LAS ALUCINACIONES ONÍRICAS

 LAS ALUCINACIONES ONÍRICAS
Presentación
      Ubicamos esta investigación en el período 1.895-1.905 en el cual, Sigmund Freud gesta y coloca la piedra fundamental del Psicoanálisis, con su obra “La interpretación de los sueños” de 1.900.
      Nos interroga el fenómeno alucinatorio en relación  con los sueños, pues se presenta como una particularidad de éstos, y en otra línea, aparece en algunos estados patológicos.
          Freud dice que los sueños son  cumplimiento de deseos; aunque también afirma  que lo son las demás producciones anímicas: los lapsus, los síntomas, el chiste, los actos fallidos en general. Lo que constituye una peculiaridad de los sueños a diferencia de las demás formaciones del inconsciente es, en rigor, el fenómeno alucinatorio.
     Retomemos entonces la definición del sueño, ahora más precisión: “realización alucinatoria de deseos sexuales, infantiles, reprimidos y, por lo tanto, inconscientes.
     La expresión realización alucinatoria de deseos remite a un campo visual. El sujeto en el sueño ve, las ideas se figuran en imágenes visuales, hay algo dado a ver en la emergencia de la escena onírica.
     En el capítulo I de “La interpretación de los sueños”, se reproduce la traducción  de un párrafo del libro de d´Hervey citado por Freud (no se trata de una cita textual sino una paráfrasis de Vaschide) en  el que dice: “…la imagen del sueño es la copia de la idea; la visión es sólo accesoria.” (1)
     Sin embargo, en el capítulo VII  Freud va a establecer, que si bien el sueño es un fenómeno ideativo, alucinatoriamente se hace visual. En este texto, con la presentación del aparato óptico, otorga a lo visual otro estatuto. Citamos: “……proponemos seguir esta sugerencia: imaginarnos el instrumento de que se valen las operaciones del alma como si fuera un microscopio compuesto, un aparato fotográfico, o algo semejante. La localidad psíquica corresponde entonces a un lugar en el interior de un aparato, en el que se produce uno de los estadios previos de la imagen. En el microscopio y el telescopio como es sabido, estas son en parte unas localizaciones ideales, unas zonas en las que no se sitúa ningún componente aprehensible del aparato… ”(2)
      La pregunta que surge en este punto es: ¿Recurre Freud a esta construcción óptica, porque es la más adecuada para abordar esta peculiaridad del sueño –tan enigmática- como lo es la alucinación?
Naturaleza regrediente de la alucinación:
        En la introducción a la obra “Estudios sobre la histeria”, James Strachey señala que se adjudica a Breuer: “…la idea de que la alucinación consiste en una excitación “retrocedente del aparato perceptivo por unas imágenes mnémicas…” (3). Este párrafo nos remite a un pie de página en la parte teórica de la misma obra: “…Esta idea de la naturaleza “retrocedente” de la alucinación fue propuesta por Freud en su examen de los sueños en el “Proyecto de Psicología” (…) también se la hallará en el capítulo VII de “La interpretación de los sueños “ (…) donde utiliza el término “regresión”…” (4)
      Siguiendo esta referencia,  destaquemos en el capítulo señalado cómo define  nuestro autor el término regresión: “…llamamos “regresión” al hecho de que en el sueño la representación vuelve a mudarse en la imagen sensorial de la que 
alguna  vez partió (…) el nombre de “regresión” nos sirve en la medida en que anuda ese hecho por nosotros conocido al esquema del aparato anímico  provisto de una dirección…(5)
     Esta aseveración  comienza a responder al interrogante que habíamos planteado anteriormente, con relación al auxilio que proporcionó el aparato óptico para la explicación del fenómeno objeto de nuestra investigación.  Freud  lo dirá claramente: “…en este punto obtenemos la primera recompensa por haber establecido ese esquema…”(6)
     El trabajo del sueño que transforma los pensamientos oníricos en el contenido manifiesto, opera a través de sus mecanismos: condensación, desplazamiento y miramiento por la figurabilidad , pudiendo agregársele o faltar, la elaboración secundaria. Nos interesa especialmente marcar el tercer mecanismo que produce una mudanza de los pensamientos del sueño en  imágenes visuales, por el cual: “… una expresión incolora y abstracta del pensamiento onírico es trocada por otra, figural y concreta…” (7). 
     Cuando los pensamientos son sometidos al trabajo del sueño, se pierden los lazos lógicos  que los hacía comprensibles.  
Freud pone de relieve que la presentación del aparato óptico  tiene aún otra ventaja, que es  poder explicar este tercer factor del trabajo del sueño, afirmando: “…a raíz del trabajo del sueño todas las relaciones lógicas entre los  pensamientos oníricos se pierden o sólo hallan expresión trabajosa. De acuerdo con nuestro esquema, esas relaciones entre pensamientos no están contenidas en los primeros sistemas Mn sino en otros, situados mucho más adelante, y por eso en la regresión tienen que quedar despojados de todo medio de expresarse, excepto el de las imágenes perceptivas…” (8)
     En el mismo contexto, el autor manifiesta: “…  no podemos rechazar, respecto del sueño, la posibilidad de que la  mudanza de pensamientos en imágenes visuales sea en parte consecuencia de la atracción que sobre el pensamiento desconectado de la conciencia y que lucha por expresarse ejerce el recuerdo, figurado visualmente, que pugna por ser reanimado…” (9)
Alteraciones en las investiduras
     Este factor del trabajo del sueño se destaca por su carácter regrediente y Freud se pregunta por aquello que hace posible la regresión en el sueño y al hacerlo da con la clave de todo el proceso: es el estado del dormir. Se trata de un estado muy particular que determina todos los rasgos del fenómeno onírico, incluyéndose entre ellos, las alucinaciones.
     Observemos que en la descripción del aparato, Freud ubica  en el polo motor al sistema preconciente (Pcc) y detrás de él, al sistema inconciente (Icc), y expresa que la explicación de la formación de los sueños le obliga a suponer una censura entre los sistemas. Durante el día esta censura opera con todo vigor, pero en el estado del dormir se relaja, se hace menos fuerte.
     De lo anterior se desprende una primera característica del dormir, a saber:  La censura onírica entre sistemas disminuye su poder. Citamos: “… a la noche disminuye la resistencia que monta guardia en la frontera entre inconciente  y  preconciente…” (10)
     Segunda característica: Cese de la corriente continua de P a M . En el texto hallamos:   “…Durante el día hay una corriente continua desde el sistema (…) de las P hasta la motilidad; ella cesa durante la noche y ya no podría oponer impedimento alguno a una contracorriente de la excitación…” (11).   
      Para comprender el fenómeno alucinatorio,  ¿es suficiente con decir que tiene como condición  la regresión?  De ninguna manera. El carácter regrediente es condición necesaria pero no suficiente para explicar su mecanismo.
     Este cuestionamiento nos conduce a la tercera característica del estado del dormir: – La clausura del mundo exterior, que sin duda remite a un retiro del  interés por el mundo exterior, un recogimiento de todas las investiduras psíquicas por el deseo de dormir.
     Así, podemos localizar la cuarta característica del estado del dormir: Alteraciones de investiduras en el polo P. 
     Por su vinculación, tomaremos los dos últimos caracteres en forma conjunta para su esclarecimiento.
     En el mismo texto,  Freud alude al deseo de dormir: “…en tanto, el sistema dominante se retira al deseo de dormir, lo realiza produciendo en el interior del aparato psíquico las alteraciones en la investidura que le son posibles y, en 
definitiva, retiene este deseo todo el tiempo en que se duerme.” (12)
      Sin embargo el dormir puede ser perturbado, tanto por estímulos externos como por aquellos que proceden del interior del aparato del alma. 
     Respecto de excitaciones  internas, hacemos referencia a los restos diurnos que, según Freud son los verdaderos perturbadores del dormir, y no el sueño, que se constituye en su guardián.
     Estos perturbadores, nos darán una idea de la importancia que revisten las alteraciones de las investiduras que veníamos tratando: “…Puede ocurrir que logremos, cuando decidimos dormirnos, el cese provisional de las investiduras energéticas de nuestro pensamiento de vigilia. El que puede hacerlo bien es un buen durmiente (…) Pero no siempre lo logramos, y no siempre por completo. Problemas  no solucionados, preocupaciones martirizantes, un excesivo aflujo de impresiones, hacen que la actividad de pensamiento prosiga también mientras dormimos, y mantenga procesos anímicos dentro del sistema que denominamos “preconciente”(13)
      Continúa Freud insistiendo en la relevancia de este sistema:  “…es  indudable que la característica psicológica del dormir ha de buscarse, en lo esencial, en las alteraciones de investidura de este sistema en particular…”. (14)
     Supone en cuanto al sistema  Icc,  que no habría retiro de las investiduras, o bien se produce un retiro poco importante. Conjeturamos que no atañe al sistema inconciente el deseo de dormir, por lo que retiene sus investiduras.
     Si bien los pensamientos diurnos preconcientes quedan investidos, se trata de una investidura parcial, en comparación a la investidura que tenía durante el día, por lo que es débil y necesita un refuerzo: “…A la excitación nocturna en el interior del Prcc no le queda entonces otro camino que el que toman las excitaciones de deseo que provienen del Icc; tiene que buscar un refuerzo de lo Icc.”(15) 
    El proceso que acontece dentro del preconciente y que busca refuerzo por el sistema inconciente, por el camino regrediente, a través del inconciente alcanza el polo perceptivo que está profusamente investido a consecuencia de la movilidad de las investiduras en el proceso, y deviene conciente con el estatuto de una percepción sensorial, esto es, como una imagen vívida. 
     Es decir que el contenido de representaciones, en virtud del fenómeno alucinatorio, se cree vivenciar. Se presta creencia a lo que dicta la percepción por los sentidos, y la realidad objetiva queda cancelada.
Alucinaciones en los estados patológicos
     En las alucinaciones de los estados patológicos también opera un extrañamiento de la realidad; pero una serie de rasgos diferencian a éstas, de aquéllas que son propias de los sueños.
    Como primera consideración señalemos que en estos estados, se verifica que sin el cese de la corriente progrediente de vigilia, se produce la regresión hasta el polo P. Freud afirma: “…La regresión se produce a pesar de  una corriente sensorial ininterrumpida en la dirección progrediente…”(16).Y en el mismo sentido en el texto “Las neuropsicosis de defensa”, dice “…el yo se arranca de la representación insoportable, pero ésta se entrama de manera inseparable con un fragmento de la realidad objetiva, y en tanto el yo lleva a cabo esa operación, se desase también total o parcialmente, de la realidad objetiva”(17)
     Dentro de lo patológico hacemos una distinción: en las alucinaciones histéricas la representación alucinada es aquélla que había sido reprimida, en tanto en la paranoia, hay una modificación del contenido desmentido.
      En “Nuevas puntualizaciones sobre las neuropsicosis de defensa” de 1.896 Freud señala al respecto: “…la histeria suele repetir sus símbolos mnémicos sin modificación, mientras que la alucinación mnémica paranoica experimenta una desfiguración…” .(18)
     Otra consideración de importancia en esta comparación, es que en los sueños el guardián de nuestra salud mental, esto es la censura, disminuye su actividad pero no se distrae porque cierra las puertas de la motilidad. En lo patológico tal cierre no opera, por lo que puede haber acciones que modifiquen el mundo exterior y esto tiene consecuencias.  Freud  especifica: “.el guardián es yugulado, las excitaciones inconscientes someten al Prcc, y desde ahí gobiernan nuestra habla y nuestra acción o fuerzan la regresión alucinatoria…”(19)
PSC. NÉLIDA MAGDALENA