La representación y la síntesis del objeto

La representación y la síntesis del objeto

Término de diverso estatuto es representación (Vorstellung). En los últimos años, acaso por influencia de la Standard Edition, se lo ha empezado a traducir al castellano por «idea». Pero en nuestra lengua es de uso ya arraigado «representación», en el sentido de la Crítica de la razón pura, de Kant. De manera aproximativa diríamos que si la sensación es una «presentación» de algo a la conciencia, la «representación» entraña la memoria y cierta capacidad de funcionamiento autónomo del aparato psíquico.

Freud emplea «representación» desde sus primeros escritos, en lugares donde la psiquiatría francesa de la época diría idée, idea (en alemán, Idee). El mero hecho de practicar ese remplazo tiene serias consecuencias, pues «representación» trae adheridos, por así decir, fragmentos de gnoseología kantiana.

Por una feliz decisión de Strachey, disponernos de un fragmento de la monografía de Freud sobre las afasias, insertado como «Apéndice C» a «Lo inconciente» (SE, 14, págs. 209-15), que nos ayudará a situar el concepto de re-presentación. Recordemos que en alemán hay dos modos de decir «objeto». El primero es Gegenstand, lo que está ahí enfrente, en el mundo, objecto. El segundo es Objekt. El objeto en este último sentido es, en Kant, construido; la síntesis de sensaciones en una representación, que referimos a una cosa del mundo. En la citada monografía de Freud leemos que «para la psicología la unidad de la función del lenguaje es la «palabra»… » (SE, 14, pág. 210); y allí se define a esta última como una representación compleja que se presenta compuesta por elementos acústicos, visuales y kinestésicos. Más adelante se dice que «la palabra cobra su significado por su enlace con la «representación-objeto»… », que es, también ella, un complejo asociativo de las más diversas representaciones visuales, acústicas, etc. La representación-objeto parece una «cosa del mundo» (Ding, cosa material) porque a raíz del recuento de las impresiones sensoriales que hemos recibido de un «objeto, del mundo» (Gegenstand, objeto) admitimos todavía la posibilidad de una serie mayor de nuevas impresiones dentro de la misma cadena asociativa.

No parece posible decir que la palabra es una «idea»; quizás esto llevó a que en la Standard Edition se traduzca en estos textos Vorstellung por presentation, lo cual confunde sobremanera las cosas, pues, según consignamos, esta última expresión valdría para la sensación o para los productos de la fantasía. La opción de la versión inglesa nos termina de confirmar que, descuida el aspecto del problema que estamos considerando. Y vemos, por las definiciones expresas de Freud, que la palabra misma es una representación, y que el objeto mismo lo es; de ahí «representación-palabra» y «representación-objeto», y no «de palabra» y «de objeto», pues la representación no espeja un objeto, sino que ella misma lo es. Desde luego, el uso no puede ser estricto en Freud, puesto que el objeto-representación se constituye por referencia a las cosas del mundo, a lo que está ahí, enfrente; y, entonces, «objeto» (Objekt) designará a veces «objeto del mundo». Pero lo importante es retener que en Freud resuena la tradición kantiana para la cual la representación es síntesis pues supone algo dado en la sensación, ligado por la actividad del entendimiento.

Lo confirmaremos por otro camino. En la mencionada monografía sobre las afasias, Freud remite a la Lógica, de Stuart Mill (libro 1, capítulo 3), donde se dice:

«Como resultado de nuestro análisis obtenemos la siguiente enumeración y clasificación de todas las cosas nominabIes {nameable}. En primer lugar, sentimientos o estados de conciencia; en segundo lugar, las mentes {minds} que experimentan esos sentimientos y, en tercer lugar, los cuerpos {bodies} u objetos externos que excitan algunos de esos sentimientos {feelings}, junto con los poderes o propiedades por los cuales los excitan {… }. Por último, las sucesiones y coexistencias, las semejanzas y desemejanzas entre sentimientos o estados de conciencia. Tales relaciones, consideradas como subsistentes entre otras cosas, existen en realidad sólo entre los estados de conciencia que estas excitan, si se trata de cuerpos, y excitan o experimentan, si se trata de mentes { … }. Todo Lecho exclusivamente compuesto de sentimientos o estados de conciencia considerados como tales suele denominarse hecho psicológico o subjetivo; mientras que todo hecho compuesto (enteramente o en parte) por algo diferente de aquellos, a saber, por sustancias y atributos, es llamado Echo objetivo. Podemos decir que todo hecho objetivo se funda en un hecho subjetivo correspondiente; y, si se deja de lado el hecho subjetivo, aquel carece de sentido para nosotros: vale sólo como nombre del proceso ignoto e inescrutable subrogado por el hecho subjetivo o psicológico ».

Señalemos que los sentimientos incluyen, en Míll, la sensación, la emoción, el pensamiento y la volición; las percepciones son un caso particular de creencia, y esta, un tipo de pensamiento. Ahora bien, «creencia en la realidad» es una categoría del análisis psicológico Freudiano, así traducida por nosotros. Corresponde entenderla como «creencia en la objetividad», tal como el «examen de realidad» es «examen de objetividad». Esta última expresión nos remite a «subjetividad»; lo objetivo y lo subjetivo se constituyen simultánea y simétricamente en el proceso de desarrollo del yo.

Es preciso, pues, abandonar cualquier ingenuidad respecto de la noción de «objeto». Su síntesis es, al mismo tiempo, síntesis del yo. El yo mismo, punto de encuentro entre lo real y lo ideal, se constituye en esos dos mundos. De otro modo no entenderíamos expresiones como «el objeto y el sujeto del yo», que hallamos en Psicología de las masas y análisis del yo, ni el proceso de la identificación en la melancolía, cuando Freud dice que el «objeto» vuelve a erigirse en el yo después que se perdió en lo objetivo.

Es que también «realidad» se dice de dos modos en alemán. Los productos de la fantasía, por ejemplo los del yo-placer, tienen Mrklichkeit, realidad efectiva y operante (por lo demás, es un descubrimiento capital de Freud); lo que no tienen es Realitát, contenido objetivo, no son síntesis ya que no miran al mundo de las cosas ahí fuera.

El texto Freudiano se nos ha ido entramando con la tradición del pensamiento alemán. Esta perspectiva no puede dejar de influir sobre las opciones de traducción. Explicitemos algunas otras. Si en «Introducción del narcisismo» Freud pasa a considerar el «grandor del yo», prescindiendo de su Zusammengesetztheit, traduciremos esta última expresión por «condición de compuesto», pues todo el pasaje nos recuerda a Los principios de la doctrina de la ciencia, de Fichte, donde el yo es compuesto tras su auto-posición y sus sucesivas posiciones del no-yo. Y el recurso a Fichte nos fue indicado por el propio Freud en «Pulsiones y destinos de pulsíón», donde emplea las expresiones «yo» y «no-yo», características de aquel.

Una expresión un poco enigmática es Gemeinsamkeít, comunidad, que en la Standard Edition se suele traducir por «patrimonio común». En el citado pasaje de Stuart Mill, en nota, expone este autor un punto de vista según el cual el «atributo» establece un «punto de comunidad entre clases». Y como Freud, en un pasaje del libro sobre los sueños, menciona a la «comunidad» como una relación, nos vimos remitidos a la Crítica de la razón pura, de Kant, donde «comunidad» (con ligera variante, Gemeinschaft) aparece en la tabla de categorías, como la tercera entre las de la relación: causa y efecto, sustancia y atributo, y comunidad o acción recíproca. Por tanto, si en Tres ensayos de teoría sexual leemos que la boca es una «comunidad» para las pulsiones sexuales y las de autoconservación, entenderemos que es un «campo de acción recíproca». Lo mismo en algún pasaje del libro sobre los sueños y en Psicología de las masas y análisis del yo, cuando es una «relación de comunidad» lo que posibilita la identificación entre las muchachas de un internado o entre los miembros de una masa.

Al comienzo, habíamos escogido «autoestima» para Selbstgefühl; pero la acumulación de pruebas de la presencia del horizonte clásico nos llevó a usar «sentimiento de sí», versión literal, que se remonta también a Fichte. Nos decidió a ello, sobre todo, el ya mencionado pasaje de «Introducción del narcisismo», donde el sentimiento de sí se encuentra en relación con el grandor del yo.

Para terminar, veamos algunos ejemplos de alcance más circunscrito. En La interpretación de los sueños leemos: «El devenir-conciente es para nosotros un acto psíquico particular, diverso e independiente del devenir-puesto o devenir-representado… » (GW, 2-3, pág. 150). «Devenir-puesto» es versión idiomáticamente inobjetable para Gesetztwerden; y cabe entenderlo en el sentido fichteano de «posición» de un no-yo. En este texto, Freud asimila lo «puesto» a lo representado o, al menos, los sitúa en una misma línea. Ha de tratarse de una intuición básica, pues en un trabajo tan tardío como Esquema del psicoanálisis se refiere a algo «investido» (Beseizt, ahora), que -dice- si fuera conciente lo llamaríamos «representación». Notable pasaje. El término «investidura» (véase el capítulo 4 del presente trabajo), de acepción neurológica en el «Proyecto de psicología», parece contagiarse del sentido que se trasmite en otro de los horizontes constitutivos del texto Freudiano.