LACAN, SEMINARIO 19. Clase 10: 17 de Mayo de 1972

LACAN, SEMINARIO 19. Clase 10: 17 de Mayo de 1972

He aquí, esto gira alrededor de lo que el análisis nos conduce a formular esa función ? x

en relación a lo cual se trata de saber si existe un x que satisfaga la función. Entonces

naturalmente esto supone articular lo que puede ser la existencia. Es aproximadamente

cierto que históricamente esto no surgió, esta noción de existencia, sino con la intrusión de

lo real; de lo real matemático como tal. Pero, es una prueba de nada, porque nosotros no

estamos aquí para hacer la historia del pensamiento. No puede haber ninguna historia del

pensamiento. El pensamiento es una fuga en sí mismo. El proyecto, bajo el nombre de

memoria, el «mé» (me) conocimiento de su «moire» (moria), el des-conocimiento de su

«reflejo». Todo esto no impide que podemos intentar hacer ciertos

señalamientos/localizaciones descubrimientos; y para comenzar por lo que, no por azar,

he escrito en forma de función; he comenzado por enunciar algo que, espero, les será útil:

un decir así y que, si yo lo escribo, es en un sentido, en el sentido que es una función sin

relación con lo que sea con nada que fundo (funde) de ellos (d’eux -d, apóstrofe, e, u, x -)

Uno. Entonces, ustedes, ven que toda la astucia está en el subjuntivo que pertenece al

verbo fundar y la vez al verbo fundir. De ellos (d’eux) no está fundido en Uno, ni Uno

fundado por dos (deux). He aquí que esto es lo que dice Aristófanes en una muy bella

pequeña fabulita del «Banquete»: que ellos han sido separados en dos. Estaban primero

en forma de bestia con dos (a deux dos) espaldas/lomos o de bestias con espaldas/lomos

de ellos (a dos d’eux)… lo que desde luego, si la fábula enseñara con ser un instante de

ningún modo que no se rehagan pequeños con dos espaldas, a espaldas de ellos, cosa

que nadie advierte, y felizmente, porque un mito es un mito y est ya dice bastante: es esto

el que yo he proyectado primero bajo una forma moderna, bajo la forma de ? x. En suma,

es lo que concerniendo la relación sexual, se presenta ante nosotros como la especie de

discurso —hablo de la función matemática— la especie de discurso- en fin, al menos yo se

los propongo como modelo- que nos permitiría fundar sobre ese punto otra cosa que la

apariencia… o peor.

Esta mañana, yo he comenzado en lo peor y a pesar de todo, no encuentro que sea

superfluo hacerlos partícipes a ustedes, aunque sea para ver dónde puede ir esto. Era a

propósito de ese pequeño corte de corriente. No sé hasta cuando la tuvieron ustedes,

pero yo lo tuve hasta las 10 hs. Esto me jodió enormemente porque es la hora en que habitualmente yo reúno, repienso estas pequeñas notas. Esto no me lo facilitaba. Para

colmo, por causa del mismo corte, me rompieron un vaso para los dientes que yo quería

mucho. Si hay aquí personas que me quieren, pueden probablemente pagarme otro, de

este modo puede ser que llegue a tener varios, lo que me permitiría romperlos todos,

¡salvo aquél que yo prefiera!. Tengo un pequeño patio que está hecho expresamente para

eso. Bueno, entonces yo no decía pensando en ello, que seguramente este corte no venía

de ninguna persona; esto venía de una decisión de los trabajadores. Yo tengo un respeto

que no se pueden imaginar para la gentileza de esa cosa que se llama un corte, una

huelga. ¡Que delicadeza, no ir más allá, limitarse a eso!. Pero aquí me parecía que en vista

de la hora… ¿Qué? ¿No oyen? Estaba diciendo que una huelga, era la cosa más social del

mundo, que representa un respeto del lazo social que es algo fabuloso. Pero aquí había

una punto en este corte de corriente que tenía significación de huelga, y es que era

justamente la hora en que —como a mí que cocinaba esto para hablarles ahora— cómo

debió hinchar a la mujer del trabajador que —sin embargo— se llama la burguesa.

Es cierto que las llaman así. Y entonces me puse a soñar. Por que todo esto es lógico: si

son trabajadores; es decir, explotados, es porque ellos prefieren aún esto a la explotación

sexual de la burguesa. He aquí que esto, es peor, es el ….o peor (ou pire); ¿entienden?.

Porque, ¿a qué lleva pronunciar articulaciones sobre cosas contra las cuales no se puede

hacer nada? La relación sexual no se presenta, no se puede decir que bajo la forma de la

explotación, es primero, es a causa de esta explotación que uno se organiza porque, no

hay incluso esta explotación misma. He aquí esto es lo… o peor. No es serio. No es serio

aunque no vea que es allí a donde debería ir un discurso que no sería apariencia

(semblant), pero es un discurso que terminaría mal, que no sería un lazo social, como es

necesario que sea un discurso.

Ahora bien, se trata ahora del discurso psicoanalítico; y se trata de hacer que aquél que

cumple la función de a tenga una posición, ya les he explicado esto la última vez,

naturalmente les pasó de largo como el agua entre las plumas del pato; pero en fín,

algunos me parece que se han mojado un poco, tiene la posición de la apariencia.

Aquellos que están verdaderamente interesados ahí dentro, he tenido ecos de ello a pesar

de todo, esto los ha enmudecido. Hay algunos psicoanalistas que tienen algo que los

atormenta, que los angustia cada tanto. No es por eso que yo digo lo que digo, que yo

insisto sobre el hecho que el a deba sostener la posición de la apariencia; no es para

generarles la angustia, yo preferiría incluso que no la tuvieran. Pero, en fin, no es un mal

signo que esto se las produzca porque quiere decir que mi discurso no es completamente

superfluo; que puede tener un sentido. Pero esto no es suficiente. No asegura

absolutamente nada, que un discurso tenga un sentido, porque es necesario al menos que

ese sentido, pueda ser identificante. Si ustedes hacen esto, el movimiento browniano, a

cada momento; esto tiene un sentido. Es esto lo que hace difícil la posición del

psicoanalista, porque el objeto a, su función, es el desplazamiento, y como no es a

propósito del psicoanalista que he hecho descender del cielo, por primera vez, el objeto a,

he comenzado, en un pequeño grafo que estaba hecho para dar indicación/marcación a

las formaciones del inconsciente, a encerrarlo entre puntos de los cuales no podía

moverse. Es mucho menos fácil mantenerse en la posición de la apariencia, porque el

objeto a se nos escapa/huye entre las patas ya que, como ya lo he explicado cuando

comencé a hablar de esto a propósito del lenguaje es «corre, corre el hurón»(4), en todo lo

que ustedes dicen; a cada instante él está en otra parte.

Ahora bien, es por eso que nosotros intentamos aprehender dónde podría situarse algo

que estaría más allá del sentido, de ese sentido que hace además que yo no pueda

obtener a otro efecto que la angustia allí donde no es de ningún modo ni intención. Es en

esto donde nos interesa que esté anclado/aferrado ese real, el real que yo digo, no por

nada, ser matemático porque, en suma, en la experiencia de lo que se agita, de lo que se

formula, de lo que llegado el caso se escribe, vemos, podemos tocar con el dedo que ahí

algo que resiste, quiero decir, algo de lo cual no se puede decir cualquier cosa. No se

puede dar cualquier sentido a lo real matemático. Incluso es llamativo que aquellos que-en

suma- en una época reciente se han aproximado a ese real con la idea preconcebida de

hacerle dar cuenta de su sentido a partir de lo verdadero. Había aquí un inmenso

extravagante que ustedes conocen seguramente, de reputación porque hizo su pequeño

nido en el mundo, que se llamaba Bertrand Russell: él está en el corazón de esa aventura.

Es él mismo quien ha formulado algo como eso de que la matemática, es algo que se

articula de tal manera que ni siquiera se sabe si es cierto, lo que se articula, o si tiene

algún sentido. Lo que no impide que justamente esto pruebe lo siguiente: es que no se le

puede dar cualquier sentido, ni en el orden de la verdad, ni en el orden del sentido, y que

esto resiste al punto que para llegar a ese resultado que yo considero un éxito, el éxito

mismo, el modo bajo el cual esto se impone que es real, es que justamente, ni lo

verdadero, ni el sentido dominan a él; son secundarios y aquella posición, esta posición

secundaria de esas dos máquinas que se llaman lo verdadero y el sentido, les sigue

siendo inhabitual, a ellos, en fín, que esto le produce un poco de pereza a la gente cuando

se toman el trabajo de pensar. Era el caso de Bertrand Russell: él pensaba, era… ¡era una

manía de aristócrata!. No existe ninguna razón verdaderamente para creer que esta sea

una función esencial. Pero, aquellos que edifican —y no estoy ironizando— la Teoría de

los Conjuntos, tienen bastante que hacer en ese real para encontrar tiempo de pensar al

costado. El modo en que uno se mete/interna en una vía, no solamente de la cual no se

puede salir, sino que ella lleva a alguna parte con una necesidad, y luego además una

fecundidad, hace que se aborde el hecho que se está en relación con otra cosa que

aquello que sin embargo es empleado, lo que ha sido el modo/trámite/gestión en el inicio

de esta teoría: se trataba de interrogar lo que era real; porque de ahí hemos partido

porque no podíamos no ver que el número era real y que luego de algún tiempo había una

(rififi) gresca con el Uno. No era de todos modos una pobre empresa descubrir/apercibirse

de que el número real se podía cuestionar si tenía algo que ver con el Uno, el Uno así, el

primero de los números enteros, de los números llamados naturales. Es que habíamos

tenido tiempo, desde el siglo XVIII hasta los inicios del siglo XIX, de acercarnos un poco

más que los antiguos al número.

Si parte de esto, es porque esto es lo esencial. No solamente: «y a de l’Un», sino que se ve

en esto que el Uno, él no piensa, «él no piensa, luego yo soy» en particular. Cuando yo

digo: «él no piensa, luego yo soy», espero que ustedes recuerden que incluso Descartes,

no dice esto. El dice: esto se piensa, «luego yo soy». El Uno, no se piensa, incluso solo.

Pero esto dice algo. Es esto mismo lo que lo distingue y él no ha superado que la gente se

plantee a propósito de él, a propósito de sus relaciones, le pregunta de qué es lo que

quiere decir desde el punto de vista de la verdad, no ha esperado incluso la lógica. Porque

la lógica es esto. La lógica, es localizar en la gramática lo que toma forma de la posición

de verdad, aquello que en lenguaje lo hace adecuado para ser verdad, adecuado, no

quiere decir que siempre lo logrará, ahora bien, buscando sus formas, uno cree aproximarse a lo que es la verdad. Pero antes de que Aristóteles se diera cuenta de esto,

a saber, de la relación con la gramática, el Uno ya había hablado, y no para decir nada,

dice lo que tiene para decir en el Parménides. Es el Uno que se dice. El se dice, es

necesario decirle, apuntando a ser verdadero, de ahí naturalmente el enloquecimiento

resultante: no hay nadie, entre las personas que cocinan el saber, que no sienta cada vez

tomar un buen pedazo de él. ¡Esto rompe el vaso de dientes! Es por eso que después de

todo, aún cuando algunos han puesto una cierta buena voluntad, un cierto coraje al decir,

que después de todo esto puede admitirse, aunque sea un poco traído de los pelos, no se

ha llegado aún a acabar con esta cosa que sin embargo, era simple: advertir que el Uno,

cuando es verídico, cuando dice lo que tiene que decir, se ve hacia donde va: en todo

caso es la total recusación de alguna relación con el ser.

En fin, no hay más que una cosa que surge de esto cuando se articula; y es exactamente

ésta: «no hay de eso dos» (y en a pas deux). Yo se los dije: es un decir. Y aún ustedes

pueden encontrar al alcance de la mano la confirmación de lo que yo digo, cuando digo

que la verdad no puede sino medio decirse (mi-dire) porque ustedes no tienen más que

romper la fórmula: para decir esto, no puede sino decir, o bien «y en a» (hay de eso), como

lo digo hay del Uno «y a d’l’ Un» o bien «pas d’eux» (no de ellos), lo que de inmediato es

interpretado por nosotros: «no hay relación sexual». Está entonces, si ustedes quieren, al

alcance de nuestra mano, pero seguramente no, al alcance de la mano unaria del Uno,

hacen algo en el sentido del sentido. Es por eso que yo recomiendo a aquellos que

quieren mantener la posición del analista; con todo lo que esto comporta de saber no

resbalar de ella; recomiendo ponerse al día respecto de lo que, seguramente, podría para

ellos leerse, con solamente trabajar el Parménides. Pero sería de cualquier modo un poco

corto. Uno se rompe los dientes en este asunto. Mientras que sucede otra cosa que vuelve

todo completamente claro; si desde luego, uno se obstina un poco, si se rompe en ello,

incluso si se quiebra; que vuelve completamente clara la distinción de que hay un real que

es el real matemático con, sea lo que sea de esas bromas que parten de ese no se qué

que es nuestra posición nauseabunda que se llama lo verdadero o el sentido. Por

supuesto, naturalmente, esto no quiere decir que no tendrá efectos, efectos de masaje,

efectos de vigorización, efectos de aireamiento, de limpieza sobre lo que nos parecía

exigible respecto de lo verdadero o bien del sentido. Pero justamente, es eso lo que yo

espero de él: es que se forme para distinguir lo que en él es del Uno simplemente, para

aproximarse a ese real del cual se trata en tanto soporta el número; esto permitirá mucho

al analista, quiero decirle que puede ocurrirle, en este desvío en que se trata de interpretar,

de renovar el sentido, de decir cosas, de ese hecho, un poco menos corto, circuitadas, un

poco menos cambiantes que todas las estupideces que pueden ocurrírsenos y de las

cuales hace un rato «…o peor»(..ou pire), les he dado la muestra, a partir simplemente de lo

que para mi no era más que la contrariedad de la mañana. Yo habría podido bordar así

sobre el trabajador y su burguesa y extraer de eso una mitología. Esto por otra parte los ha

hecho reír, porque, en ese género el campo es vasto, el sentido y lo verdadero, no faltan.

Se ha vuelto incluso el comedero universitario justamente. Es que hay tanto de lelo, hay tal

gasa/abanico que se encontrará en él un día para hacer con lo que yo les digo una

antología; para decir que yo dije que la palabra, era el efecto, la completud de esta que es

lo que yo articulo como «no hay relación sexual». Así, de esta manera ¡solo!. Es la

interpretación subjetivista, como no puede adularla, le hace el verso (la camelea); es

simple: Yo, lo que intento es otra cosa: es hacer que ustedes en su discurso, pongan

menos estupideces, hablo de los analistas. Para eso, ensayen airear un poco el sentido,

con elementos que serían un poco nuevos. Ahora bien, no es una exigencia que no se

imponga porque está bien claro que no hay ningún medio de repartir dos series cualquierayo

digo, cualquiera- de atributos que hagan una serie «macho», por un lado, y por el otro, la

serie «mujer». No he dicho «hombre» para no crear confusión.

¿Es que voy a florearme sobre esto aún para seguir en,… en lo peor? Evidentemente es

tentador, incluso para mí, yo me divierto: Y además, estoy seguro de divertirlos, de

mostrarles que eso que llamamos el activo, si es en ello en lo que ustedes se

fundamentan, porque naturalmente es la moneda corriente, que es esto entonces… él es

activo, el querido precioso: En la relación sexual, me parece que es más bien la mujer la

que da el empujón; y además no hay más que verlo incluso en las posiciones que,

nosotros no llamaremos de ninguna manera primitivas, porque es porque se las encuentra

en el tercer mundo que es el mundo de Monsieur Thiers que, sí… que no es evidente que

en la vida normal, no hablo, por supuesto, naturalmente de los tipos del gas y de la

electricidad de Francia que, ellos, han tomado sus distancias, que se han consagrado a su

trabajo. Pero en una vida, llamémosla simplemente lo que ella es, lo que ella es en todas

partes, desde que se produjo nuestra gran subversión, nuestra gran subversión cristiana;

bien, el hombre, él holgazanea (huevea), la mujer, ella muele, borda, cose, hace las

compras y encuentra aún el modo de en estas sólidas civilizaciones que no se han

perdido, encuentra aún el modo de contonear el trasero luego, para- hablo de una danzapara

la satisfacción jubilosa del tipo que está ahí. Entonces, para lo que pertenece el

activo y al pasivo permítanme que… ¡Es cierto que él caza! No hay de qué reírse, ¡mi

pequeño! Es muy importante.

Ya que ustedes me provocan, seguiré divirtiéndome. Es lamentable porque no llegaré al

final de lo que tengo para decirles hoy concerniente al Uno… son las dos: Pero de

cualquier modo, ya que hace reír la caza, sí… yo no sé… no sé si igualmente, a pesar de

todo, no es absolutamente superfluo ve en ello justamente una virtud del hombre,

justamente la virtud por la cual él se muestra lo mejor que tiene: ser pasivo. Porque, a

partir de todo lo que se sabe, a pesar de todo,… no sé si ustedes se dan bien cuenta,

porque, seguramente, aquí ustedes son todos mamarrachos, y si no hay aquí campesinos,

nadie caza, pero si hay campesinos, también, cazan mal, para el campesino. No es

forzosamente un hombre, el campesino, digan lo que digan de él. Para el campesino, la

caza se abate, ¡pan! ¡pan! se recoge y listo. No es esto, la caza. La caza, cuando existe,

no hay más que ver en que trances los ponía; eso, porque se sabe, hemos tendido

pequeñas huellas de todo lo que ellos ofrecían como propiciatorio a la cosa que sin

embargo ya no estaba ahí, ustedes comprenden que ellos no eran más chiflados que

nosotros: un animal (bestia) muerto (matado) es un animal (bestia) muerto (matado).

Solamente que si ellos habían podido matar a la bestia, es porque ellos estaban también

sometidos a todo lo que corresponde a ese trámite, a esa huella, a sus preocupaciones

sexuales, para justamente ellos, substituido a aquello que no es eso: a la no-defensa, a la

no-clausura, a los no-límites de la bestia, a la vida para decir la palabra y que, cuando ellos

debieron sustraer esa vida luego de haberse vuelto tales, ellos, esta misma vida, que eso

se comprende, seguramente, ellos descubrieron, no solamente que se volvía fea, sino que

era peligroso, que bien podía sucederles a ellos lo mismo. Debe ser una de esas cosas

que han incluso hecho pensar a algunos; porque estas cosas se siguen sintiendo, y yo he

oído esto, formulado de una manera curiosa por alguien excesivamente inteligente, un

matemático, que; pero en este caso él extrapola, el muchacho igualmente, pero en fín, yo se los proveo porque es excitante, que el sistema nervioso, en un organismo, no era

probablemente nada más que lo que resulta de una identificación con la presa. Les dejo la

idea así, se las doy, ustedes harán de ella lo que quieran, por supuesto, pero se puede

boludear sobre este asunto una nueva teoría de la evolución que será apenas un poco

más graciosa que las precedentes. Se las entrego primero tanto más voluntariamente

porque ella no me pertenece.

A mí también me la pasaron. Pero estoy seguro excitará los cerebros entológicos. Es

cierto, por supuesto, también para el pescador y también en todo aquello por lo cual el

hombre es mujer, porque el modo en que el pescador pasa su mano sobre el vientre de la

trucha que está bajo su peñasco… ¡en fín!, sería necesario que hubiera aquí un pescador

de truchas, de cualquier modo aquí hay posibilidades, él debe saber de qué estoy

hablando, ¡en fin es algo! Por último esto no nos pone sobre el sujeto del activo y del

pasivo, en una repartición más clara.

Ahora bien, no voy a extenderme, porque es suficiente que confronte cada una de las

parejas habituales con un ensayo de repartición bisexual cualquiera para llegar a

resultados igualmente bufones. Ahora bien, ¡qué es lo que esto podría ser? Cuando yo

digo «ya d’l’Un», hace falta sin embargo que barra delante del escalón de mi puerta, y

además no veo porqué no me quedaría aquí ya que yo les hablaré entonces el jueves 1º

de Junio, creo que algo así, ¿se dan cuenta?. el 1º jueves de Junio, me veo forzado a

volver unos días de vacaciones para no faltar a Sainte Anne. Ahora bien, de cualquier

modo voy a remarcar ahí que «y a d’l’Un», no quiere decir, me parece que de cualquier

manera para muchos, esto ya debe ser seguro, pero porqué no finalmente, no quiere decir

que hay el individuo. Es por esto, ustedes comprenden, que les pido que enraicemos, «y a

d’l’Un» allí de donde viene, es decir, que no hay otra existencia de el Uno que no sea la

existencia matemática. Hay Uno algo. Un argumento que satisface a Una fórmula; y un

argumento es algo completamente vacío de sentido. Es simplemente el Uno como Uno.

Era esto, lo que yo tenía intención al comienzo de marcarles bien en la Teoría de los

Conjuntos. Probablemente voy a poder marcárselos de cualquier manera, antes de irme.

Pero también hay que liquidar antes esto, que incluso la idea del individuo no constituye en

ningún caso el Uno. Porque se ve bien igualmente que esto podría estar al alcance; para

lo que es la relación sexual, sobre la cual- en suma- no pocos imaginan que esto se funda:

hay tantos individuos de un lado como del otro, en principio, al menos en el ser que habla,

el número de hombres y mujeres salvo excepción, quiero decir pequeñas excepciones: en

las islas británicas, hay probablemente un poco menos de hombres que de mujeres… en

otra parte hubo la gran masacre naturalmente de los hombres, pero en fín, esto no impide

que cada uno tenga su cada uno. Esto no es del todo suficiente para motivar la relación

sexual, que haya Uno por Uno. Es incluso gracioso que ustedes lo hayan visto: hay ahí

una especie de impureza, en la Teoría de los Conjuntos, alrededor de esta idea de la

correspondencia bi-unívoca. Aquí se ve bien en qué el conjunto se liga a la clase y que la

clase, como todo aquello que se prende de un atributo, es algo que tiene que ver con la

relación sexual. Solamente que es justamente esto, esto lo que yo les pido que quieran

aprehender gracias a la función del conjunto: es que hay Uno distinto de lo que unifica

como atributo de una clase. Existe una transición por el intermediario de esta

correspondencia bi-unívoca: hay tantos de un lado como del otro. Y algunos fundamentan

en esto la idea de la monogamia. Uno se pregunta en qué es sostenible, pero en fín está

en el Evangelio. Como hay tanto de ello, hasta el momento en que haya una catástrofe

social… ha sucedido parece, en la mitad de la Edad Media, en Alemania, se pudo estatuir,

según parece, en ese momento que la relación sexual podía ser otra cosa que bi-unívoca.

Pero lo que es muy divertido, en qué esto, es que la Sex-Ratio, existen personas que se

han planteado el problema como tal: ¿hay tantos machos como hembras?. Y ha habido

una literatura en relación a esto que es verdaderamente muy picante, divertida, porque ese

problema que ha sido en suma resuelto más frecuentemente por lo que nosotros

llamaremos la selección cromosómica… el caso más frecuente es evidentemente una

repartición de los dos sexos en una cantidad de individuos reproducidos iguales en cada

sexo, iguales en número. Es verdaderamente muy bonito que se haya planteado la

cuestión de que sucede si llega a producirse un desequilibrio. Se puede demostrar muy

fácilmente, que en ciertos casos de ese desequilibrio, no pueda más que acrecentarse,

ese desequilibrio, si nos atenemos a l a selección cromosómica, que no llamaremos azar ya

que se trata de una repartición. Pero entonces, la solución elegante que se la ha dado es

que, en ese caso, esto debería ser compensado por la selección natural, la vemos aquí

mostrarse al desnudo; quiero decir que se resume en decir lo siguiente: que los más

fuertes son, forzosamente, los menos numerosos y, como son los más fuertes, prosperan,

y que entonces van a reunirse con los otros en número. La conexión de esta idea de la

selección natural justamente con la relación sexual es uno de los casos en que se muestra

bien que lo que se arriesga en cualquier abordaje de la relación sexual es quedarse en la

salida ingeniosa. Y en efecto, todo lo que sobre ella se ha dicho, es de ese orden.

Si es importante que se pueda articular algo más que algo que haga reír, es justamente lo

que nosotros buscamos para asegurar la posición del analista, de otra cosa que lo que ella

parece ser en muchos casos: un gag. El comienzo se lee en esto; en la Teoría de los

Conjuntos, que tiene función de elemento: ser un elemento en un conjunto, es ser algo

que no tiene nada que hacer con pertenecer a un registro calificable como Universal; es

decir con algo que cae bajo la jugada del atributo. Es la tentativa de la Teoría de los

Conjuntos de disociar, de desarticular de manera definitiva el predicado del atributo. Lo

que hasta esta teoría carácteriza justamente la noción en juego/en discusión en que es del

tipo sexual, es por eso que esbozaría algo como una relación; es más precisamente esto:

que lo Universal se funda sobre un atributo común. Hay aquí además el esbozo de la

distinción lógica del atributo al sujeto. Y de ahí se funda el sujeto: es en lo que algo, que se

distingue de él, puede ser llamado atributo.

De esta distinción del atributo, el resultado es que no se ponga en un mismo conjunto, por

ejemplo, los trapos rejilla y las servilletas. En oposición a esta categoría que se llama la

clase, está la del conjunto en la cual, no solamente el trapo rejilla y la servilleta son

compatibles, sino que no puede, en un conjunto como tal de cada una de esas dos

especies, haber más que Uno. En un conjunto, no puede haber, si nada distingue a un

trapo rejilla de otro, no puede haber más que un trapo rejilla; al igual que no puede haber

más que una servilleta. El Uno, en tanto diferencia pura, es lo que distingue la noción del

elemento. El Uno en tanto atributo es entonces distinto de él. La diferencia entre el Uno de

diferencia y el Uno atributo es ésta: es que, cuando para definir una clase Uds. se sirven

de un enunciado atributivo cualquiera, el atributo no estará en esta definición en demanda

(de sobra); es decir que si ustedes dicen «el hombre es bueno» y, si, con relación a ello, lo

que se puede decir, porque quien no está obligado a decirlo: proponer que «el hombre es

bueno» no excluye que debamos dar cuenta de que no siempre responde a esta denominación.

Por otra parte, se encuentran siempre suficientes razones para mostrar que él es capaz de

no responder a este atributo, de sufrir un desfallecimiento al tener que cumplirlo. Es la

teoría que se hace y donde se libera que, está todo el sentido a disposición para hacer

frente a explicar que de tanto en tanto incluso él es malo, pero esto no cambia nada de su

atributo, que si llegara a hacer un balance desde el punto de vista del número: cuantos hay

que se mantienen en él, y cuando que no responden a él, el atributo «bueno» no estaría en

la balanza de más; además de cada uno de los hombres buenos. Es justamente la

diferencia con el Uno de diferencia: es que cuando se trata de articular su consecuencia,

ese Uno de diferencia tiene que ser contado como tal en lo que se enuncia de aquello que

él fundamenta que es conjunto y que tiene partes. El Uno de diferencia, no solamente

contable, sino que debe ser contado en las partes del conjunto.

Llego precisamente a la hora Dos. No puedo entonces más que indicarles lo que será la

continuación de aquello en lo que como de costumbre me veo obligado a cortar, es decir

muy seguido, de cualquier manera; y hoy sin duda en razón justamente de otro corte que

es el de mi corriente, de esta mañana, con sus consecuencias; me veo llevado entonces a

no poder sino darles la indicación de lo que, sobre esta afirmación, formación-pivot, será

mi reanudación, es esto: la relación de este Uno que debe contarse además con lo que, en

lo que yo enuncio como, no suplente, pero no desplegándose en un lugar del puesto de la

relación sexual, se especifica de «él existe», no ?x, sino el decir que ese ?x no es la

verdad: que es de ahí que surgió el Uno que hace que ese

? x ? deba ser colocado, y es el único elemento carácterístico, deba ser puesto al lado de

aquello que funda al hombre como tal.

Es decir que ese fundamento lo especifica sexualmente, es precisamente lo que a

continuación será acusado. Ya que, desde luego, no queda de ello menos que la relación

? x, que es lo que define a este hombre atributivamente como «todo hombre». Qué es lo

que es ese «todo» «todos», qué es «todos los hombres» en tanto ellos fundamentan un lado

de esta articulación de suplencia; es aquí donde retomaremos cuando nos volvamos a ver

la próxima vez. La cuestión «todos», qué es un «todos» debe ser completamente

replanteada a partir de la función que se articula «hay el Uno».

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