Los casos de enfermedad mental, 1963 contin.1

Los casos de enfermedad mental, 1963 contin.1

En cierta sentido, son ustedes una sartén en
la que la operación de freír se realiza hacia atrás, de tal manera que
en realidad los huevos revueltos dejan de estar revueltos.
El cuidado de la infancia casi puede describirse en términos de
sostenimiento, de un sostenimiento que empieza por ser algo
inmensamente sencillo y que luego se va haciendo más y más
complejo, sin que por ello deje de ser lo mismo: sostenimiento.
Dicho de otro modo, la asistencia social se apoya en la provisión
ambiental que hace posible el proceso de maduración del
individuo. Se trata de algo que es a la vez sencillo y complejo, de
una complejidad tan grande como la que la provisión ambiental
adquiere rápidamente en el marco del cuidado de la infancia.
Incluso es más complejo, ya que prolonga la provisión con el
objeto de que cubra el cuidado de la familia y el cuidado de la
pequeña unidad social. Su finalidad no es jamás la dirección de la
vida o el desarrollo del individuo, sino que reside en hacer
posibles las tendencias que funcionan dentro del individuo y que
llevan a una evolución natural en base al crecimiento. Se trata de
un crecimiento emocional que ha sido demorado y tal vez
deformado, y, en condiciones apropiadas, las fuerzas que hubiesen
conducido hasta él llevan ahora a desenmarañar el nudo.
Destacaremos una de las dificultades que ustedes se encuentran y
la haremos objeto de especial consideración. Me refiero a los casos
que caen clínicamente enfermos debido a que encuentran en
ustedes y en su labor un medio ambiente que les inspira confianza
y que, en lo que a ellos concierne, constituye prácticamente una
invitación al colapso mental. En el campo de la delincuencia (la
tendencia antisocial ligada a la pérdida) esto significa que al cobrar
confianza en ustedes, el paciente se dedica al robo o a la
destrucción, aprovechando la capacidad de ustedes para actuar
firmemente, con el apoyo de su agencia. En el campo de la locura
lo que sucede es que el paciente hace uso de la provisión especial
que ustedes aportan, con el fin de llegar a la desintegración, falta
de control o dependencia que son propias del período de la
infancia (regresión a la dependencia). Este paciente se vuelve loco.
Esto lleva consigo el germen de la curación. Se trata de un proceso
de autocuración al que le es necesaria su ayuda y que, en algunos
casos, da buenos resultados. Se trata de una relajación que
solamente es posible en el marco que ustedes han demostrado ser
capaces de aportar, dentro de su reducido campo profesional. A
pesar de todo, puede que les sea difícil distinguir esto de los
colapsos inevitables que sufrirán quienes no saben esperar la
presencia de unas buenas condiciones y que simplemente no
consiguen mantener la integración y el crecimiento emocional que
ha alcanzado, o que parece que hayan alcanzado. Normalmente no
resulta imposible hacer esta distinción.
Comprenderán ahora por qué empecé hablando de la
psiconeurosis y del inconsciente reprimido. En general, la
represión no se ve aliviada por la provisión ambiental, por muy
hábil y constante que ésta sea. Para ello hace falta el psicoanalista.
Sin embargo, los trastornos de índole más psicótica o demencial se
producen en relación con los fracasos de la provisión ambiental,
siendo posible tratarlos, a veces con fortuna, mediante la
aportación de una provisión ambiental nueva. En esto puede
consistir su labor psiquiátrica de asistencia social. En el desempeño
de su trabajo ustedes llevarán a cabo una serie de cosas que
pueden describirse de la siguiente manera:
Se aplicarán a su misión.
Llegarán a conocer qué se siente al ser su paciente.
Se hacen dignos de su confianza en lo que respecta a la reducida
esfera de su responsabilidad profesional.
Se comportarán profesionalmente.
Se ocuparán del problema de su paciente.
Aceptarán el papel de objeto subjetivo en la vida del paciente, al
mismo tiempo que mantienen ambos pies firmemente en tierra.
Aceptarán el amor, e incluso el estado de enamoramiento sin
arredrarse y sin interpretar (acting-out) su reacción.
Aceptarán el odio y responderán al mismo con firmeza más que
con espíritu vengativo.
Tolerarán en su paciente la falta de lógica, de estabilidad, la
suspicacia, la confusión, la debilidad, la mezquindad, etc. y
considerarán que todas estas cosas desagradables son síntomas de
aflicción. (En su vida privada estas mismas cosas los inducirían a
mantener las distancias.)
No se asustarán, ni se dejarán dominar por sentimientos de
culpabilidad, cuando su paciente se vuelva loco, se desintegre,
salga corriendo a la calle en pijama, intente, y tal vez lo logre,
suicidarse. Si los amenazan con el asesinato llamarán a la policía
no sólo en ayuda de ustedes, sino también en la del paciente. En
todos estos casos de emergencia sabrán reconocer la llamada de
auxilio que les lanza el paciente, o su grito de desesperación ante la
pérdida de la esperanza de ser ayudados.
En todos estos aspectos, y dentro de su reducida esfera
profesional, ustedes son personas cuyos sentimientos se hallan
profundamente involucrados en el caso que les haya sido confiado,
pero que al mismo tiempo se mantienen distanciadas por cuanto
saben que no se les puede achacar la responsabilidad por la
enfermedad del paciente, y porque saben también cuáles son los
límites de su poder para alterar una situación crítica. Si logran que
la situación no se descomponga, es posible que la crisis se resuelva
por sí misma, y entonces será gracias a ustedes que se habrá
logrado un resultado.