Lo social y el adolescente: rituales, roles

En lo referente al cambio social que afecta al sujeto, si se siente factor de este cambio lo aceptará, sin embargo si se siente ajeno y sólo influido como una pieza más del cambio que proviene de algo ajeno a él, lo rechazara, tanto de manera abierta y consciente, como de manera inconsciente a partir de sus sistemas defensivos que buscan el equilibrio propio al cual el cambio no favorece.
En lo social se encuentran los rituales de iniciación, estos marcan en cada cultura el paso de una etapa a otra de cada sujeto. Si bien estos ritos hacen que el adolescente adquiera un nuevo estatus con las nuevas posibilidades y oportunidades que este le brinda, también lo inscribe en lo social, haciéndolo participe de manera involuntaria de un grupo de costumbres con las cuales puede o no estar de acuerdo y obligándolo a acatar normas impuestas tanto desde el mundo social adulto, como desde el mundo de sus pares que ahora esperaran que actué de manera determinada y se integra bajo una línea de comportamiento y pensamiento determinada por ellos. Cada ritual a su vez orienta al sujeto a desempeñar un nuevo papel, un rol.
En lo referente al rol social que cada sujeto debe desempeñar en un contexto específico el adolescente lo asume, muchas veces, desde su conveniencia. Estos roles traen consigo un estatus determinado, al grupo de funciones y comportamientos que viene con el rol se le añade un grupo de posibilidades de cambio y desarrollo, si bien los requisitos del rol pueden llegar a asfixiar al sujeto, también le dan la libertad de moverse en un espacio diferente al que se ha desplazado hasta ahora y si por consiguiente se esperan cosas diferentes de el, podrá también hacer cosas diferentes hasta las que ahora podía y venia haciendo.
El sujeto, ahora adolescente, se encargará de ocupar un rol que hasta el momento había sido ajeno para el: el de ser y tener pareja. En este punto es donde los adultos y en especial los padres lo ven poco preparado y tratan de impedir, en muchos casos, que su hijo o hija tengan una relación sentimental de este estilo. Aparecen en los padres temores y ansiedades con respecto a que le pueden hacer daño a su hijo, igualmente sostienen que no están preparados para asumir las responsabilidades que este papel amerita. Si bien estas razones son válidas, en el fondo la certeza que da este comportamiento a los padres es que su hijo o hija ha dejado de ser un niño; esto es lo que más genera angustia en ellos, ya que se deben enfrentar con la evidencia inequívoca que su niño se ha ido para siempre. Este nuevo comportamiento, este rol que deben aceptar los padres y el mismo sujeto, es básico para la estructuración de la identidad y a su vez la identidad es producto de la reestructuración psíquica del sujeto y da cuenta de su particular modo de organización.

Sentimiento de identidad