Los adolescentes: internet y la sexualidad

Los adolescentes: internet y la sexualidad

Alejandro Margulis

Los adolescentes que muestran su sexualidad en Internet suelen ser estigmatizados tanto por sus pares como por los académicos y los medios. Hijos de la imagen y de las nuevas tecnologías de la comunicación, no se trata de cuestionarlos desde el prejuicio o el miedo sino de entender que están construyendo una nueva sociabilidad ligada a la cultura digital y a los cambios en los usos y costumbres tecnológicos contemporáneos. Sin embargo, la red multiplica hasta un grado nunca antes conocido el narcisismo y el exhibicionismo de los adolescentes.

Un informe de United Press International consignó hace poco, no sin preocupación, de qué modo los adolescentes se sacan fotos o graban videos con sus celulares y cámaras digitales mientras tienen relaciones sexuales, y después los envían por bluetooth a otros teléfonos y los suben a You Tube, Facebook, Fotolog y My Space, con lo cual el “acto íntimo” pasa a ser supuestamente visto por millones de personas, conocidas y desconocidas. En la misma línea monacal se informa acerca de sanciones disciplinarias de los directivos de colegios privados hacia algunos de sus estudiantes “pescados in fraganti” cuando sus imágenes comenzaron a circular por la red. (…)

(FUENTE: ¨El debut sexual de los adolescentes está dejando de ser un acto íntimo¨, en diario Clarín. Por:  Guillermina De Domini. Domingo 09 de Noviembre, 2008)

Sobre los adolescentes que alguna o varias veces usaron el soporte digital como plataforma donde se muestran posando sexies, practicando juegos sexuales, o exhibiendo sus rasgos físicos, vienen descendiendo toda clase de complicaciones inesperadas y de críticas lapidarias. Desde los grandes medios de comunicación se censura a las chicas que aparecen en poses sensuales, la mayor parte de las veces fotografiadas por sí mismas a la distancia focal del propio brazo extendido; en forma directa y no tanto, su conducta es desaprensivamente homologada a la prostitución. No se dice mucho de aquellas, por lo general alumnas de colegios, que han posado en redes sociales como Facebook en un sinnúmero de imágenes tomadas por sus compañeros o compañeras, en alguna de las cuales, casi siempre terminan adoptando una actitud felina como modelos de propaganda. A estos chicos, una cantidad sorprendente de catedráticos o investigadores del comportamiento social contemporáneos los consideran un “fenómeno problemático” que hay que ancauzar, casi equivalente a los violadores o los abusadores seriales.

Ocurre sin embargo que los adolescentes que utilizan la lógica de las pantallas frías para hacerse ver están construyendo un nuevo código de conducta. Antes lúdicos que pornógrafos, munidos de una lógica tecnológica fuerte y nacidos bajo el hábito de ser fotografiados incluso desde que estaban en los úteros de sus madres, estos chicos viven el hecho de aparecer en internet con toda naturalidad. Indiferentes al prejuicio adulto, sea del orden que sea, su ilusión consiste en concitar la mayor cantidad de comentarios (“post”) de sus pares con el mismo placer que puede sentir un cazador de autógrafos. No les preocupa el voyeurismo ansioso de quienes gustan de consumir imágenes de cuerpos jóvenes, mucho menos que alguien siempre al acecho y aparentemente listo a localizarlos y hacerles daño, se excite observándolos; en realidad, ni siquiera parecen darse por enterados de los desbordes verbales, los fanatismos, los aplausos escritos y hasta la pasión que pueden llegar a concitar en sus fotologs, blogs o páginas personales.

Vanguardistas al fin, su estilo se está multiplicando a una velocidad exponencial; en efecto, cualquier persona que “cuelga” una imagen o texto suyo en internet desea que se llenen rápidamente de comentarios. Internet va convirtiéndose cada vez para más personas en el espacio de reconocimiento universal, uno donde ser vistos y comentados, así sea al paso. Sin edición, sumando todo lo que se fotografiaron, la fugacidad o profundidad del comentario depende sin duda del grado de eficacia de la imagen que haya sido colgada; pero los más chicos no buscan originalidad, algo que consideran una matriz setentista, sino multiplicación: contra lo que podría suponerse si uno se guía por los parámetros tradicionales de propiedad intelectual, cuanto mayor número de personas vea o copia su imagen más cerca estarán de cumplir con su ideal privado, suerte de recompensa que satisface el narcisismo y la necesidad de mostrarse típica de la edad y que no los asusta en lo más mínimo. El adolescente internético busca construir su carisma rápido, y en tren de inmediatez lo sexual, sus cuerpos en actitudes sexuales, solos o acompañados, se convirtió en uno de los paradigmas que aseguran una mayor cantidad de visualizaciones a la mayor velocidad posible.

Daniela Gutiérrez, experta en educación y directora del seminario Sociología de la Imagen de la FLACSO, abundó: “La foto colgada en internet funciona como la carta, con una lógica epistolar: es para otro aunque no sepas quién es. Sin embargo, distinto que el exhibicionista, lo que prima en estas fotografía es la ilusión. Porque aquí nunca están juntos la modelo y quien la mira. Esto es una clave tecnológica. Hay un desplazamiento que opera como una metáfora. Hay una retórica de la imagen. Por eso es asombroso que gente estudiosa sienta esas imágenes como si las chicas estuvieran frente a ellos al mismo tiempo en que las ven. Ahí, el que mira se encuentra con su propio deseo. Por eso, básicamente, lo que hay que controlar es el placer del que mira: el apetito del ojo, no del cuerpo que se exhiba”.

Tomado de:
Margulis, Alejandro: “Disparos sobre los adolescentes que desnudan en internet” En Le Monde diplomatique 122, Agosto de 2009, pp 48,49.