LA PSICOTERAPIA DE LAS PSICOSIS (1930)

LA PSICOTERAPIA DE LAS PSICOSIS (1930)

 

Si
se estudian los criterios diagnósticos de los psiquiatras, llama la
atención el hecho de que, aunque parezca que son muy complicados y que
cubren un amplio campo clínico, sin embargo, en esencia, se centran
principalmente alrededor de un punto especial: la relación con la
realidad.

Pero evidentemente, la realidad en que piensa
el psiquiatra es la realidad tanto subjetiva como objetiva del adulto
normal. En tanto que esto se justifica desde el punto de vista social
de la locura, ignora el hecho más importante: que los fundamentos de
las relaciones con la realidad de la temprana infancia son de un
carácter enteramente diferente. El análisis de niños pequeños entre dos
años y medio y cinco años muestra claramente que para todos los niños,
al principio, la realidad externa es principalmente un reflejo de la
vida instintiva del propio niño. Ahora bien, la primera fase de
relación humana está dominada por los impulsos sádico-orales. Estos
impulsos sádicos son acentuados por experiencias de frustración y
privación, y el resultado de este proceso es que todos los otros
instrumentos de expresión sádica que posea el niño, a los que damos el
rótulo de sadismo uretral, sadismo anal, sadismo muscular, se activan y
dirigen a su vez hacia objetos. El hecho es que en esta fase en la
imaginación del niño la realidad externa está poblada con objetos de
los que se espera que tratarán al niño precisamente de la misma forma
sádica con que el niño se siente impulsado a tratar a los objetos. Esta
relación es realmente la realidad primitiva del niño muy pequeño.

En
la primera realidad del niño no es exageración decir que el mundo es un
pecho y un vientre lleno de objetos peligrosos, peligrosos a causa del
impulso del propio niño a atacarlos. En tanto que el curso normal del
desarrollo del yo es evaluar gradualmente los objetos externos a través
de una escala realista de valores, para el psicótico, el mundo -y esto
en la práctic a significa objetos- es valorado en el nivel original; es
decir, que para el psicótico el mundo es todavía un vientre poblado de
objetos peligrosos.

Si, por consiguiente, se me
pidiera que dé en pocas palabras una generalización válida para la
psicosis yo diría que las agrupaciones principales corresponden a las
defensas contra las principales fases de desarrollo del sadismo.

Una
de las razones por las cuales estas relaciones no son generalmente
apreciadas es que, aunque hay por supuesto casos de semejanzas bastante
estrechas, por lo general los rasgos diagnósticos de psicosis en la
infancia son esencialmente diferentes de los de la psicosis clásica.
Por ejemplo, yo diría que el rasgo más siniestro en un niño de cuatro
años sería la actividad no disminuida de los sistemas de fantasía
característicos de un niño de un año; en otras palabras, una fijación,
que clínicamente origina la detención del desarrollo. Aunque la
fijación de la fantasía es sólo descubierta por el análisis, sin
embargo hay muchas pruebas clínicas de retardo que rara vez o nunca son
adecuadamente apreciadas.

En los pacientes que el
médico llega a ver, es a menudo imposible para él, en un único examen
rápido, establecer la presencia de una esquizofrenia. De modo que
muchos casos de este tipo son clasificados bajo títulos imprecisos,
tales como "detención del desarrollo", "estado psicopático", "tendencia
asocial", etc. Ante todo, en los niños la esquizofrenia es menos
evidente que en los adultos. Rasgos característicos de esta enfermedad
son menos llamativos en un niño porque, en menor grado, son naturales
en el desarrollo de niños normales. Cosas tales como, por ejemplo, un
marcado apartamiento de la realidad, falta de rapport emocional,
incapacidad de concentrarse en cualquier ocupación, conducta tonta y
charla sin sentido, no nos sorprenden como tan notables en los niños, y
no las juzgamos como lo haríamos si aparecieran en adultos. Un exceso
de actividad y movimientos estereotipados son muy comunes en los niños
y difieren sólo en grado de la hiperkinesia y estereotipia de la
esquizofrenia. La obediencia automática debe ser realmente muy notable
para que los padres la consideren como otra cosa que "docilidad". La
conducta negativista es generalmente considerada como "travesura", y la
disociación es un fenómeno que por lo general escapa por completo a la
observación del niño. El que la angustia fóbica de los niños contenga a
menudo ideas de persecución de carácter paranoico y temores
hipocondríacos es un hecho que requiere una observación muy directa y a
menudo sólo puede ser revelado por el análisis. Incluso más comúnmente
que psicosis encontramos en los niños rasgos psicóticos que en
circunstancias desfavorables llevan a la enfermedad en la vida
posterior (véase "La formación simbólica", 1930a).

Podría
dar un ejemplo de un caso en que acciones estereotipadas se basaban
enteramente en una base de angustia psicótica, pero que de ningún modo
hubieran hecho surgir tales sospechas. Un niño de seis años jugaba
durante horas a ser un policía que dirigía el tránsito, juego en el que
tomaba ciertas actitudes una y otra vez, permaneciendo inmóvil en
algunas de ellas durante bastante tiempo. Mostraba así signos de
catatonía tanto como de estereotipia, y el análisis reveló el miedo y
terror abrumadores característicos que encontramos en casos de
psicosis. Es nuestra experiencia que este abrumador terror psicótico es
obstruido típicamente como por una barricada mediante diversos recursos
con los que están conectados los síntomas.

Está
también el niño que vive la fantasía, y podemos ver cómo en su juego
estos niños deben dejar fuera completamente la realidad, y sólo pueden
conservar sus fantasías excluyéndola del todo. Estos niños encuentran
intolerable cualquier frustración porque les recuerda la realidad; y
son considerablemente incapaces de concentrarse en cualquier ocupación
conectada con la realidad. Por ejemplo, un niño de seis años de este
tipo jugaba repetidamente a que era el poderoso líder de una banda de
salvajes cazadores y animales salvajes; luchaba, conquistaba y
condenaba cruelmente a muerte a sus enemigos, que también tenían
bestias salvajes a su servicio. Después los animales eran devorados. La
lucha nunca terminaba, ya que siempre aparecían más animales. El
transcurso del análisis ha revelado en este niño no sólo una grave
neurosis sino también marcados rasgos paranoides. Se había sentido
siempre conscientemente rodeado y amenazado por magos, soldados,
brujas, etc. Como muchos niños este chico había mantenido
invariablemente el contenido de su angustia en total secreto para los
que lo rodeaban.

Además, encontré, por ejemplo, en un
niño aparentemente normal, que tenía una desusada creencia obstinada en
la constante presencia alrededor de él en todo momento de hadas y
figuras amistosas como Papá Noel, que estas figuras encubrían su
angustia de estar siempre rodeado por animales terroríficos que
amenazaban atacarlo y tragárselo.

En mi opinión la
esquizofrenia plenamente desarrollada es más común -y especialmente la
aparición de rasgos esquizofrénicos es un fenómeno mucho más general-
en la infancia de lo que se supone generalmente. He llegado a la
conclusión de que el concepto de esquizofrenia en particular y el de
psicosis en general que aparecen en la infancia, debe ser ampliado, y
creo que una de las tareas principales del analista de niños es
descubrir y curar las psicosis infantiles. El conocimiento teórico así
adquirido sería sin duda una valiosa contribución para nuestra
comprensión de la estructura de las psicosis y nos ayudaría también a
lograr un diagnóstico diferencial más correcto entre las diversas
enfermedades.