Los tipos de miedo prevalentes por generación y por sexo

LOS TIPOS DE MIEDO PREVALENTES POR GENERACIÓN Y POR SEXO

Universidad Nacional Autónoma de México
Facultad de Estudios Superiores Iztacala
Revista Electrónica de Psicología Iztacala
Vol. 13 No. 4
Diciembre de 2010

José Luis Valdez Medina (1), Ivonne López Romero (2), Olivia Torres Aristeo (3), Mario Piña Monroy (4), Norma Ivonne González Arratia López Fuentes (5) y Mario Ulises Maya Martínez (6) Universidad Autónoma del Estado de México Universidad Xochicalco, Ensenada, Baja California México.

RESUMEN
El objetivo de la presente investigación fue identificar los miedos más frecuentes en niños, adolescentes y adultos, por sexo. Se trabajó con 210 participantes, repartidos equitativamente, la edad promedio es de 11 años en niños, 15 en adolescentes y 45 en adultos. Los miedos del pasado en las tres generaciones giran en torno a la oscuridad, a los animales, a los seres imaginarios, a las figuras de autoridad, a la soledad, a situaciones escolares, ante algún accidente y a la muerte propia y de seres queridos. Los miedos infantiles del presente y del futuro se enfocan a amenazas reales de muerte, soledad, castigo y carencias. Los hombres adolescentes tienen miedo a las figuras de autoridad, a lo relacionado con la escuela, así como al futuro, mientras que las mujeres consideran que la violencia intrafamiliar, la posibilidad de un embarazo y el no concluir una carrera universitaria son situaciones que les provocan temor. Los hombres adultos tienen miedo de fracasar y no cumplir con el rol masculino de ser los proveedores del hogar y de proteger a su familia, mientras que las mujeres se preocupan por la soledad, la muerte y cumplir con el papel de madres.
Palabras clave: Miedo, niños, adolescentes, adultos, temores.

Las emociones han estado presentes en el hombre desde su aparición.
Posiblemente la primera teoría enunciada en este sentido fue la de Platón, que se
aproxima a la emoción denominada miedo, al establecer que se produce dolor
cuando la proporción o la armonía de los elementos que componen al ser vivo, es
amenazada o comprometida, y se produce placer cuando tal proporción o armonía
es restablecida (Abbagnano, 1961).
Las emociones constituyen el sistema motivacional humano, determinando y
organizando la conducta, y pueden tener efectos favorables o desfavorables en la
salud de las personas (Garrido, 2006). Tienen su origen biológico en un conjunto
de estructuras nerviosas denominadas sistema límbico, que incluyen el
hipocampo, la circonvolución del cuerpo calloso, el tálamo anterior y la amígdala.
Esta última además de desempeñar otras funciones es la gestora principal de las
emociones, y cualquier lesión que pueda sufrir anula la capacidad emocional (Ledoux, 1996).
El miedo es una emoción universal, ya que la evidencia empírica muestra
que todos los seres vivos comparten la experiencia de sufrirlo (Rodríguez, 1999).
El término proviene del latín metus, y se define como una emoción que puede
alcanzar gran intensidad y que deviene cuando el individuo se percata de un factor
amenazante tanto físico como mental, emocional o social, que lo hará reaccionar
de forma auto-defensiva, a través de una serie de cambios fisiológicos (Calles, 2004).
Puesto que el miedo es un mecanismo de defensa, provocado por cosas
específicas, y que funciona como una alarma psicológica que avisa de amenazas
para la integridad física y el bienestar de la persona (Heiliger, 1988), se trata de
una emoción primaria provocada por una situación de peligro, que puede ser real,
anticipada por la previsión, evocada por el recuerdo o producida por la fantasía,
frecuentemente seguida por una reacción orgánica (Galimberti, 2007). Se
acompaña de la sensación de inseguridad, ansiedad, desprotección y
desconfianza. Es la reacción, respuesta o conducta que tiene el organismo, para
intentar restablecer el estado de paz (equilibrio, homeostasis, tranquilidad), que
está a punto de perderse o que ya se ha perdido, y que provoca que la persona se
altere física y psicosocioculturalmente (Valdez Medina, 2009).
Para el psicoanálisis es el efecto de un trauma infantil no resuelto, para el
conductismo es una forma de aprendizaje y condicionamiento, para la terapia
familiar es el producto de un mal funcionamiento de las relaciones familiares, y
para la postura cognoscitivista es una forma de reacción a las modalidades de
unión y separación (Nardone, 1997).
A lo largo de la vida, hombres y mujeres experimentan situaciones temidas
que varían con la edad. El desarrollo biológico y psicosociocultural, propio de las
diferentes etapas evolutivas (infancia, adolescencia, adultez), explica la remisión
de unos miedos y la aparición de otros nuevos para adaptarse a las cambiantes
demandas del medio (Pelechano, 1984).
Los miedos son comunes en los niños y adolescentes, presentan un curso
evolutivo y la prevalencia varía en función de la edad, tienden a ser más
recurrentes en las niñas que en los varones y poseen un significado biológico –
evolutivo. Sin embargo, si son intensos, pueden interferir en las actividades y el
desarrollo de los individuos (Ollendick & King, 1994).
Durante el primer año son más frecuentes los miedos relacionados con
estímulos intensos o desconocidos, como ruidos fuertes y personas extrañas.
Hasta los seis años son comunes los relacionados con animales, tormentas,
oscuridad, seres fantásticos como brujas o fantasmas, catástrofes y separación de
los padres. A partir de los seis años aparece el miedo al daño físico, al ridículo y,
algo más tarde, a las enfermedades y accidentes, al bajo rendimiento escolar y a
las desavenencias entre los padres. De los 12 a los 18 años predominan los
miedos que tienen que ver con las relaciones interpersonales y la pérdida de la
autoestima (Echeburúa, 1993; Méndez, Inglés e Hidalgo, 2002). Así, los temores
de los seres humanos van aumentando cuando ya son capaces de comunicarse
con el habla, ya que el desarrollo cognitivo se modifica y los miedos a daños
físicos se convierten en miedos de carácter social (Ramón y Cajal, 2009).
Los miedos infantiles reflejan algo de la concepción del mundo y de su lugar
en él (Slee & Cross, 1989). En cuanto el niño va creciendo, las habilidades
cognitivas permiten un mayor entendimiento de su ambiente y, en consecuencia,
un descenso o cambios en los temores. Este entendimiento está muy relacionado
con el contexto en el que viven los niños (Méndez, Inglés, Hidalgo, García-
Fernández & Quiles, 2003), quienes adquieren mayor fortaleza, más habilidades
motoras, mayor percepción o agudeza visual propios para evitar los peligros y
querer ser héroes (Valdez Medina, 2009).
Los miedos que ocurren durante la infancia y adolescencia pueden derivar en
fobias y otros problemas de ansiedad durante la edad adulta (Sandín, 1997, 1999;
Valiente, Sandín & Chorot, 2002; Valiente, Sandín, Chorot & Tabar, 2003). En ella
se puede experimentar miedo al fracaso debido al temor de no ser alguien dentro
de la sociedad (Díaz Guerrero, 1982), a la muerte de un ser querido y a padecer
una enfermedad (Freud, 1896), entre otros. Sin embargo, no todos los miedos de
una edad aparecen al mismo tiempo, sino que surgen y desaparecen, y cambian a
medida que el individuo crece y se desarrolla (Valdez Medina, 2009).
A lo largo de la existencia individual, el miedo cambiará de contenido y de
grado, sin desaparecer nunca por completo ya que, cada edad tiene sus propios
miedos específicos y pesadillas particulares, por lo cual ninguna etapa de la vida
humana queda libre de alguno de los tipos de miedo (Mannoni, 1984).
Dado que la vida es movimiento y todo movimiento implica un desgaste que
nos amenaza y nos acerca irremediablemente a la muerte, lo cual se constituye
como el origen y fuente primordial del miedo (Valdez Medina, 2009), las
emociones no vienen de la nada, son el resultado de cambios, a veces bruscos, a
veces sutiles, en los modos de organizar la experiencia del mundo y en las formas
de enfrentarse a la realidad (Bartolomé, 2006).
De acuerdo con la teoría de la paz o equilibrio (Valdez Medina, 2009), el
miedo es el motor fundamental de la conducta. De él provienen cada una de las
respuestas que todo organismo emite para intentar ubicarse en una nueva
situación de paz o equilibrio, debido a que en la vida todo es transformación y
cambio, todo se mueve hacia adelante. Concibe la existencia de cuatro tipos de
miedos, biológicos y psicosocioculturales: la muerte o enfermedad; soledad o
abandono; carencias o necesidades y castigo o venganza.
Con base en lo anterior, la finalidad de la presente investigación es identificar
los miedos más frecuentes o recurrentes en niños, adolescentes y adultos,
hombres y mujeres, es decir, por generación y por sexo.

MÉTODO
Participantes
Se trabajó con una muestra no probabilística de tipo propositiva, compuesta
por 210 participantes, repartidos equitativamente por sexo (hombres y mujeres) y
por generación (niños, adolescentes y adultos) de la ciudad de Toluca, México. La
edad promedio de los grupos participantes es de 11 años en niños, 15 en
adolescentes y 45 en adultos.

Instrumento
Se construyó un cuestionario de cuatro preguntas abiertas en forma de
entrevista semi-estructurada con el objetivo de identificar los miedos de niños,
adolescentes y adultos. Las preguntas fueron: ¿Alguna vez has experimentado
miedo/temor/angustia/ansiedad o preocupación?, ¿A qué le tenías
miedo/temor/angustia/ansiedad o preocupación cuando eras pequeño?, ¿A qué le
tienes miedo/temor/angustia/ansiedad o preocupación? y ¿Qué te da
miedo/temor/angustia/ansiedad o preocupación del fututo? Los resultados fueron
examinados con la técnica de análisis de contenido, que permite investigar la
comunicación de manera objetiva y sistemática.
Procedimiento
Una vez obtenida la autorización de los padres de los niños y de los
participantes adolescentes y adultos, se realizaron las aplicaciones de forma
individual, con una duración de 30 minutos aproximadamente.
RESULTADOS
De acuerdo con los resultados obtenidos en la presente investigación y a
partir de una análisis por jueces expertos con un 75% de acuerdo, todos los
miedos de niños, adolescentes y adultos corresponden a los establecidos en la
tipificación de miedo de la teoría de la paz o equilibrio de Valdez Medina (2009):
muerte o enfermedad, soledad o abandono, carencia o necesidad, y castigo o
venganza.
Los resultados permiten apreciar que a lo que temían en el pasado los niños
y las niñas era a los animales, a la oscuridad, a los seres imaginarios (como
brujas, fantasmas, monstruos, coco, duendes), a las figuras de autoridad y a la
soledad. Sin embargo, se puede observar que a los hombres también les
provocaban temor los accidentes y las alturas (ver tabla 1).
tipos de miedos prevalentes por generación y sexo

Con lo que respecta a los miedos del presente en niños y niñas, estos son
originados por los animales, la oscuridad, los seres imaginarios, las películas de
terror, la soledad, las cuestiones escolares, las figuras de autoridad y las
expectativas del futuro. Los hombres también suelen tener miedo al rompimiento
de relaciones afectivas, y las mujeres temen a la muerte, al fin del mundo y a ser
poco atractivas (ver tabla 2).
tipos de miedo prevalentes por generación y sexo, tabla 2
tipos de miedo prevalentes por generación y por sexo, tabla 2-1
Las amenazas reales e imaginarias del futuro que provocan miedo en niños y
niñas son los animales, la soledad, alguna enfermedad, la idea del fin del mundo y
las carencias. Los hombres experimentan temor a morir y a que no haya
naturaleza, mientras que las mujeres tienen miedo a algún accidente, a las figuras
autoridad, a la burla, a los regaños y a la muerte de la familia (ver tabla 3).
tipos de miedo prevalentes por generación y sexo, tabla 3

En el caso de los adolescentes se encontró que lo que en el pasado les
provocaba miedo eran la oscuridad, los animales, los seres imaginarios, los
payasos, la muerte propia y de la familia, así como la soledad, el no aprobar en la
escuela, las figuras de autoridad y cuestiones relacionadas con carencias y/o
necesidades. Sin embargo, cabe decir que las mujeres también sufrían miedo ante
la presencia de desconocidos, a diferencia de los hombres (ver tabla 4).
tipos de miedos prevalentes por generación y por sexo, tabla 4

En la época actual los adolescentes hombres y mujeres viven la emoción del
miedo ante amenazas como los animales, la oscuridad, la muerte propia y de la
familia, la posibilidad de estar solos, el no aprobar en la escuela, ante la presencia
de figuras de autoridad, los fracasos y la inseguridad personal, así como lo
relacionado con la educación superior y la satisfacción de necesidades. Cabe
decir, que a diferencia de los hombres, las mujeres suelen temer a las alturas, a la
gente y a la delincuencia o inseguridad (ver tabla 5).
tipos de miedos prevalentes por generación y por sexo, tabla 5

Los aspectos del futuro que provocan miedo en adolescentes son la guerra,
la delincuencia, la destrucción del ambiente, la muerte de la familia y la soledad,
así como el fracaso personal y la posibilidad de evitar las carencias y satisfacer
necesidades. Sin embargo las diferencias observadas permiten apreciar que los
varones temen a las figuras de autoridad, a no aprobar en la escuela y a la
incertidumbre del futuro mismo, mientras que las mujeres tienen miedo de la
violencia intrafamiliar, el embarazarse y el no concluir una profesión (ver tabla 6).
tipos de miedos prevalentes por generación y por sexo, tabla 6

Para los adultos aquellas amenazas que provocaban miedo se resumen en
lo relacionado con los animales, la oscuridad, la posibilidad personal y familiar de
llegar a la muerte, los seres imaginarios, las figuras de autoridad y los regaños.
Además los hombres tenían miedo a finalizar las relaciones afectivas y a las
expectativas del futuro, en tanto que las mujeres lo podían vivir en cuestiones de
amor (ver tabla 7).
tipos de miedos prevalentes por generación y por sexo, tabla 7

Lo que causa miedo en la actualidad a adultos hombres y mujeres es el
enfermarse, la muerte de la familia, el futuro de los hijos, la inestabilidad
económica y el desempleo. Cabe decir que los hombres también temen a la
ocurrencia de algún accidente, a que sean objetos de burla y a desamparar a su
familia, mientras que las mujeres lo hacen ante los índices de delincuencia e
inseguridad (ver tabla 8).
tipos de miedos prevalentes por generación y por sexo, tabla 8

El futuro también es motivo de miedo para los adultos, quienes experimentan
la emoción ante situaciones o procesos como la enfermedad, la vejez, la muerte
de la familia, el desempleo y el destino de los miembros del hogar. Para los
hombres son motivo de temor, la contaminación y la escasez de agua, así como la
inestabilidad económica, mientras que para las mujeres lo son la posibilidad de
morir, la soledad y el no ser buena madre (ver tabla 9).
tipos de miedos prevalentes por generación y por sexo, tabla 9

DISCUSIÓN
El miedo es una emoción universal, ya que la evidencia empírica muestra
que todos los seres vivos comparten la experiencia de sufrirlo (Rodríguez, 1999),
desde un pequeño organismo unicelular, hasta uno con mayor desarrollo nervioso,
como el ser humano. Y es que como afirma Valdez Medina (2009), el miedo es el
motor fundamental de la conducta, de él provienen cada una de las respuestas
que todo organismo emite para intentar ubicarse en una nueva situación de paz o
equilibrio, de estabilidad, con auto-organización, con poco desgaste, con
tranquilidad u homeostasis.
De acuerdo a los resultados obtenidos se encontraron semejanzas y
diferencias cualitativas entre hombres y mujeres de los tres grupos participantes,
así como con respecto a la etapa de vida: niñez, adolescencia y adultez.
Un aspecto relevante es la frecuencia de expresión del miedo en el sexo
femenino, ya que puntúan más alto que los hombres, situación que se debe a lo
que afirman Sassaroli & Lorenzini (2002), al mencionar que el rol de
comportamiento femenino se orienta a la necesidad de protección, temerosidad y
exteriorización de los sentimientos, a diferencia del rol masculino, que se define
por la ausencia de temor, el valor y la defensa del sexo femenino.
Manoni (1984), refiere que cada edad tiene sus propios miedos específicos y
pesadillas particulares. Es en este aspecto que hombres y mujeres: niños,
adolescentes y adultos afirman que los miedos frecuentes del pasado o de cuando
eran pequeños, giraban en torno a la oscuridad, a los animales, a los seres
imaginarios, a las figuras de autoridad, a la soledad, a situaciones escolares, ante
algún accidente y a la muerte propia y de quienes les rodeaban, lo cual concuerda
con lo expuesto por Mira & López (1957), que establecen que los niños temen a la
soledad por su invalidez o ineficiencia para satisfacer sus necesidades.
En el presente, los niños y las niñas siguen experimentando ciertos miedos
de la infancia, sin embargo algunos otros han sido superados y sustituidos, pues
de acuerdo con Valdez Medina (2009), los miedos surgen, desaparecen y cambian
a medida que el individuo crece y se desarrolla.
Los miedos infantiles del presente y del futuro se enfocan a amenazas reales
de muerte, soledad, castigo y carencias. En el caso de los hombres sobresale el
temor a reprobar en la escuela, al rompimiento de relaciones actuales y a que en
un futuro no haya naturaleza, mientras que las mujeres experimentan miedo a ser
poco atractivas, al fin del mundo y a quebrantar las relaciones afectivas venideras,
así como a los accidentes y a la muerte propia o de la familia. En ambos sexos se
presentan amenazas provocadoras de miedo, pero se puede apreciar que las
mujeres tienen mayor temor al dolor y al sufrimiento, y esto se debe a que tienen
una mayor permisividad para exteriorizar sus sentimientos y emociones que los
niños, aunque sientan lo mismo (Ramón y Cajal, 2009).
Los miedos presentes en adolescentes suelen ser diferentes a los de los
niños, lo cual es consistente con lo que varios autores señalan, al manifestar que a
medida que las personas crecen y dominan mejor el mundo externo, la expresión
de sus miedos se va modificando, aunque en ocasiones resurgen en la
adolescencia con características y motivos diferentes (Sánchez, 2006).
Los miedos que aquejan a los adolescentes hombres y mujeres se
relacionan con la muerte, las carencias, los afectos, la afiliación, la seguridad
personal y las expectativas del futuro. En el caso de los hombres suele temerse a
las figuras de autoridad, a lo relacionado con la escuela, así como a la
incertidumbre del futuro, mientras que las mujeres consideran que la violencia
intrafamiliar, la posibilidad de un embarazo y el no concluir una carrera
universitaria son situaciones que les provocan miedo.
Lo anterior coincide con lo expuesto por Echeburúa (1993), y Méndez, Inglés
e Hidalgo (2002), quienes afirman que de los 12 a los 18 años predominan los
miedos que tienen que ver con las relaciones interpersonales y la pérdida de la
autoestima. Este tipo de miedos son los más típicos de muchos adolescentes que
viven angustiados por creer que carecen de valor, ánimo, valentía y coraje (Mira & López, 1957).
La cuestión de que las mujeres adolescentes teman más a aspectos sociales
que físicos se debe a que interviene la deseabilidad social, y a las pautas
educativas familiares que reciben, ya que los padres suelen emplear con sus hijas
estrategias que fomentan comportamientos temerosos y dependientes (Merrell & Gimpel, 1998).
Entre los miedos del futuro en adolescentes destacan las carencias
relacionadas con bienes materiales y expectativas de vida. Las mujeres suelen
tener mayor miedo a quedarse solas a consecuencia de su dependencia
psicológica personal, es decir, al deseo profundo de que otras personas cuiden de
ellas, siendo eso la principal fuerza que las mantiene sujetas (Colette, 1982). Sin
embargo, la soledad no es temida en realidad por sí misma, sino por la impresión
de desamparo y rechazo que provoca, aun cuando resulte evidente para necesitar amparo (Mira & López, 1957).
El reconocimiento y el ser respetado marca a las personas y produce una
interacción entre el organismo y el ambiente (Maslow, 1979). En la etapa adulta,
hombres y mujeres buscan cumplir con el patrón que les ha sido asignado
psicosocioculturalmente, de ahí que experimenten diversos tipos de miedo.
Los miedos de los adultos se agrupan en torno a la muerte, a la enfermedad,
a la familia y a la inestabilidad o crisis económica. A los hombres les causa temor
el que puedan ser motivo de burla, el fracaso personal, el desamparar a su familia
y los hijos, así como la escasez de agua en el futuro y la contaminación del
ambiente. En las mujeres, la delincuencia, la soledad, el no ser buena madre y la
posibilidad de morir son motivos de miedo. Temores que en su mayoría giran en
torno a no cumplir con los roles y obligaciones psicosocioculturamente
determinados para cada uno de los sexos (Valdez Medina, Díaz Loving & Pérez Bada, 2006).
Los hombres adultos temen al fracaso por el miedo a no ser alguien dentro
de la sociedad en la que se desenvuelven, ya que por naturaleza son proveedores
de recursos, mientras las mujeres son encargadas de distribuirlos, lo que
socialmente se traduce en fortaleza. Las mujeres no temen al fracaso social
porque les está permitido expresar sus temores, sentimientos y emociones, dado
que desde la infancia se les enseña a que alguien las debe proteger y proveer, y
que su función es permanecer en casa, al cuidado de los hijos y el esposo (Díaz Guerrero, 1982).
El temor a la delincuencia se encuentra con mayor intensidad en las mujeres
adultas, esto puede deberse a que los hombres son anatómica y fisiológicamente
más fuertes, y pueden reaccionar agrediendo ante el acto delictivo, en tanto que
las mujeres no emplean la agresividad a causa de su menor fortaleza física (Calles, 2004).
Sin lugar a dudas, los miedos se expresan con mayor frecuencia e intensidad
en las mujeres que en los hombres, pero el temor que más destaca en la infancia,
la adolescencia y la edad adulta en ambos sexos, es el de la muerte, coincidiendo
con la teoría de la paz o equilibrio (Valdez Medina, 2009), que define que todos los
seres vivos se mueven entre el nacimiento y la muerte, y que el mayor y único
miedo que se tiene, es el de morir, dado que la vida es movimiento y todo
movimiento implica un desgaste que nos amenaza y nos acerca
irremediablemente a la muerte (origen y fuente primordial del miedo).
En palabras del autor se le teme a la muerte (a perderte a ti mismo) y a todos
aquellos eventos o procesos de deterioro que acercan a ella, como la enfermedad,
los accidentes, la soledad, el abandono, el rechazo, el castigo y la carencia.
Temores que coinciden con los resultados obtenidos en esta investigación, y que
corroboran la existencia de miedos biológicos y psicosocioculturales.
De esta forma se comprueba que los temores de niños, adolescentes y
adultos, corresponden a los establecidos en la tipificación de miedo de la teoría de
la paz o equilibrio: muerte o enfermedad, soledad o abandono, carencia o
necesidad, y castigo o venganza. Y es que tanto hombres como mujeres
independientemente de su edad, a lo largo de la vida experimentan algún tipo de
temor, que biológica y psicosocioculturalmente altera el estado de paz o equilibrio,
que les reporta estabilidad, auto-organización y un menor desgaste, y que en
consecuencia se orientan a tratar de volver a conseguir.

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Notas:
1- Profesor Investigador de Tiempo Completo en la Facultad de Ciencias de la Conducta, de la Universidad Autónoma del Estado de México. Mail: [email protected]
2- 3 Estudiantes de la Licenciatura en Psicología en la Facultad de Ciencias de la Conducta, de la Universidad Autónoma del Estado de México. Mail: [email protected]
4- Estudiante de la Licenciatura en Psicología en el Centro Universitario UAEM Atlacomulco, de la Universidad Autónoma del Estado de México. Mail: [email protected]
5- Profesor Investigador de Tiempo Completo en la Facultad de Ciencias de la Conducta, de la Universidad Autónoma del Estado de México. Mail: [email protected]
6- Estudiante de la Licenciatura en Psicología en la Universidad Xochicalco, Ensenada, Baja California México. Mail: [email protected]