La Negación

La Negación

Nos tomamosla libertad para interpretar, de prescindirde la negación y extraer el contenido puro de la ocurrencia.

Si el paciente cae en la trampa y nombra aquello en que menos puede creer, casi siempre ha confesado lo correcto. Contra partida de ese experimento se produce a menudo en el neurótico obsesivo que ya ha sido iniciado en la inteligiencia de sus síntomas.

Un contenido de representacion o de pensamiento reprimido puede irrumpir en la conciencia a condición de dejarse negar.

La negación es un modo de tomar noticia de lo reprimido, es ya una cancelación de la represión, unque no, claro está, una aceptación de lo reprimido.

Con la ayuda de la negación es enderezada solo una de las consecuencias del proceso represivo, a saber, la de que su contenido de representación no llegue a la conciencia.

Logramos también triunfar sobre la negación y establecer la plena aceptación de lo reprimido, a pesar de lo cual el proceso represivo mismo no queda todavía cancelado.

Puesto que es tarea de la función intelectual del juicio afirmar o negar contenidos de pensamientos, las consideraciones anteriores nos han llevado al origen psicológico de esa función. Negar algo en el juicio quiere decir, en el fondo, ¨eso es algo que yo preferiría reprimir¨. El juicio adverso es el sustituto intelectual de la represión, su no es una marca de ella, su certificado de orige.

Por medio del símbolo de la negación, el pensar se libera de las restricciones de la represión y se enriquece con contenidos indispensables para su operación.

la función del juicio tiene dos decisiones que adoptar. Debe atribuir o desatribuir una propiedad a una cosa, y debe admitir o impugnar la axistencia de una representacion en la realidad. La propiedad sobre la cual se debe decidir pudo haber sido originariamente buena o mala, útil o danina.

El yo – placer originario quiere introyectarse todo lo bueno, arrojar de sí todo lo malo.

Al comienzo son para él idénticos lo malo; lo ajeno ajeno al yo lo que se encuentra afuera.

La otra de las decisiones de la función del juicio, la que recae sobre la existencia real de una cosa del mundo representada, es un inteés del yo- realidad definitivo, que se desarrolla desde el yo placer inicial ( exámen de realidad). Ahora ya no se trata de si algo percivido (una cosa del mundo) debe ser acojido el interior del yo, si no de si algo presente como representación dentro del yo puede sr reencontrado también en la percepción ( realidad).

Lo no real, lo meramente representado, lo subjetivo, es sólo interio; lo otro, lo real, está presente también ahí afuera.

No sólo es importante que una cosa del mundo ( objeto de la satisfacción) posea la propiedad ¨ buena¨, y por tanto merezca ser acogida en el yo, sino también que se encuentre ahí, en el mundo exterior, de modo que uno pueda apoderarse de ella si lo necesita. Todas las representaciones provienen de percepciones, son representaciones de estar.

La existencia misma de la representación es una carta de ciudadanía que acredita la realidad de lo representado. La oposición entre subjetivo y objetivo no se da desde el comienzo. Sólo se establece porque el pensar posee la capacidad de volver hacer presente, reproduciéndolo en la representación, algo que una vez fue percibido, por lo cual no hace falta que el objeto siga estando ahí afuera.

El fin primero y más inmediato del exámen de realidad ( de objetividad ) no es por tanto, hallar en la percepción objetiva ( real) un objeto que corresponda a lo representado, sino reencontrarlo, convencerse de que todavía esté ahí.

Divorsio entre lo subjetivo y lo objetivo es prestado por una diversa capacidad de la facultad de pensar. No siempre, al reproducirse la percepción en la representación se la repite con fidelidad, puede resultar modificada por omisiones, alterada por contaminaciones de diferentes elementos.

El exámen de realidad tiene que controlar entonces el alcance de tales desfiguraciones.

Ahora una condiión para que se instituya el exámen de realidad: tiene que haberse perdido objetos que antaños procuraron una sarisfacción objetiva ( real).

El juzgar es la acción intelectual que elige la acción motriz, que pone fin a la dilación que significa el pensamiento mismo, y conduce el pensar al atrás.

La perceppción no es un proceso puramente pasivo sino que el yo envía de manera periodica al sistema percepción pequeños volúmenes de investidura por medio de los cuales toma muestra de los estímuls externos, para volver a retirarse tras cada uno de estos avances tentaleantes.

El estudio del juicio nos abre acaso la intelección de la génesis de una función intelectual a partir del juego de las mociones pulsionales primarias.

El juzgar es el ulterior desarrollo, acorde a fines, de la inclusión dentro del yo o la expulsión de él, que originariamente se rigiero n por el principio deplacer. Su polaridad parece corresponder a la oposición de los dos grupos pulsionales que hemos supuesto. La afirmación pertenece al Eros, y la negación a la pulsión de la destrucción.

El gusto de negarlo todo, el negativismo de muchos psicóticos, debe comprenderse probablemente como indicio de la desmezcla de pulsiones por débito de los componentes libidinosos.

La operación de la función del juicio se posibilita únicamente por esta vía: que la creación del símbolo de la negación haya permitido al pensar un primer grado de imndependencia respecto de la consecuencias de la represión y, por tanto, de la compulsión del principio de placer.