LA IMPORTANCIA DE LA FORMACIÓN DE SÍMBOLOS EN EL DESARROLLO DEL YO (1930) contin.1

 LA IMPORTANCIA DE LA FORMACIÓN DE SÍMBOLOS EN EL DESARROLLO DEL YO (1930) contin.1

En el análisis de Dick pude llegar hasta su inconsciente a través de los
rudimentos de vida de fantasía y de formaciones simbólicas que
manifestaba. El resultado obtenido fue una disminución de la angustia
latente, de modo que cierto monto de angustia quedó manifiesta. Pero esto
implicaba que la elaboración de dicha angustia comenzaba con el
establecimiento de una relación simbólica con cosas y objetos, y al mismo
tiempo se movilizaron impulsos epistemofílicos y agresivos. Todo progreso
era seguido por la liberación de nuevas cantidades de angustia, y lo llevaba
a apartarse en cierta medida de las cosas con las que había establecido ya
relaciones afectivas, y que, por consiguiente, se habían convertido en
objetos de angustia. Al apartarse de ellos, se dirigía hacia nuevos objetos, y
éstos también llegaban a convertirse en el objetivo de sus impulsos
epistemofílicos y agresivos. Así, por ejemplo, durante algún tiempo Dick
evitó totalmente el armario, pero en cambio se ocupó de investigar a fondo
el lavatorio y la estufa eléctrica, examinándolos con toda minuciosidad y
manifestando una vez más impulsos destructivos contra dichos objetos.
Luego transfirió su interés a cosas nuevas y también a otras con las cuales
ya había llegado a familiarizarse anteriormente, y que había luego
abandonado. Volvió a demostrar interés por el armario, pero esta vez
su interés iba acompañado por una actividad y curiosidad mucho mayor y
por tendencias agresivas mucho más intensas de todo tipo. Golpeaba el
armario con una cuchara, lo rayaba o le hundía un cuchillo, y le arrojaba
agua. Examinaba con vivacidad las bisagras de la puerta, la forma en que
ésta se abría y se cerraba, y la cerradura, etc., se trepaba en el interior del
armario preguntando cómo se llamaban sus diferentes partes, etc. De este
modo, a medida que iban aumentando sus intereses, fue enriqueciendo
simultáneamente su vocabulario, porque había comenzado a demostrar un
interés cada vez mayor no sólo por las cosas en sí, sino también por sus
nombres. Palabras que antes había oído sin ningún interés, las recordaba y
aplicaba ahora correctamente.
Junto con el aumento de intereses y el establecimiento de una
transferencia cada vez más intensa hacia mí, había aparecido la relación de
objeto que hasta entonces faltaba. Durante estos meses su actitud hacia la
madre y la niñera se ha tornado afectuosa y normal. Desea ahora su
presencia, quiere que ellas le presten atención y se entristece cuando lo
dejan. También con su padre su relación muestra indicios cada vez más
claros de una actitud edípica normal, y, en general, existe una relación
mucho más firme con todos los objetos. El deseo de hacerse inteligible,
antes nulo, está actualmente en plena actividad. Dick trata de hacerse
entender por medio de su vocabulario, todavía pobre, pero en constante
aumento, y que él mismo se empeña en enriquecer. Existen además muchos
otros indicios de que ha comenzado a establecer relación con la realidad.
Han transcurrido hasta ahora seis meses desde que comenzó su
análisis y la evolución que durante este período se ha iniciado en aspectos
fundamentales justifica un pronóstico favorable. Muchos de los problemas
peculiares que se presentaron en este caso han resultado solucionables. Con
la ayuda de muy pocas palabras fue posible llegar a establecer contacto con
él. Ha sido posible también movilizar la angustia en un niño que carecía de
intereses y afectos; a la vez, fue posible luego resolver y regular
gradualmente la angustia liberada. Quisiera subrayar que en el caso de Dick
he modificado mi técnica habitual. En general, no interpreto el material hasta
tanto éste no ha sido expresado a través de varias representaciones, pero en
este caso, en que la capacidad de expresión por medio de representaciones
casi no existía, me vi obligada a interpretar sobre la base de mis
conocimientos generales, pues en la conducta de Dick las representaciones
eran relativamente vagas. Al lograr por este medio acceso a su inconsciente,
pude movilizar angustia y otros afectos. Las representaciones se tornaron
entonces más completas y pronto conseguí bases más sólidas para el
análisis, pudiendo entonces pasar paulatinamente a la técnica que utilizo
generalmente en el análisis de niños pequeños.
Ya he explicado cómo logré que la angustia se hiciese manifiesta, y
que se atenuara así la que existía en estado latente. Una vez que la angustia
se hizo manifiesta pude resolverla. en parte. gracias a la interpretación,
aunque fue también posible elaborarla mejor, o sea distribuirla sobre nuevas
cosas e intereses; así fue mitigada de tal modo que el yo pudo tolerarla. Si
regular así cantidades de angustia permitirá al yo tolerar y elaborar montos
normales, es cosa que sólo podrá indicar el curso posterior del análisis. En
el caso de Dick el problema consiste, por lo tanto, en modificar mediante el
análisis, un factor fundamental de su desarrollo.
En el análisis de este niño, que era absolutamente incapaz de hacerse
inteligible y cuyo yo no era accesible a ninguna influencia, lo único que se
podía hacer era tratar de llegar hasta su inconsciente, y disminuyendo las
dificultades inconscientes, abrir camino para el desarrollo del yo.
Naturalmente, en este caso -lo mismo que en cualquier otro- el acceso al
inconsciente debió lograrse a través del yo. Los hechos han demostrado,
por consiguiente, que aun aquel yo tan poco desarrollado bastaba para
permitir el establecimiento de una vinculación con el inconsciente. Creo que,
desde el punto de vista teórico, es importante advertir que aun en este caso
se logró hacer evolucionar a la vez al yo y a la libido, sólo por el análisis de
los conflictos inconscientes, y sin que fuese necesario imponer al yo
ninguna influencia educacional. Es evidente que si el yo tan escasamente
desarrollado de un niño que carecía de todo contacto con la realidad, fue
capaz de tolerar la supresión de represiones por el análisis sin que se sintiera
abrumado por el ello, está claro que en niños neuróticos (es decir, en casos
mucho menos extremos) no tenemos ninguna razón para temer que el yo
pueda sucumbir al ello. Es también interesante advertir el hecho de que la
influencia educacional que anteriormente habían ejercido sobre el niño las
personas de su ambiente, había resbalado sobre Dick sin dejar ninguna
huella. En cambio hoy, que su yo se encuentra, gracias al análisis, en plena
evolución, el niño se muestra cada vez más dócil a dicha influencia, la que
ha podido adaptarse al ritmo de los impulsos instintivos movilizados por el
análisis y que basta para manejarlos.
Queda todavía sin aclarar la cuestión del diagnóstico. El doctor
Forsyth había diagnosticado demencia precoz, y pensó que valía la pena
intentar el análisis. Dicho diagnóstico parecía ser corroborado por el hecho
de que el cuadro clínico coincidía, en muchos aspectos importantes, con el
de la demencia precoz avanzada de los adultos. Resumiéndolo una vez más:
se trataba de un caso caracterizado por una ausencia casi total de
afectividad y de angustia, gran alejamiento de la realidad y falta de
accesibilidad, así como de rapport emocional, conducta negativista
alternando con indicios de obediencia automática, indiferencia ante el dolor,
perseveración -síntomas todos característicos de la demencia precoz-.
Además, este diagnóstico estaba también confirmado por el hecho de que
pudo excluirse con seguridad la presencia de cualquier enfermedad
orgánica, en primer término, porque así lo reveló el examen efectuado por el
doctor Forsyth, y, en segundo lugar, porque el caso demostró ser tratable
psicológicamente. El análisis me demostró que la idea de una psiconeurosis
podía ser también definitivamente descartada.
En contra del diagnóstico de demencia precoz existe el hecho de que el
rasgo fundamental en el caso de Dick era una inhibición del desarrollo, y no
una regresión. Además, la demencia precoz es muy poco frecuente en la
primera infancia, por lo que muchos psiquiatras sostienen que no existe en
este período.
No quiero adelantar un diagnóstico desde esta perspectiva de
psiquiatría clínica, pero mi experiencia general en el análisis de niños me
permite hacer algunas observaciones de índole general sobre las psicosis
infantiles. He llegado al convencimiento de que la esquizofrenia infantil es
mucho más común de lo que generalmente se admite. Daré algunas razones
por las que no se la reconoce. 1) Los padres, especialmente en las clases
más pobres, en general sólo consultan al psiquiatra cuando el caso es
desesperado, es decir, cuando ellos mismos no pueden hacer nada con el
niño. Por esta razón, un gran número de casos jamás llega a la observación
médica. 2) En los pacientes que el médico alcanza a ver, suele ser imposible
para él, en un rápido y único examen, establecer la presencia de
esquizofrenia. Por consiguiente, muchos casos son clasificados bajo
diversas denominaciones, tales como "detención del desarrollo",
"deficiencia mental", "predisposición psicopática", "tendencias asociales",
etc. 3) La esquizofrenia en los niños es menos evidente y llamativa que en
los adultos. Rasgos típicos de esta enfermedad son menos llamativos en un
niño porque en menor grado son naturales en el desarrollo de niños
normales. Síntomas tales como alejamiento de la realidad, falta de rapport
emocional, incapacidad para concentrarse en cualquier ocupación,
conducta tonta y charla sin sentido, no nos llaman tanto la atención en un
niño, a quien no juzgarnos con el mismo criterio con que juzgaríamos a un
adulto. Excesiva movilidad, tanto como movimientos estereotipados en los
niños son sumamente comunes y solamente difieren en grado de la
hiperkinesia y estereotipia de los esquizofrénicos. La obediencia automática
tiene que ser realmente muy llamativa para que los padres la consideren
como otra cosa que "docilidad". La conducta negativa es considerada a
menudo como "traviesa" y la disociación es en el niño un fenómeno que la
mayoría de las veces escapa a toda observación. La angustia fóbica de los
niños contiene a menudo ideas de persecución de carácter paranoide 5 y los
temores hipocondríacos son hechos que requieren una observación muy
profunda y que a menudo sólo pueden llegar a descubrirse mediante el
análisis. 4) Más frecuentes incluso que las verdaderas psicosis son, en los
niños, los rasgos psicóticos que, en circunstancias desfavorables, pueden
desencadenar enfermedades posteriores.
Creo que la esquizofrenia y, en particular, la presencia de rasgos
esquizofrénicos en los niños, es un fenómeno muchísimo más frecuente de
lo que en general se supone. He llegado a la conclusión -por razones que
explicaré en otro lugar- de que el concepto de esquizofrenia en particular y
de psicosis en general, tales como se presentan en la infancia, debe ser
ampliado y creo que una de las tareas fundamentales del psicoanálisis de
niños consiste en descubrir y curar las psicosis infantiles. El conocimiento
teórico adquirido en esta forma sería sin duda una valiosa contribución para
nuestra comprensión de la estructura de la psicosis, y nos permitiría, al
mismo tiempo, establecer diagnósticos más exactos entre las distintas
enfermedades.
Si ampliamos, pues, el uso del término en la forma propuesta, creo
que se justifica mi clasificación de la enfermedad de Dick como
esquizofrenia. Es verdad que difiere de la esquizofrenia típica de los niños
en el hecho de que el trastorno era en este caso una inhibición del
desarrollo, mientras que en la mayoría de estos casos se trata de una
regresión después que el niño ha superado con éxito cierta etapa de su
desarrollo 6 . Además, a la naturaleza poco común del cuadro clínico se
sumaba, en Dick, la gravedad del caso. No obstante, tengo mis razones
para pensar que no es éste un caso aislado, puesto que recientemente han
llegado a mi conocimiento otros dos casos análogos en niños de alrededor
de la misma edad de Dick. Pienso, por lo tanto, que si estuviéramos en
condiciones de hacer observaciones más penetrantes, encontraríamos
muchos más casos similares.
Resumiré ahora mis conclusiones teóricas, obtenidas no sólo de mis
observaciones en el caso de Dick sino también de otros casos menos
extremos de esquizofrenia en niños entre cinco y trece años de edad, y
también de mi experiencia analítica general.
Los estadíos tempranos del complejo de Edipo están dominados por
el sadismo. Tienen lugar durante una etapa del desarrollo que se inicia con el
sadismo oral (al que se suman el sadismo uretral, muscular y anal) y termina
cuando la predominancia del sadismo anal llega a su fin.
Es sólo en los estadíos posteriores del conflicto edípico cuando
aparece la defensa contra los impulsos libidinales; en los estadíos
tempranos es contra los impulsos destructivos asociados contra lo que se
dirige la defensa. La primera defensa erigida por el yo va dirigida contra el
propio sadismo del sujeto y contra el objeto atacado, ya que ambos son
considerados como fuentes de peligro. Esta defensa tiene carácter violento
y difiere de los mecanismos de represión. En el varón, esta poderosa
defensa se dirige también contra su propio pene, como el órgano ejecutor
de su sadismo, y es una de las causas más frecuentes de todas las
perturbaciones de la potencia sexual.
Estas son mis hipótesis sobre la evolución de personas normales y
neuróticas. Veamos ahora la génesis de la psicosis.
El período inicial de la fase de sadismo máximo es aquel en que los
ataques son concebidos como de un carácter violento. He encontrado en
este período el punto de fijación de la demencia precoz. En la segunda parte
de esta fase los ataques fantaseados son imaginados como
envenenamientos, y predominan los impulsos sádicos uretrales y anales.
Creo que éste es el punto de fijación de la paranoia 7 . Quiero recordar aquí
que Abraham sostuvo que en la paranoia la libido hace una regresión a la
primera fase anal. Mis conclusiones coinciden con las hipótesis de Freud,
según las cuales los puntos de fijación de la demencia precoz y de la
paranoia deben buscarse en la etapa narcisista, los de la demencia precoz
precederán a los de la paranoia.
Una excesiva y prematura defensa del yo contra el sadismo impide el
establecimiento de la relación con la realidad y el desarrollo de la vida de
fantasía. La posesión y exploración sadística del cuerpo materno y del
mundo exterior (el cuerpo de la madre por extensión), quedan detenidas y
esto produce la suspensión más o menos completa de la relación simbólica
con cosas y objetos que representan el cuerpo de la madre y, por ende, del
contacto del sujeto con su ambiente y con la realidad en general. Este
retraimiento forma la base de la falta de afecto y angustia, que es uno de los
síntomas de la demencia precoz. En esta enfermedad, entonces, la regresión
iría directamente a la fase temprana del desarrollo en que la apropiación y
destrucción sádica del interior de la madre -tal como lo concibe el sujeto en
sus fantasías- y el establecimiento de una relación con la realidad han sido
impedidos o refrenados debido a la angustia.