LA TÉCNICA DEL ANÁLISIS EN LA PUBERTAD (segunda parte)

LA TÉCNICA DEL ANALISIS EN LA PUBERTAD
La naturaleza compulsiva de esta ocupación se hizo gradualmente más clara. Después de mucho y paciente trabajo se vio que las variadas formas y colores de las partes que componían el dibujo, representaban diferentes personas. Su compulsión a medir y contar probó derivarse de su curiosidad, que había llegado a ser obsesiva, por conocer el interior del cuerpo de su madre y el número de niños que allí había, la diferencia de sexos y así sucesivamente. En este caso, también, la inhibición total de su personalidad y de su desarrollo intelectual habían surgido de una represión muy temprana de sus deseos de saber, que habían sufrido, en consecuencia, un completo trastorno y se habían transformado en una antipatía obstinada a todo conocimiento. Con ayuda de estos dibujos, mediciones y cuentas, hicimos considerables progresos y la ansiedad de Ilse se hizo menos aguda. Seis meses después de comenzar el tratamiento sugerí que debía tratar otra vez de llevar a cabo su análisis acostada, y así lo hizo. Inmediatamente su ansiedad se hizo más aguda, pero pude reducirla y desde este momento su análisis fue más rápido. A causa de la monotonía y pobreza de sus asociaciones esta parte de su análisis no llegó de ningún modo al standard normal del trabajo analítico en esta edad; pero a medida que continuaba se aproximó cada vez más a lo normal. Entonces comenzó a desear mucho más satisfacer a su maestra y obtener buenas notas, pero su fuerte inhibición de aprendizaje hizo irrealizable este deseo. Recién entonces comenzó a sentirse totalmente consciente de las fallas y sufrimientos que sus deficiencias le causaban. En la casa lloraba durante horas antes de comenzar a hacer los deberes para la escuela, y de hecho fracasaba en hacerlos. Se desesperaba si antes de ir a la escuela no había remendado sus medias, o si éstas tenían un agujero. Una y otra vez sus asociaciones del fracaso en el aprendizaje nos condujeron a cuestiones sobre la deficiencia de sus ropas o de su cuerpo. Durante meses su hora analítica se llenó de relatos acerca de la escuela, con monótonas observaciones sobre sus puños, cuello de la blusa, su moño y cada una de las ropas de su vestimenta, de cómo eran demasiado largas o demasiado cortas, o sucias, o sobre si no eran del color requerido .
Mi material para análisis consistió principalmente, en esta época, en los detalles de su fracaso en las composiciones para la escuela. A sus incesantes quejas de que no tenía nada que escribir acerca del tema fijado, le repliqué pidiéndole asociaciones sobre esos temas, y estas fantasías forzadas  fueron muy instructivas . Hacer el deber para la escuela significaba un reconocimiento del hecho de que ella no sabía, en el sentido de que ignoraba lo que sucedía cuando sus padres copulaban o lo que había en el interior de la madre; y toda la ansiedad y obstinación concerniente a esta fundamental ignorancia eran estimuladas en ella por cada tarea escolar. Como para muchos otros niños, tener que escribir una composición significaba para ella, entre otras cosas, tener que hacer una confesión, y esto tocaba muy de cerca su ansiedad y sentimientos de culpa. Por ejemplo: «Descripción del Kurfürstendamm»  condujo a asociaciones acerca de vidrieras de negocios y de sus contenidos y acerca de cosas que le gustaría poseer, como por ejemplo, una gran caja de fósforos decorada que ella había visto en la vidriera de un negocio una vez que había salido a caminar con su madre. Ambas habían entrado al negocio y la madre había prendido uno de los grandes fósforos para probarlo. A ella le hubiese gustado hacer lo mismo, pero se retuvo por temor a su madre y al empleado, que representaba la imago del padre. La caja de fósforos y su contenido así como los contenidos de las vidrieras, representaban el cuerpo de su madre, y el encender el fósforo representaba el coito entre sus padres. La envidia a su madre por poseer al padre en una copulación y sus impulsos agresivos contra ella fueron la causa de sus más profundos sentimientos de culpa. Otro tema de composición fue «Los perros San Bernardo». Cuando Ilse mencionó su habilidad para rescatar la gente que se moría, comenzó a sentir una gran resistencia. Sus asociaciones posteriores mostraron que los niños sepultados en la nieve eran en su imaginación niños que habían sido abandonados. Esto probaba que las dificultades que ella tenía en este tema se basaban en sus deseos de muerte hacia las hermanas más pequeñas, tanto antes como después de su nacimiento, y además, en su temor de que ella misma fuese abandonada por la madre como castigo. Además, cada tarea escolar que tenía que hacer, ya fuese oral o escrita, significaba para ella una confesión acerca de muchas cosas. Y a estas dificultades se agregaban inhibiciones especiales en matemáticas, geometría, geografía, etcétera .
Como las dificultades que tenía Ilse para aprender continuaron disminuyendo se produjo un gran cambio en su naturaleza total. Se hizo capaz de adaptación social, se volvió amiga de otras niñas y sostuvo mejores relaciones con sus padres y hermanos. Sus intereses se aproximaron entonces a los de una niña de su edad, y como era una buena alumna y la favorita de las maestras y había llegado a ser una hija casi demasiado obediente, su familia se satisfizo completamente con el éxito de su análisis y no vio razón para que éste continuara. Pero yo no era de esta opinión. Era obvio que en esta época en que Ilse tenía 13 años y ya había comenzado la pubertad física sólo había cumplido, en realidad, una exitosa transición hacia el período de latencia y se había hecho capaz de satisfacer los standards de este período y de alcanzar una adaptación social. Sin embargo, por gratificantes que fueran estos resultados analíticos, la niña que veía ante mí era aún un ser sin independencia y excesivamente fijado en la madre. Aunque su círculo de intereses se estaba ensanchando grandemente, apenas era capaz de tener ideas propias. Generalmente precedía sus expresiones con palabras tales como «mamá piensa». Su deseo de agradar, el gran cuidado que tomaba ahora por su apariencia, en contraste con su total indiferencia del principio, su necesidad de amor y reconocimiento y aun sus esfuerzos para hacer las cosas mejor que sus compañeras, todo esto surgía casi enteramente de su deseo de agradar a la madre y a sus maestras. Su actitud homosexual era muy fuerte y había pocas tendencias heterosexuales evidentes.
    La continuación del análisis, que prosiguió entonces en forma normal, condujo a grandes cambios no sólo en este sentido sino en el completo desarrollo de la personalidad de Ilse. En esto fue ayudada por el hecho de que podíamos analizar la gran ansiedad que la aparición de la menstruación hizo surgir en ella en esa época. Se vio entonces que su apego excesivamente positivo a la madre, contra quien, sin embargo tenía ocasionalmente explosiones de rabia, estaba causado por ansiedad y sentimientos de culpa. El análisis posterior dejó al descubierto en forma completa su originaria actitud de rivalidad con su madre y el intenso odio y envidia que sentía hacia ella por su posesión del padre (y su pene) y por el placer que ésta le daba, y la capacitó para reforzar sus tendencias heterosexuales y disminuir las homosexuales. Recién entonces se estableció realmente su pubertad psicológica. Antes de esto, no había estado en situación de criticar a su madre y formar sus propias opiniones, porque esto hubiera significado hacer un violento ataque sádico hacía su madre. El análisis de este sadismo le permitió a Ilse independizar su pensamiento y su acción, manteniéndose en su edad. Al mismo tiempo apareció más plenamente su oposición a la madre, pero no condujo a dificultades especiales desde que éstas estaban contrabalanceadas por su progreso en otros sentidos. Algo más tarde, después de un análisis de 425 horas, Ilse pudo establecer una relación firme y afectuosa con su madre y alcanzar al mismo tiempo una posición heterosexual satisfactoria .
En este caso vemos cómo el fracaso de la niña para resolver sus sentimientos de culpa, exageradamente fuertes, fue capaz de perturbar no sólo su transición al período de latencia sino el completo uso de su desarrollo posterior. Sus afectos, que encontraban salida en ocasionales explosiones de rabia, habían sido desplazados, y la modificación de la ansiedad fracasó. Aunque ella daba la inequívoca impresión de ser una niña infeliz e insatisfecha, no tenía conciencia de su propia ansiedad y de su falta de satisfacción para consigo misma. Adelantó mucho su análisis cuando le pude hacer comprender que era infeliz y le mostré que se sentía inferior y no querida y se desesperaba por esto, y en su desesperanza no hacía ninguna tentativa para ganar el amor de los otros. Después de esto, en lugar de su aparente indiferencia al afecto y elogio del mundo que la rodeaba, apareció el deseo vehemente y exagerado de éstos que es característico del período de latencia y que condujo a aquella actitud de obediencia extrema y fijación en la madre ya descripta. La última parte del análisis, que descubrió las bases más profundas de sus fuertes sentimientos de culpa y de su fracaso, fue mucho más fácil ahora, pues ya tenía conciencia de su enfermedad.
    Se ha aludido ya a los actos sexuales cometidos entre Ilse y su hermano, que era año y medio mayor que ella. No mucho tiempo después de haber comenzado el análisis de Ilse tomé a mi cargo el tratamiento del hermano. Ambos análisis mostraron que la relación sexual entre ellos retrocedía a la temprana niñez y que había continuado a través del período de latencia, aunque a raros intervalos y en forma mitigada. Lo notable era que Ilse no tenía el sentimiento consciente de culpa acerca de esto sino que detestaba a su hermano. El análisis de su hermano tuvo como efecto la completa interrupción de estas relaciones sexuales, y al principio esto hizo surgir un odio aún más intenso hacia él. Pero más tarde, en su análisis, junto a otros cambios producidos en ella, comenzó a tener fuertes sentimientos de culpa y ansiedad por estos episodios .
El método de Ilse de modificar sus sentimientos de culpa, por el cual ella rehusaba toda responsabilidad por sus actos y adoptaba una actitud muy desagradable, desafiante y de naturaleza opuesta a su medio, he encontrado que es típico de cierta clase de tipos asociales. En Kenneth , por ejemplo, que aparentemente tenía una indiferencia tan completa frente a las opiniones de los otros y tan extraordinaria falta de vergüenza, los mecanismos que obraban eran semejantes. Y ellos también se encuentran en el niño normal que es simplemente «travieso». Los análisis de niños de toda edad muestran que la disminución de los sentimientos latentes de culpa y ansiedad conducen a una adaptación social mejor y a un reforzamiento de su sentido de responsabilidad personal. Cuanto más profundo sea el análisis, tanto más se verá.
    Este caso nos da ciertas indicaciones para decidir qué factores son necesarios en el desarrollo de una niña para que la transición al período de latencia sea un éxito y cuáles para la transición posterior a la pubertad. Como ya he dicho, encontramos a menudo que en la edad de la pubertad la niña está aún en un período de latencia retrasado. Analizando las primeras etapas de su evolución y la temprana ansiedad y sentimientos de culpa derivados de la agresividad contra la madre, podemos capacitarla para hacer no sólo una transición satisfactoria hacia la pubertad sino la transición siguiente hacia la vida adulta y poder así asegurar el completo desarrollo de su vida sexual femenina y de su personalidad.
    Aún falta llamar la atención sobre la técnica empleada en el tratamiento de este caso. En su primera parte usé la técnica correspondiente al período de latencia, y en la segunda, la perteneciente a la pubertad. Repetidas veces he hecho referencia en estas páginas a los nexos de conexión entre los modos de análisis apropiados a los diversos estadíos. Permítaseme decir que considero la técnica de los análisis tempranos como la base de la técnica aplicable a niños de toda edad. En el último capítulo he dicho que mí método para analizar niños en el período de latencia está basado enteramente en la técnica de juego que he elaborado para los niños pequeños. Pero como muestran los casos discutidos en el presente capítulo, la técnica del análisis temprano es indispensable también para muchos pacientes en edad de la pubertad, ya que fracasaremos con muchos de estos casos, a menudo muy difíciles, si no tomamos en cuenta suficientemente la necesidad de acción del adolescente y la necesidad de expresión por la fantasía y si no tenemos cuidado de regular la ansiedad liberada, y, en general, no adoptamos una técnica suficientemente elástica.
    Analizando los estratos más profundos de la mente, tenemos que observar ciertas condiciones determinadas.
    En comparación con la ansiedad modificada de los estratos más elevados, la ansiedad de los niveles profundos es mucho mayor tanto en cantidad como en intensidad, y por consiguiente es imperativo que su liberación sea debidamente regulada. Hacemos esto refiriendo continuamente la ansiedad hacia su fuente y resolviéndola por un análisis sistemático de la situación de transferencia.
    En los primeros capítulos de este libro he descrito cómo en casos en que el niño era muy tímido, u hostil hacia mí al comenzar un análisis, inmediatamente comencé a analizar su transferencia negativa y a descubrir e interpretar los signos ocultos de su ansiedad latente antes de que se manifestaran y condujeran a una crisis de ansiedad. Para poder hacer esto, el analista debe tener un conocimiento completo de las reacciones de ansiedad de las fases más tempranas del desarrollo del niño y de los mecanismos de defensa empleados por su yo contra ellas. En realidad, debe tener un conocimiento teórico de la estructura de las capas más profundas de la mente. Su trabajo de interpretación debe dirigirse hacia esa parte del material que está asociada con la mayor cantidad de ansiedad latente y debe descubrir las situaciones de ansiedad que han sido activadas. También debe establecer la relación entre la ansiedad latente y a) las particulares fantasías sádicas subyacentes, b) los mecanismos de defensa que usa el yo para dominarlas. Es decir, para resolver una parte de ansiedad por medio de una interpretación, seguir un poco las amenazas del superyó, los impulsos del ello y las tentativas del yo para conciliar a ambos. En esta forma, gradualmente se pondrá en condiciones de traer a la conciencia el contenido total de la parte especial de ansiedad que se ha hecho sentir en ese momento. Para hacer esto es absolutamente necesario que el analista se limite a métodos estrictamente analíticos, ya que solamente absteniéndose de ejercer cualquier influencia moral o educacional sobre el niño puede analizar los más profundos niveles de su mente. Pues si impide sacar al exterior ciertos impulsos del ello, el analista mantendrá guardados también otros impulsos, y aun en el niño pequeño se encontrará bastante obstaculizado para hacerse camino hacia las fantasías oral y analsádicas más primitivas.
    Por otra parte, regulando sistemáticamente la liberación de su ansiedad, el niño no sufrirá por una excesiva acumulación de ansiedad durante intervalos en su análisis o en el caso de que su tratamiento deba ser interrumpido. En tales circunstancias, es verdad, la ansiedad a menudo se vuelve más aguda, pero el yo del niño es más capaz de dominarla y modificarla en grado mayor que antes del análisis.
    En algunos casos el niño puede evitar también una faz pasajera de ansiedad de esta naturaleza . La liberación sistemática de ansiedad hace que el niño no sufra demasiado.
Después de haber llamado la atención sobre las semejanzas entre la pubertad y la primera infancia, veamos las diferencias. En la pubertad el desarrollo más completo del yo y sus intereses crecientes exigen una técnica aproximada a la del análisis del adulto. En ciertos niños o en ciertos momentos del análisis podemos emplear otros medios de representación, pero, en general, en los análisis de la edad de pubertad, tenemos que confiar principalmente en las asociaciones verbales, para hacer posible que el adolescente establezca una relación completa con la realidad y con su campo normal de intereses. Por estas razones, antes de aceptar el análisis de niños en período de pubertad, el analista debe comprender en forma completa la técnica de análisis de los adultos. En general, considero que un buen entrenamiento en el análisis de adultos es una base necesaria para el especial entrenamiento de un analista de niños. Quien no haya tenido una experiencia adecuada y no haya realizado una cantidad considerable de trabajo con adultos no podrá penetrar en el campo técnicamente más difícil del análisis de niños.
    Con el objeto de mantener los principios fundamentales del tratamiento analítico en la forma modificada que necesitan los mecanismos del niño en las diversas etapas de su evolución, el analista, además de estar completamente entrenado en la técnica de los análisis tempranos, debe poseer el dominio total de la técnica empleada en los análisis de adultos.