M. KLEIN, ANNA FREUD: Las primeras analistas de niños. Pensamiento psicopatológico (Los planteos de M. Klein)

EL PENSAMIENTO PSICOPATOLÓGICO EN LAS PRIMERAS ANALISTAS DE NIÑOS: M. KLEIN, ANNA FREUD.

III. Los planteos de M. Klein.
Recordemos brevemente que M. Klein vivió entre los años 1882-1960 y que tuvo intenciones de estudiar medicina, como su padre, intenciones que no pudieron llevarse adelante por la decisión de casarse y tener que mudarse por razones laborales del marido.  Cuando en 1910 regrese a Viena tomará contacto con la obra de Freud. Cuatro años después iniciará su primer análisis con Ferenczi y luego su segundo analista será K. Abraham.
Influida por las concepciones psicopatológicas de éste, Klein se preocupará por los procesos tempranos y su capacidad de producir patología. Casi todos los conceptos que, en la obra de Freud, aparecen repartidos a lo largo de las distintas etapas de la evolución del sujeto, se presentan para Melanie Klein desde el inicio de la vida.
De esta forma puede entenderse su planteo en relación a que “en el inconciente los niños no son de ninguna manera fundamentalmente distintos de los adultos” (5). Primer planteo que marcará su debate con A. Freud.
Desde bebés todos los seres humanos experimentan sufrimiento psíquico:
Los hallazgos del psicoanálisis han conducido a la creación de una nueva psicología del niño. Nos han enseñado que los niños, aun en los primeros años, no sólo experimentan impulsos sexuales y ansiedades, sino que sufren también grandes desilusiones.Ha desaparecido la creencia en el “paraíso de la infancia”, y la creencia en la asexualidad del niño. Los análisis de adultos y observaciones realizadas directamente en niños nos han conducido a estas conclusiones, que se han confirmado y ampliado mediante el análisis de niños de corta edad. (6)

Subrayemos los conceptos a través de los cuales va a  dar cuenta de este sufrimiento, como decíamos, precoz: distintas formas de angustia, actuación del instinto de muerte, diversas ansiedades, impulsos y deseos agresivos, etc.
Los niños para M. Klein pasarán entonces dentro del primer año de vida por dos esta-dios o posiciones: la esquizo-paranoide y la depresiva. Podemos entender la idea de posición tal como la define H. Segal “una configuración específica de relaciones de objeto, ansiedades y defensas” . (7)
Entre los primeros tres o cuatro meses de vida la posición esquizo-paranoide dominará al sujeto, tiempo en el cual, por predominar una modalidad defensiva primaria, la diso-ciación, hallaremos separadas las pulsiones de vida y muerte, lo que traerá aparejado el desarrollo independiente de esta última, sobre la que recaerán otros mecanismos defensivos como la proyección e introyección. El resultado de estos mecanismos generarán la escisión del yo y del objeto. Así la proyección de las pulsiones de vida y de muerte construirán las relaciones con los objetos “buenos y malos” (términos que M. Klein rescata del lenguaje de los niños).  Relaciones que luego serán introyectadas y que provocarán, por la primacía de la pulsión de muerte, ansiedad paranoide con angustia persecutoria y miedo al aniquilamiento.

Con el desarrollo del yo se pasará a la segunda posición que M. Klein describe de la siguiente forma:
La creciente capacidad de integración y síntesis del yo conduce cada vez más, aun en estos primeros meses, a estados en los cuales el amor y el odio, y correlativamente los aspectos buenos y malos de los objetos, son sintetizados; y esto origina la segunda forma de angustia -la angustia depresiva- porque los impulsos y deseos agresivos del lactante hacia el pecho malo (la madre) son sentidos ahora como peligrosos también para el pecho bueno (la madre). Entre los tres y seis meses estas emociones son reforzadas, porque en éste período el lactante percibe e introyecta cada vez más a su madre como persona. La angustia depresiva se intensifica, porque el lactante siente que ha destruido o que está destruyendo un objeto total por su voracidad y su agresión incontrolables. Más aún, por la síntesis creciente entre sus emociones, experimenta que estos impulsos destructivos son dirigidos hacia una persona amada. Procesos similares operan en relación con el padre y otros miembros de la familia. Estas angustias con las defensas correspondientes constituyen la “posición depresiva” que culmina más o menos a los seis meses y cuya esencia es la angustia y la culpa relacionadas con la destrucción y la pérdida de los objetos amados, internos y externos .(8)

Estas concepciones parecerían hablarnos de un tránsito por estadios en sí mismos pato-lógicos, habitados por ansiedades y formas de defensa extremas. No encontramos aquí, a diferencia de lo que leíamos en la propuesta de A. Freud, ninguna idea de desarrollo normal.
Para M. Klein, luego que el niño atraviese estas posiciones, sobrevendrá un aplacamiento de las angustias y ansiedades, al introyectar a la madre y al padre como personas totales. Sobrevendrá posteriormente la etapa de la neurosis infantil que se iniciará en el primer año de vida y finalizará al empezar el período de latencia.
De esta forma sostendrá que:
(…)las dificultades, que nunca faltan, en el desarrollo del niño pequeño son de carácter neurótico. En otras palabras, todo niño pasa por una neurosis que se diferencia sólo en grado de un individuo a otro. (y agregará en una nota al pie) Este punto de vista, que he mantenido por años, ha recibido últimamente apoyo en el libro de Freud ¿Pueden los legos ejercer el psicoanálisis? (O. C. 20) donde dice: “Desde que hemos aprendido a ver más claramente, nos inclinamos a decir que la aparición de una neurosis en la infancia no es la excepción sino la regla. Es algo que no puede evitarse en el curso del desarrollo de la disposición infantil a la vida social del adulto . (9)

La conclusión no se hace esperar: si todo niño pasa por una neurosis ¿por qué no hacer uso del psicoanálisis y aplicarlo a todos los niños?. En el mismo texto señala que la indicación de un análisis es entonces posible para todos los niños casi de un modo directo y solamente se diferencia en grado de un individuo a otro.
Sin embargo, en la época en que formula estas ideas, algunas consideraciones prácticas (la poca cantidad de analistas de niños) la obligan a diferenciar una serie de manifesta-ciones que mostrarían la presencia de una neurosis tales como trastornos en la comida, en el sueño, inhibiciones en el juego, etc. donde se expresarían ansiedades, angustias y sentimientos de culpa que el niño no logra resolver. Manifestaciones que hallarían solución por medio del análisis como cualquier síntoma neurótico.

En síntesis, los niños, para M. Klein, deberán elaborar en el transcurso de su análisis los conflictos y ansiedades que inexorablemente experimentan en su primer año de vida.
En relación con los padres, Klein no postula una incidencia directa de estos en la pro-ducción de patología en la infancia, y por tanto tampoco los incluye en el trabajo tera-péutico, el que se desarrolla exclusivamente con el niño.

Notas:
5-  Klein, M. “Simposium sobre análisis infantil” en Obras Completas. T.I. Paidós. Bs. As. 1990. Pág. 152.
6-  Klein, M. “Fundamentos psicológicos del análisis del niño” en OC. T II. Paidós. Bs. As. 1990. Pág. 23.
7-  Hillert, R. Niños y analistas en análisis. Homo Sapiens. Rosario. 1994. Pág. 39.
8-  Klein, M. El sentimiento de soledad y otros ensayos. Pág. 263.
9-  Klein, M. Neurosis en los niños en O.C. T. 2. Paidós. 1987. Pág. 115-6.

Volver al índice  principal de «M. KLEIN, ANNA FREUD: Las primeras analistas de niños. Pensamiento psicopatológico«