Filosofía y epistemología: UNA LECTURA CRÍTICA DE LA RECEPCIÓN DE M. HEIDEGGER EN LA TEORÍA NARRATIVA DE P. RICOEUR

Filosofía y epistemología: UNA LECTURA CRÍTICA DE LA RECEPCIÓN DE M. HEIDEGGER EN LA TEORÍA NARRATIVA DE P. RICOEUR

Bertorello, Adrián Mario (Universidad de Buenos Aires)

RESUMEN
El trabajo expone las dos actitudes que P. Ricoeur asume ante
la filosofía de Sein un Zeit en su obra Tiempo y Narración. La
primera actitud positiva adopta los análisis heideggerianos de
la intratemporalidad para dar cuenta de lo que denomina
Mimesis I, es decir, la referencia de la trama a la acción humana.
La segunda actitud es de rechazo ya que Ricoeur niega el
carácter narrativo de la filosofía de Heidegger. La finalidad del
trabajo es mostrar que la crítica de Ricoeur sólo es posible si
uno acepta la definición demasiado estrecha de «na-rración».
Palabras clave: Hermenéutica Narratividad Tiempo Texto

En este trabajo se intenta mostrar que el concepto de «narratividad»
propuesto por Paul Ricoeur en Tiempo y Narración resulta
demasiado estrecho y ello le impide asimilar la filosofía
del primer Heidegger a su propia interpretación de la narración.
En efecto, Sein und Zeit ocupa un lugar destacado en la
obra de Ricoeur, refiriéndose al mismo en tres momentos: a)
cuando establece las relaciones entre las tres mímesis b)
cuando expone el carácter aporético de las distintas fenomenologías
del tiempo c) cuando afirma que la narración resuelve
esas mismas aporías. De estos tres momentos, el primero y el
tercero son los de un modo directo que están vinculados a la
tesis que se busca desarrollar. El segundo, trata extensamente
la filosofía de Sein und Zeit, pero no para mostrar su trasfondo
narrativo, sino para señalar el fracaso de la ontología fundamental
hiedeggeriana al querer conciliar el tiempo del mundo
con el tiempo vivido. Estos tres momentos se pueden articular
en dos actitudes frente a Heidegger. La primera es positiva:
Ricoeur acepta e incorpora a su pensamiento las descripciones
heideggerianas de la intratemporalidad y sólo niega su condición
narrativa. La segunda actitud es, por el contrario, de distancia:
rechaza los resultados del método genético de Heidegger.
A continuación se presentan brevemente el significado de estas
dos actitudes para nuestra investigación.
En el caso de la actitud de asimilación de la temática heideggeriana
de la intratemporalidad, ésta aparece claramente expresada
en su concepción de la trama como una triple mimesis. El
marco argumentativo general considera que la narración junto
con la metáfora, es aquella obra discursiva donde se lleva a
cabo no sólo una innovación semántica, sino también y fundamentalmente
una innovación ontológica. Las pretensiones ontológicas
del discurso narrativo llevan consigo el planeamiento
del problema de la referencia. La tesis fundamental de Ricoeur
consiste en asignarle a la narración la competencia de llevar al
plano del lenguaje una dimensión de la realidad que escapa a
la descripción científica. Esta función ontológica de la narración
se lleva a cabo como la proposición de un mundo posible
que puede ser habitado por el lector.
La justificación de esta tesis lo obliga a elaborar una noción
compleja de narración. Las Confesiones de Agustín y la Poética
de Aristóteles le brindan los conceptos fundamentales a
partir de los cuales propone su teoría de la triple mimesis. Ésta
da cuenta de la mutua implicancia del tiempo y la narración. En
este contexto aparece la interpretación narrativa de Sein und
Zeit. La exposición se centrará en la determinación del carácter
pre-narrativo de la intratemporalidad.
La expresión aristotélica «mímesis praxéos» es una transposición
metafórica del campo ético al poético: la trama (mythos)
imita el obrar humano. Aristóteles concibe la imitación no como
una mera copia sino como una operación cuya finalidad es la
producción de una determinada obra, la trama. Esta concepción
dinámica de la mimesis es la que Ricoeur toma como punto
de partida para poner de relieve su función mediadora. En la
mimesis aristotélica se pueden distinguir tres momentos: a)
Mimesis I, que mienta la referencia de la trama al «antes» de la
creación, es decir, a la praxis humana, b) Mimesis II, que designa
la obra narrativa misma -lo que R. Jakobson llama la literariedad
de la literatura-, y c) Mimesis III, que se refiere al «después»
de la creación, es decir, al efecto de la obra en el espectador.
La función mediadora corresponde a lo que Ricoeur denomina
«Mimesis II»: la trama media entre el antes y el después. Con
ello propone una concepción de la narración que rompe con el
enfoque en inmanencia. La obra se descentra de sí misma y
se dirige al plano de la acción y al de la recepción. Esta función
mediadora es la clave para entender las relaciones entre tiempo
y narración. En efecto, el tiempo configurado de la trama
(Mimesis II) remite al tiempo prefigurado de la acción (Mimesis
I) y al tiempo refigurado de la lectura (Mimesis III). Me interesa
centrarme tan sólo en la relación de configuración que la trama
tiene respecto del tiempo prefigurado de la acción, ya que aquí
aparece la referencia al pensamiento de Heidegger.
La composición de la trama tiene sus raíces en la pre-comprensión
de la acción. El obrar humano está supuesto en la
trama de tres maneras: la obra literaria supone, en primer lugar,
una fenomenología de la acción, esto es, la competencia
para reconocer los rasgos estructurales del obrar. La trama se
incardina, de este modo, en una red conceptual previa que
estructura el campo práctico. La incardinación de una en otra
expresa no sólo una relación de suposición sino también de
transformación. El paso de la praxis al plano poético lleva consigo
una modificación de los elementos estructurantes de la
acción: la trama le añade al obrar humano una configuración
sincrónica que da cuenta de su condición discursiva (Ricoeur,
1995b, 118). En segundo lugar, la Mimesis II supone la mediación
simbólica del campo práctico. Con ello Ricoeur alude a la
antropología interpretativa de C. Geertz (Ricoeur, 1995b, 119-
120) . Finalmente la trama supone la estructura temporal de la
acción. Ricoeur identifica la estructura temporal con las
descripciones heideggerianas de la intratemporalidad (Ricoeur,
1995b, 125-29). En ella se hallan contenidas de un modo incoativo
las narraciones.
«Sobre el pedestal de la intratemporalidad se edificarán conjuntamente
las configuraciones narrativas y las formas más
elaboradas de temporalidad que les corresponden». (Ricoeur,
1995b, 129)
La intratemporalidad se sitúa en una relación de anterioridad
con respecto a la narración. Ciertamente están íntimamente
vinculadas al punto tal que la caracteriza como una relación
circular. Pero entre una y otra hay una diferencia que es la que
existe entre lo potencial y lo actual. Por ello Ricoeur le asigna
un estatus pre-narrativo:
«A esta objeción opondré una serie de situaciones que, a mi
juicio, nos fuerzan a otorgar a la experiencia temporal como tal
una narratividad incoativa que no procede de la proyección –
como se dice- de la literatura sobre la vida, sino que constituye
una auténtica demanda de narración. Para caracterizar estas
situaciones no vacilaré en hablar de una estructura pre-narrativa
de la experiencia». (Ricoeur, 1995b, 144)
La segunda actitud frente a Heidegger aparece en la cuarta
parte de Tiempo y Narración cuando Ricoeur se refiere a lo que
sería algo así como una interpretación narrativa del Dasein:
«Iluminada después por nuestras fábulas sobre el tiempo, la
repetición heideggeriana se revela como la expresión emblemática
de la figura más disimulada de concordancia discordante,
la que hace mantener juntos, de la manera más improbable,
tiempo moral, tiempo público y tiempo mundano. Esta
última figura resume todas la modalidades de concordancia
discordante acumuladas por la fenomenología del tiempo desde
Agustín. Por eso, se revela también como la más apta para
servir de hilo conductor en la interpretación de las experiencias
temporales de ficción que tienen como apuesta última la cohesión
de la vida». (Ricoeur, 1996d, 835)
Esta cita se enmarca en el siguiente contexto argumentativo:
Ricoeur confronta las aporías a las que condujeron las distintas
fenomenologías del tiempo con la solución ideal que les
proporcionaron las variaciones imaginativas (Mann, Proust y
Woolf). Tomando como punto de partida la noción weberiana
de ideal-tipo, muestra que las ficciones del tiempo, a la par que
presentan las mismas aporías de la fenomenología, las resuelven
en un tipo ideal. El carácter paradojal de las ficciones del
tiempo es el modo en que se resuelve la concordancia-discordante
implicada en la intentio-distentio.
Es aquí donde Ricoeur introduce la referencia a la repetición
heideggeriana como la forma más elaborada de la tesis agustiniana.
La repetición comparte con la trama sus mismos rasgos
formales, a saber, la concordancia-discordante (Ricoeur,
1996d, 742). Es decir, la repetición cumple la función de dar
cohesión a la vida y de sintetizar los tres niveles del tiempo
(mortal, público y mundano). Pero esta función de la repetición
fracasa y, con ello, el Dasein pierde su condición narrativa,
pues no logra sintetizar lo discordante. Dicho de otra manera:
si hubiera que determinar el lugar en donde se inscribiría un
cierto carácter narrativo del Dasein, ese sería ni más ni menos
que la repetición, ya que Heidegger le asigna la función cohesiva
distintiva de toda trama.
El argumento sobre el que se apoya esta tesis es la condición
aporética de toda fenomenología del tiempo. En el caso concreto
de Heidegger se funda en dos fracasos metodológicos:
en la imposibilidad de derivar genéticamente de la repetición
de las posibilidades propias del Dasein singular el pasado común.
Esta laguna genética tiene como consecuencia epistemológica
que la historiografía pierda su fundamento ontológico
(Ricoeur, 1996d, 746). Y en la imposibilidad de derivar de la
intratemporalidad la nivelación, que, según Heidegger, es característica
del concepto ordinario de tiempo (Ricoeur, 1996d,
750 y 768).
Después de esta breve síntesis de la lectura que Ricoeur hace
de Sein und Zeit, querría hacer algunos comentarios sobre la
argumentación implicada en las dos actitudes.
La tesis central de la primera actitud, a saber, que la estructura
temporal del obrar humano posee un carácter potencialmente
narrativo, y como tal, anterior a la narratividad, pone en evidencia
el nivel de análisis en el que define la noción de narración.
Ricoeur restringe los fenómenos narrativos de tres maneras
que se implican mutuamente: en primer término, circunscribe
las estructuras narrativas a nivel del discurso. Antes de su
manifestación discursiva es imposible hablar de narración. En
segundo lugar, si bien la trama se constituye en el discurso
(sea este oral u escrito), Ricoeur privilegia en su modo de análisis
una determinada formación discursiva: los textos. En la
medida en que «texto» designa la fijación por escrito del discurso,
la narratividad se circunscribe a una determinada obra humana:
los textos literarios. Esto resulta claramente evidente
cuando trata el problema de la referencia narrativa. La noción
fundamental que garantiza el alcance ontológico de la narración
es la de «mundo del texto» (Ricoeur, 1995b, 148-155). Y
finalmente, aunque no niega de un modo explícito que todo
texto literario sea referencial, privilegia en su análisis lo que H.
G. Gadamer denomina «textos eminentes», es decir, aquellos
que poseen un alto grado de cualidad literaria (Gadamer, 1993,
348). Los nombres de Thomas Mann, Marcel Proust y Virginia
Woolf dan cuenta de esta tercera restricción.
Esta noción estrecha de narración es el motivo que le impide
ver a Ricoeur en el Dasein y en el concepto de filosofía de
Heidegger estructuras, que desde una perspectiva más amplia,
no podría dudarse de su condición narrativa. La consecuencia
que Ricoeur paga por esta reducción es el reestablecimiento
de lo que pretende evitar con el círculo de la mimesis
(Cfr. Ricoeur, 1995b: 144), a saber, la oposición entre el arte y
la vida.
Si se examina ahora la crítica metodológica implicada en la
segunda actitud, se puede ver también otra consecuencia de
la rigidez de su concepto de narración. Acepto que las dificultades
genéticas de Heidegger son realmente ciertas. Pero del
hecho de que la temporalidad propia expresada en la repetición
fracase en la derivación de los otros niveles temporales y,
con ello, no garantice la unidad cohesiva requerida por la definición
restringida de trama, no se sigue que carezca por completo
de estructuración. El fracaso de la derivación genética no
hunde al Dasein en la fragmentación total y en la pura discordancia
consigo mismo.
La discordancia puede, además, transformarse, desde otra
perspectiva que la adoptada por Ricoeur, en el argumento central
de la constitución narrativa del Dasein. En efecto, el Dasein,
según Heidegger, está afectado por una discordancia consigo
mismo que le es esencial y que nunca puede terminar de sintetizar
en una unidad perfectamente cohesiva. Esta discordancia
no es más que la negatividad radical de la temporalidad. La
finitud del Dasein puede ser vista desde la óptica de la semiótica
narrativa de Greimas, como la carencia (Cfr. Greimas-
Courtés, 1990) original que funda todo relato y que obliga al
Dasein permanentemente a cohesionarse.

BIBLIOGRAFÍA
Carr, D.: Time, Narrative and History, Bloominton/Indianápolis, Indiana
University Press, 1986.
Heidegger, M.: Sein und Zeit, Tübingen, Max Niemeyer, 1986.
Ricoeur, P. : La metáfora viva, Madrid, Ediciones Europa, 1980; Teoría de la
interpretación, Mexico, siglo XXI,. 1995b) Tiempo y Narración I, México, Siglo
XXI; 1995bb.; Tiempo y Narración II, México, Siglo XXI, 1995c.; Tiempo y
Narración III, México, Siglo XXI. 1995d; Sí mismo como otro, Madrid Siglo
XXI, 1995e.