Lo inconsciente (1915)

Comentarios sobre Lo inconsciente.
Este trabajo capital nos impone al menos algunos comentarios, aunque incluyan conceptos de manera anticipada. Su función será la de ejercer el papel de organizadores retroactivos. Cuando exponemos un tema, hay siempre implícito, de manera latente, un “hacia donde” “un para qué”, estableciendo una analogía con la formación de síntoma.
Capítulo I: Justificación del concepto de lo inconsciente.
“ . . .el supuesto de lo inconsciente es necesario y legítimo, poseemos numerosas pruebas a favor de la existencia de lo inconsciente” (Íbid. Pág. 163).
Considera que es necesario porque aporta una ganancia de sentido y coherencia. Los datos de la conciencia son lacunosos. Dedicará una especial atención al olvido, como una de las formaciones del inconsciente. Trata este tema con detenimiento en la Psicopatología de la Vida Cotidiana (1901) y en La Interpretación de los sueños (1899). La memoria, para Freud es inconsciente. La conciencia no es testigo de la mayoría de los actos inconscientes: sueños, fallidos, síntomas, etc. Freud es el primero en otorgarle a estas formaciones el pleno derecho de un acto psíquico y a tratarlas como tal. Si nos atenemos solamente a los actos de conciencia todas las manifestaciones anteriores quedarían inconexas e incomprensibles.
Lo inconsciente implica ir más allá de la experiencia inmediata. Con el uso de este supuesto, afirmará, construye, simultáneamente un procedimiento (asociaciones libres, interpretaciones, etc.) y logra influir con éxito sobre el decurso de los procesos conscientes. Con ambos recorre el camino del trabajo terapéutico centrado en el síntoma (sintomático) al tratamiento causal. Veremos claramente este recorrido en el Caso Isabel, cuan-do, por ejemplo toma al dolor (síntoma) como brújula y se deja guiar por él.
Esto implica una prueba incontrastable de lo supuesto: lo inconsciente, su necesariedad, eficacia y su legitimidad.
Freud pone de manifiesto que lo psíquico, hasta ese momento se ha considerado como sinónimo de consciente y que lo latente ha sido atribuido a lo orgánico. Lo latente se refiere a un estado de inconsciencia, que puede ser momentánea, como en el caso de lo que corresponderá en sus posteriores desarrollos a lo Preconsciente o formar parte de lo Inconsciente propiamente dicho y ver imposibilitado su acceso a la conciencia por la Represión.
Freud retoma la importancia de los experimentos hipnóticos, en particular la sugestión posthipnótica.
Aquí se hace necesaria una reflexión, a posteriori, sobre la relación del Psicoanálisis con la Hipnosis y la Sugestión. Existe una relación paradojal: sin la Hipnosis y la sugestión no habría podido construirse el Psicoanálisis, al mismo tiempo, el Psicoanálisis se contrapone y substituye a la Hipnosis y la sugestión, desde una perspectiva teórica, metodológica y técnica. A estas Freud agregará una perspectiva ética, considerando la relación hipnotizador – hipnotizado como una relación sadomasoquista. De índole, entonces perversa por la sumisión y adicción en la que coloca al paciente.
Fundamentará que además de necesario es legítimo. Esa legitimidad se la aporta al supuesto de lo incons-ciente, al hecho de que para “ . . . establecerlo no nos apartamos un solo paso de nuestro modo habitual de pensamiento que se tiene por correcto” (Íbid. Pág. 165). Una problemática que es abordada cuidadosa-mente es la que se refiere a que lo que nos exige el Psicoanálisis es un esfuerzo de poder volvernos hacia nuestra propia conciencia, para lo cual no existe ninguna inclinación constitucional. Dicho de otro modo Freud nos explica que es más fácil reconocer estos fenómenos inconscientes en otros que en nosotros mismos. Lo que llamamos ver la paja en el ojo ajeno. Esta renuencia tiene que ver con que lo inconsciente reprimido ha sufrido un rechazo y desalojo por parte de la conciencia. Recordemos el asco, la moral y la vergüenza, como fuerzas represoras. La angustia como motor de la represión.
La conclusión de Freud, en este primer capítulo consiste en declarar que los procesos anímicos son en sí inconscientes y compara su percepción por la conciencia con la percepción del mundo exterior por los órganos sensoriales.
En este mismo capítulo Freud nos recuerda a Kant: “Así como Kant nos alertó para que no juzgásemos a la percepción como idéntica a lo percibido incognoscible, descuidando el condicionamiento subjetivo de ella, así el Psicoanálisis nos advierte que no hemos de sustituir el proceso psíquico inconsciente, que es el objeto de la conciencia, con la percepción que esta hace de él. Como lo físico, lo psíquico tampoco es necesariamente en la realidad según se nos aparece. No obstante, nos dispondremos satisfechos que la enmienda de la percepción interior no ofrece dificultades tan grandes como la de la percepción exterior, y que el objeto interior es menos incognoscible que el mundo exterior”