La investigación sobre los sucesos vitales: Diferentes acercamientos teóricos al estudio de los sucesos

LA INVESTIGACIÓN SOBRE LOS SUCESOS VITALES COMO MARCO DE REFERENCIA PARA EL CAMBIO EVOLUTIVO

(MARISOL SALVADOR PORCAR)

1. DIFERENTES ACERCAMIENTOS TEÓRICOS AL ESTUDIO DE LOS SUCESOS

El acercamiento científico a los sucesos vitales es pluriparadigmático. De hecho dentro de la psicología evolutiva los tres paradigmas clásicos de investigación, mecanicista, organicista y contextual dialéctico, han hecho aportaciones relevantes. Desde el punto de vista teórico, es especialmente el paradigma contextual dialéctico –y dentro de éste la teoría del ciclo vital– el que más aportaciones realiza al estudio de los sucesos vitales.
1.1. Concepción organicista
Esta corriente concibe el organismo humano como una totalidad activa y organizada. Al mismo
tiempo admite cambios cualitativos tanto en las partes como en la estructura de dicho organismo.
El método que utiliza es la síntesis de complejidades y el estudio de las relaciones estructurafunción.
Por otra parte el desarrollo se ve como un cambio estructural discontinuo y los estados
posteriores no son predecibles a partir de estados previos.
Entre los autores organicistas que han profundizado sobre la importancia de los hechos vividos, es necesario referirse a Levinson y otros (1974). Este autor distingue dos tipos de periodos en el ciclo vital: los periodos estables, con duración entre seis y ocho años, en los que los sujetos van construyendo su estructura de vida, que incluye realizar elecciones cruciales y prepararse para la construcción de metas particulares; y los periodos de transición, en ellos los sujetos terminan una estructura de vida para comenzar una nueva. En estas fases se produce la exploración de posibilidades nuevas y desconocidas para el cambio. Estos periodos tienen una duración de cuatro a cinco años. Levinson, a partir de esta clasificación, distinguió cinco periodos que pensamos podrían ser considerados como consecuentes a cambios de edad:
1. Transición adulta temprana. Se da entre los 17-18 y 23-24 años de edad. El sujeto modifica
sus relaciones interpersonales y tiende a explorar más el mundo de los adultos. Los hechos que acontecen en este periodo son: graduación en la universidad, salida del hogar paterno.
2. Entrando en el mundo adulto. Ocupa toda la veintena del sujeto. En ella hay una exploración
y un compromiso provisional por parte del individuo que conlleva responsabilidad. Se suelen producir sucesos como el matrimonio, y la entrada en el mundo laboral como consecuencia de una elección profesional.
3. Transición en la edad de los 30 años. Tiene lugar entre los 28 y 33 años. En este periodo al
sujeto se le presenta la oportunidad de modificar la provisional estructura adulta en el caso de sentirse equivocado. Por ello los acontecimientos que suelen darse son: separación o divorcio,
cambio de trabajo, cambio de residencia.
4. Sentando la cabeza. Se da entre principios y finales de los 30. Durante esta edad se supone
que el individuo goza de una cierta estabilidad, seguridad y compromiso, estando capacitado para realizar planificaciones cara a conseguir metas específicas. Un acontecimiento característico y fundamentalmente en varones es la búsqueda y resolución de una promoción en el trabajo.
5. Transición de vida media. Comprende la década de los 40. La transición puede ser tranquila
o tumultuosa, dependiendo de las experiencias por las que haya pasado el sujeto. Cuando termina la transición comienza un nuevo periodo de estabilidad.
En general los aportes organicistas tratan de describir estructuras organizativas que permitan a
los psicólogos la interpretación evolutiva de los acontecimientos relevantes para cada edad. De la teoría de Levinson se pueden extraer conclusiones generales que expresan paradigmáticamente la concepción organicista acerca de los sucesos:
a. Ve el desarrollo en su totalidad organizada que incluye tres aspectos: mundo sociocultural
donde se pueden dar sucesos históricos y por lo tanto cambios de vida generacionales, participación en ese mundo con sus roles, y por lo tanto sucesos relacionados con esos roles, y aspectos del yo expresados o suprimidos;
b. Se centra más en las relaciones estructura-función que además no percibe los sucesos de vida como causas sino como componentes integrantes de una complejidad organizada;
c. Se centra en el cambio estructural, es decir, en el cambio de las estructuras de vida, lo que
explica el desarrollo.
d. Hace hincapié en la discontinuidad entre periodos.
e. Da mayor importancia a la universalidad de los sucesos que a la relatividad, aunque la secuencia de ellos puede variar en las mujeres respecto de los varones y también en el momento histórico.
1.2. Concepción mecanicista
Como es bien conocido, las teorías que responden a este modelo paradigmático buscan las
fuentes de cambio en el ambiente más que en los cambios producidos por el propio organismo; la edad sólo es considerada en cuanto que describe las capacidades del organismo y da una indicación general de la historia de estímulos del ambiente que actuarán en las experiencias individuales. El método que utiliza es el análisis de elementos y el descubrimiento de las relaciones antecedenteconsecuente.
Del mismo modo, las conductas posteriores se pueden predecir a partir de los antecedentes
previos. Así, desde la concepción mecanicista se piensa que los sucesos son como antecedentes de las conductas.
Dentro de esta concepción cabe destacar las aportaciones de Dohrenwend (1978), autor que
afirmó que la anticipación a una situación estaba determinada por las características de los individuos y el control de dicha situación, por las características de la situación o naturaleza de los eventos. Este autor incluye en su modelo cuatro elementos: grupo de antecedentes estresantes; grupo de factores mediadores; síndrome de adaptación psicosocial; respuestas consiguientes adaptadas o desadaptadas.
En resumen, para el paradigma mecanicista, en el que se incluye también la teoría del aprendi zaje social, la investigación sobre los sucesos reuniría las siguientes características generales:
a. Las investigaciones están centradas en el papel de los sucesos como antecedentes a las diversas respuestas resultantes.
b. Los sucesos vitales y factores mediadores son vistos como elementos que se combinan de
forma aditiva y lineal para producir resultados determinados. Así, es posible una completa predicción de los resultados, conocidos los elementos y su forma de combinación (énfasis en el
elementarismo); la principal tarea desde la perspectiva mecanicista es aislar las causas que producen ciertos efectos.
c. Los sucesos de la vida son vistos como antecedentes potenciales o causas (relaciones antecedente- consecuente); se interesa por las conductas específicas y observables y no por un cambio estructural. Cada suceso actuaría como antecedente concurrente de un cambio de conducta en el sujeto (énfasis en el cambio de conducta); los cambios son vistos como continuos en el sentido de ser reducibles o predecibles a estados anteriores (continuidad del desarrollo); no existe una respuesta universal a los sucesos vitales, se pone el énfasis en las diferencias individuales dentro del desarrollo.
1.3. Concepción contextual dialéctica
Para la concepción dialéctica el desarrollo es visto como producto entre los valores del medio y
del organismo, el cambio evolutivo es, por tanto, efecto de los acontecimientos externos que contribuyen a modificar el estado del organismo a través del tiempo. Los autores contemporáneos,
significativamente representantes de esta línea paradigmática, han sido los que más investigación han dedicado al estudio de los sucesos vitales. Entre ellos cabe destacar a Reese y Smyer (1983) que señalan como categorías de los sucesos vitales las siguientes: el contexto o espacio vital en el que se producen (comunidad, familia…); el dominio o área de funcionamiento afectada, los dominios se refieren a los de naturaleza biológica o madurativo personal, los de naturaleza psicológica, y los entorno físico-ambiental social o histórico-cultural; las fuentes o causas de los sucesos, donde se pueden identificar como tales la herencia, el ambiente físico, el ambiente socio-cultural y el sí mismo. Finalmente, la última categoría descrita por Reese y Smyer hace referencia a los tipos de sucesos vitales, incluyéndose los biológicos (enfermedades, embarazo…), personales psicológicos, considerados como acontecimientos auto-determinantes (elección de carrera, selección de un compañero…), ambiental-físico, referidos a objetos físicos (pérdidas, desastres naturales…), socio-culturales, que incluye sucesos interpersonales como casarse, ser padre, jubilarse, ser abuelo.
Baltes (1985) distingue, en línea muy semejante a la de Reese, tres tipos de sucesos vitales: 1.
los normativos de edad, que se refieren a determinantes biológicos y ambientales que muestran una alta correlación con la edad cronológica. Son aquellas que normalmente se consideran en la psicología evolutiva tradicional. Ejemplos de estas influencias relacionadas con la edad son la maduración biológica y la socialización cuando es considerada como algo consistente en la adquisición de una serie de roles o competencias normativas relacionadas con la edad; 2. los normativos históricos, que consisten en acontecimientos, e incluso normas, completamente generales experimentados por una unidad cultural dada en conexión con el cambio biosocial. Tal como sucedía con las influencias normativas relacionadas con la edad, las influencias de tipo histórico pueden implicar tanto características ambientales como biológicas. Dichos efectos de cambio biosocial varían con el tiempo histórico y pueden producir constelaciones únicas de influencias relacionadas con una generación; y 3. los no normativos que se refieren a determinantes ambientales y biológicos que, aunque significativos en su efecto sobre historias vitales individuales, no son generales. No ocurre a todo el mundo ni tienen lugar necesariamente en secuencias o patrones fácilmente discernibles o invariables. Ejemplos de esto son los acontecimientos y patrones de acontecimiento relacionados con actividades profesionales (desempleo), vida familiar (divorcio, muerte de otra persona significativa) o salud (enfermedades serias).
Baltes y Brim (1979) proponen dos categorías de acontecimientos como síntesis de las distintas posturas de diferentes autores. Éstas son: sucesos individuales que son aquellos que son experimentados como parte del curso normal de la vida (matrimonio, nacimiento de un hijo…). Su característica es que ejercen una influencia directa sobre el individuo que los experimenta y secundariamente sobre los seres que son significativos para dicho individuo. Por otra parte tenemos los sucesos culturales que corresponden a aquellos que son experimentados como parte del curso de la vida. Afectan a un gran número de personas (guerras, depresiones económicas, catástrofes naturales…).
1.4 Interpretación clínica de los sucesos
Esta interpretación hace referencia, fundamentalmente, a relaciones entre sucesos estresores y cambios patológicos, así como la que puede existir entre vulnerabilidad personal, crisis y las variables mediadoras del ambiente que intervienen en dicha relación.
Las relaciones entre estrés y enfermedad son claras en la práctica clínica, pero no por ello
podemos establecer relaciones causa-efecto. El estrés de la vida, por sí mismo, no parece tener valor práctico como predictor de enfermedad, entre otras cosas porque: existen estresores que se experimentan no sólo como un hecho aislado y puntual, sino como acontecimientos prolongados a lo largo de la vida. Por ejemplo, la posibilidad de enfermar o tener un defecto físico. Del mismo modo, se dan sucesos que producen cambios no patológicos y que son estresantes, como la suerte en un juego de azar.
En general, para terminar con este apartado es necesario recalcar que existen datos que confirman la relación positiva, aunque baja, entre cambios vitales y el inicio de una enfermedad física, sin embargo, en la práctica, es difícil relacionar los sucesos vitales con los síntomas clínicos. Hay que tener presentes las variables mediadoras que interfieren necesariamente en la relación suceso vital y cambio patológico y que afectan a la vulnerabilidad de cada individuo.
Entre estas variables mediadoras, las más estudiadas desde el ámbito clínico han sido: la búsqueda de sensaciones, parece que las personas que gozan en buscar sensaciones nuevas deben verse relativamente menos afectadas por los sucesos vitales ya que se encuentran más preparados para afrontar el cambio general e incluso lo buscan como medio de satisfacción; el locus de control, parece existir una interacción entre el locus de control del sujeto y el cambio patológico provocado por un sujeto, así como entre locus de control y predictibilidad del suceso acontecido; y el apoyo social, éste parece ser muy importante para compensar los efectos producidos por un suceso vital y disminuir la correlación entre cambio y enfermedad, aumentando las posibilidades de adaptación del sujeto a dicho cambio.

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