los elementos dialécticos fundamentales freudianos, pero sin descartar la
importancia de terceros elementos, o de elementos múltiples para poder facilitar la
teorización.
Conectó estos aspectos de diferenciación en relación con los principios genéticos (de
desarrollo y evolución) y de adaptación. Hay que recordar que Hartmann considera como
principios válidos metapsicológicos la evolución y la adaptación, incluyéndolos junto a los
metapsicológicos originales: dinámicos, económicos y topográficos.
Postuló la autonomía del yo por fuerzas innatas en su origen integrado por una esfera
fuera de conflicto, constituida por funciones primarias. Pero también hizo hincapié en las
funciones secundarias debidas al cambio de función, es decir, la conversión de las defensas en funciones yoicas. Según él, el proceso de desarrollo yoico comienza desde una matriz
indiferenciada en la que se encuentran incluidos el ello y además los impulsos, produciéndose
recién en el transcurso de la evolución la discriminación de cada uno de los elementos.
Introduce el concepto de ambiente promedio esperable, en el que juega papel importante la
madre con su conducción del proceso de adaptación, sobre todo en los aspectos esenciales en el intercambio humano y las relaciones de objeto.
Sostiene que existen niveles en la relación de objeto hasta que ésta se vuelva constante, los
cuales se van dando desde estadios narcisistas primarios hasta la constancia de objeto. Las energías
también se van modificando en el curso de este proceso de relación objetal y especialmente de
alimentación al yo. Indiferenciadas en su comienzo, pasan a convertirse en sexuales y
agresivas. Luego, merced a una función yoica -la neutralización-, terminan convirtiéndose en
energías neutralizadas. Y son posibles retrocesos a niveles anteriores. Reedificó al narcisismo
como una catexis de las representaciones del self y no del yo o del self (sujeto), abriendo de
esta manera el camino para el estudio del self. Revisó la formación del superyó aportando
mayor claridad al concepto y elaboró una teoría de los valores morales. Le otorgó a la
frustración la causa de la agresividad, junto a fuentes innatas, así como su participación en el
desarrollo y la identidad. Todos estos cambios conceptuales del psicoanálisis permitieron la
ampliación del terreno terapéutico hacia las psicosis y la patología grave.
Sus elucubraciones entraron dentro de un marco temático-conceptual en torno a la
adaptación.