La sexualidad femenina: Melanie Klein

La sexualidad femenina

Autora: Deborah Fleischer

La sexualidad femenina: Melanie Klein

Melanie Klein (Biografía)

En 1933, en El psicoanálisis de niños, propone situar el problema en buscar el equivalente femenino de la envidia de castración. Recuerda que describió la actitud ansiógena de la mujer en 1928. (Estadios tempranos del conflicto edípico). El temor de la niña está en relación a su propio cuerpo. Después de las primeras frustraciones orales, la niña se separa del pecho y desea recibir satisfacciones del pene paterno, según el modelo de la incorporación oral. Este pasaje de la investidura del pecho frustrador al pene, constituye el nucleo del complejo de Edipo. El pene del padre es vivido como retenido en el interior del cuerpo de la madre. Así dirige sus ataques sádicos contra ese cuerpo, el materno, poseedor de todos los objetos(pene – heces- niños).

Para Freud el complejo de Edipo en la niña lleva a odiar a la madre por no haberla dotado del órgano viril. La envidia es entonces por razones narcisistas mientras que para Melanie Klein es erótica.

El Edipo femenino se instala a favor de las tendencias masculinas para Freud.(ecuación pene =niño), mientras que para esta autora se trata de elementos intuitivos femeninos. Toma de Karen Horney la idea de que el deseo oral es el prototipo del deseo vaginal. La niña debido a pulsiones vaginales receptivas, tendrá fuertes tendencias de incorporación. Si el pene paterno despierta ambivalencia, la mujer podrá multiplicar experiencias sexuales reales y fantasmáticas, para introyectar el buen pene y combatir el mal pene introyectado. Un coito satisfactorio o un hijo hermoso, pueden afirmar a la mujer en su lugar, igual que poder alimentarlo con buena leche.

El masoquismo femenino sería la torsión del sadismo contra los malos objetos internalizados. Los ataques al cuerpo materno generan sentimientos de culpabilidad y actos de reparación, que son la raíz de la sublimación. La vagina, investida por los temores  en relación al propio cuerpo, es así rechazada (Se trata del investimiento del sadismo y no de las proporciones ligadas al tamaño del órgano real, como en Karen Horney). No está en juego el cuerpo real sino el temor a la retaliación, al castigo por el sadismo dirigido al cuerpo materno y vuelto contra sí misma).

Así, si bien la vagina aparece como un real, la exclusión de la misma está en relación con el temor a la retaliación, y por ende a la preocupación por el daño al propio cuerpo, no ya por el pene real, sino por  relación a los objetos internos.

Dirá así que la niña tiene un precoz conocimiento de la vagina, pero éste conocimiento es rechazado en favor del clítoris que es revestido de manera femenina. El complejo de castración tiene dos motivos esenciales :, así como la envidia del pene: deseo de tener un órgano real que pueda ser sometido a la prueba de la realidad e insatisfacción ligada al deseo de incorporación del pene del padre, que lleva a la niña a identificarse con la madre (frustradora por el pecho que le niega y el pene que detenta). Ese momento determina la vertiente agresiva  de la homosexualidad, pero la identificación al padre puede tener también como fin reparar los daños infligidos a la madre, reemplazar el pene que le había robado.

Esa posición puede fijar el destino sexual de la niña. Según Melanie Klein el superyó femenino es más severo que el del varón. La introyección del pene es constituyente del superyó paterno. La ausencia de un pene activo aumenta la sujeción al superyó. El niño inviste su propio pene de la omnipotencia narcisística y la niña inviste de esa omnipotencia el pene introyectado del padre.

Volver al índice principal de «La sexualidad femenina«