La psicología ingenua de Heider, representaciones sociales

La psicología ingenua de Heider
La psicología ingenua por la que aboga Heider, tiene su importancia por ser dentro de la psicología social una de las primeras defensas rigurosas de estudio de un pensamiento individual que no se contempla como pensamiento ignorante.
Heider es el primer psicólogo social que encuentra en el pensamiento y en el conocimiento cotidiano no un pensamiento de segunda clase, sino un pensamiento y un conocimiento importante y fundamental en la determinación del comportamiento.  En este sentido Heider, retorna al sujeto un status de conocedor que la psicología elitista le había privado hasta casi mediados de nuestro siglo.
Cuando en 1900, Binet denominaba «corderos de ideas» a las personas influenciables, estaba designando así la existencia de un pensamiento borreguil, especie de pensamiento que en algunas concepciones de la ideología aún tienen gran valor. Y corresponde a Heider (1958) haber proporcionado, aunque quizás preconcebido, los argumentos más sólidos en contra de este prejuicio sobre el carácter inferior del pensamiento lego e ignorante.  Su concepción de la «psicología ingenua», como elemento explicativo básico de la conducta social y de las relaciones interpersonales, situaba a la psicología social en el estudio del sentido común de las personas, sin atribuciones discriminativas previas sobre los errores, sesgos o incluso sobre la inferioridad endógena del sentido común.
Sin embargo, la psicología ingenua de Heider, como todas las psicologías inspiradas por la idea de la motivación hacia la consistencia, es una psicología intraindividual que pretende dar cuenta del comportamiento social.  Y si Heider transforma el sugestionable lego ignorante de Binet en un pensante individual, Moscovici, al proponer la noción de representación social, intenta expresar una forma específica de pensamiento social que tiene su origen en la vida cotidiana de las personas.
La construcción social de la realidad
En 1966, Berger y Luckman, dos sociólogos del conocimiento, publican una obra que desde su inicio propone una tesis breve pero de gran alcance: » la realidad se construye socialmente y la sociología del conocimiento debe analizar los procesos para los cuales esto se produce» (Berger & Luckman, 1966).
Para estos investigadores la relatividad contextual del conocimiento es una característica fundamental de la generación social de la realidad y por ello los procesos fundamentales que analizan en su construcción hacen referencia a las formas en que el conocimiento se objetiva, institucionaliza y legitima socialmente de manera que permite la dialéctica individuo/sociedad.
Es evidente que inicialmente Moscovici (1961) no podía conocer el trabajo de Berger y Luckman, pero sí es cierto que entre la primera edición de su obra inicial sobre representaciones sociales en 1961 y la segunda edición en 1976 de la misma obra, hay notables diferencias.  De hecho, la edición de 1976 no solo está impregnada de las ideas de esos autores, sino que aparecen referenciados en varias ocasiones.  Así, en el prólogo a la segunda edición, Moscovici establece como objetivo de su trabajo: «redefinir los problemas y los conceptos de la psicología social a partir de este fenómeno, insistiendo en su función simbólica y su poder para construir lo real» (Moscovici, 1976/1979).
En cualquier caso, lo que el trabajo de Berger y Luckman aporta a la generación de una teoría de las representaciones sociales son tres elementos fundamentales:
El carácter generativo y constructivo que tiene el conocimiento en la vida cotidiana. Es decir, que nuestro conocimiento, más que ser productor de algo preexistente, es producido de forma inmanente en la relación con los objetos sociales que conocemos.
Que la naturaleza de esa generación y construcción es social, esto es, que pasa por la comunicación y la interacción entre individuos, grupos e instituciones
La importancia del lenguaje y la comunicación como mecanismos en los que se transmite y crea realidad, por una parte, y como marco en que la realidad adquiere sentido, por otra.
Esos tres elementos constituyen un sedimento fundamental para la teoría de las representaciones sociales, puesto que se trata de reivindicar un tipo de aproximación al conocimiento de sentido común que considere seriamente su carácter productor más reproductor, la naturaleza social más que individual de esa producción y su función significativa