La crítica de Nietzsche a los filósofos

La crítica de Nietzsche a los filósofos

El punto de partida de toda la filosofía de Nietzsche es una crítica radical a todos los valores de la cultura europea, aun más una crítica a toda la cultura occidental. Nietzsche afirma que la cultura occidental está viciada desde su origen. El peor error de esta cultura ha consistido en instaurar “la racionalidad a toda costa”. El error dogmático de la filosofía griega ha sido la invención del estatismo del ser, es decir, “el espíritu puro” y el “bien en sí”.

“No puede negarse que el error más grave, más pertinaz y peligroso, que jamás fue cometido ha sido un error dogmático, es decir, la invención del espíritu puro y del bien en sí de parte de Platón”  (Más allá del bien y del mal).

Este dogmatismo a ultranza es interpretado por Nietzsche como síntoma de decadencia. Es decadente todo los que se opone a los valores del existir instintivo y biológico del hombre. Es preciso criticar el dogmatismo platónico para eliminar el error de base. Se trata de una crítica total, pues abarca todos los aspectos de la cultura europea: el mundo racional, el mundo moral y el mundo religioso. He aquí los tres mundos inventados por el hombre occidental cuyos valores son interpretados por Nietzsche como síntomas de decadencia “Filosofía, religión y moral son síntomas de decadencia” (La voluntad de poder).

1. Crítica de la filosofía tradicional

La crítica de la filosofía tradicional que Nietzsche realiza tiene varias vertientes; fundamentalmente critica la metafísica, pero su crítica alcanza también el aspecto lógico-epistemológico y el científico-positivista.

Su crítica a la metafísica comienza más allá del propio origen de esta parte de la filosofía, Nietzsche busca el origen de los conceptos que según su punto de vista han llevado a la decadencia que con tanto afán denuncia en sus obras. Estos conceptos, que ensalzan la razón por encima de lo puramente vital, comienzan con Platón y su maestro Sócrates. Platón instaura la filosofía tradicional al afirmar la existencia de un mundo perfecto, noético, absoluto y al ensalzar el conocimiento racional y la parte correspondiente en el ser humano por encima de todo. La filosofía dogmática considera al Ser como algo estático e inmutable, ser que existe en su propio mundo, distinto del sensible cuya realidad es meramente aparente, pues se diluye en la fluencia del devenir. Para el metafísico la verdadera realidad no puede estar sujeta al devenir, ella permanece idéntica consigo misma, estática e inmutable, es decir, debe ser “causa sui”. Para Nietzsche el “se” del metafísico es lo más vacío y abstracto que el hombre ha podido imaginar y por ello equivale a la pura nada. “Las características que se han asignado al verdadero Ser de las cosas son las características del No-Ser, de la nada; -se ha construido el “mundo verdadero” en contraposición al mundo real, y es en realidad un mundo apariencial, en tanto que mera ilusión óptico-moral” (El ocaso de los ídolos).

En el aspecto lógico-epistemológico y ontológico, Nietzsche dice que el lógico supone que la verdad se opone al error. Verdad y error son términos antitéticos (y absolutos), puesto que lo verdadero es irrefutable y lo falso es contradictorio. Pero Nietzsche rechaza el antagonismo verdad-error, ya que se dan errores irrefutables y verdades contradictorias. “Una tesis irrefutable ¿Por qué habría de ser, en consecuencia, “verdadera”? Esta proposición escandaliza quizá a los lógicos, que consideran sus propias limitaciones como limitaciones de las cosas; pero hace mucho tiempo que he declarado la guerra a este optimismo de los lógicos.” (La voluntad de poder). La categoría ontológica de “ser verdadero, no es una propiedad de la realidad, sino una mera valoración subjetiva como condición necesaria de supervivencia del hombre.

2. Crítica a la ciencia (crítica al aspecto positivista del saber)

Para Nietzsche la ciencia no es la verdadera interpretación de lo real; ella nace de un sentimiento, es decir, de la repugnancia del intelecto por un supuesto caos del mundo exterior y también del interior. Nietzsche ataca el mecanicismo y el positivismo científico. En el mundo real no hay regularidad ni constancia ni ley que regule el comportamiento de las cosas, porque las cosas no son y en consecuencia el determinismo es falso.

La conclusión de toda esta crítica a la cultura occidental es una crítica a la misma concepción del mundo que ésta ha dado y a los valores que se han desarrollado. La cultura occidental ha creado un “mundo” de carácter verdadero, perfecto, racional, en definitiva, divino. Un mundo que sustituye al verdadero que no responde ni tiene porque responder a ninguna de esas características. Todo constituye una crítica:

Al “filósofo, que inventa un mundo racional donde la razón y las funciones lógicas son adecuadas: de ahí el mundo “verdadero”.

Al hombre religioso, que inventa un “mundo divino”; de ahí el mundo “desnaturalizado”, antinatural.

Al hombre moral, que inventa un “mundo libre”: de ahí e mundo bueno, perfecto, justo, santo.”  La voluntad de poder.

Como alternativa a los valores de la cultura occidental, Nietzsche propondrá una nueva tabla de valores con el fin de superar definitivamente la decadencia occidental. Para llegar a esta nueva tabla de valores hacen falta una serie de pasos previos como la superación del nihilismo, la transvaloración de los valores tradicionales y la finalización del destino de la humanidad superando su estadio humano, que no es más que un puente para llegar al estadio de superhombre. 

3. Crítica a la Moral 

El error de la moral tradicional se caracteriza por su “antinaturalidad” pues ella impone las leyes e imperativos en contra de los instintos primordiales de la vida: “Lo que me horroriza ante este espectáculo no es el error en sí mismo, no es la milenaria falta de “buena voluntad”, de disciplina, de decoro, de valentía en las cosas del espíritu, tal como se evidencia en el triunfo de esta moral, sino la falta de naturalidad, el hecho pavoroso de que la antinaturalidad erigida en moral ha sido distinguida con los máximos honores, quedando suspendida sobre la humanidad como ley, como imperativo categórico.”(Ecce homo).

El ideal de esta moral es el imperio de la virtud, es decir, hacer al hombre bueno. Este ideal es alienante al convertir al hombre en esclavo de esta ficción. La moral cristiana se erige en valor supremo, valor que no se halla en este mundo. La moral tradicional postula otro mundo verdadero, el mundo del más allá, el mundo de la perfección platónica.

La moral cristiana se erige en valor supremo, valor que no se halla en este mundo. La moral tradicional postula otro mundo verdadero, el mundo del más allá, el mundo de la perfección platónica. Para Nietzsche los valores que han prevalecido por esta moral son valores ficticios, propios de los débiles ya que los “instintos de decadencia se han impuesto a los instintos de ascensión”. El moralista desprecia todos los valores del “yo”, siendo el “altruismo” la norma suprema de conducta. Para Nietzsche el altruismo no es otra cosa que una justificación de decadencia personal. La lógica psicológica de esta moral consiste en una alteración de la personalidad. Se considera  lo poderoso como algo sobrehumano y al mismo tiempo lo débil, lo vulgar como aquello propio del hombre. Las acciones sublimes y elevadas no son obra del hombre, sino de otro “yo” más perfecto que se denomina Dios. De ahí también su ataque frontal a la religión cristiana, tanto en sus propuestas éticas como antropológicas y morales. En suma, Nietzsche se propone dinamitar – recuérdense a este propósito sus aforismos: yo no soy un filósofo, soy dinamita y el subtítulo de la obra que hemos estudiado, El ocaso de los ídolos, donde dice: cómo filosofar con el martillp – todo el edificio de la cultura occidental para levantar sobre las ruinas de la misma el edificio de su propio pensamiento.