El malestar docente (imaginario social, engrandecimiento y desvalorización de los docentes)

Se reconoce el malestar docente como una problemática compartida, no individual, que sufren los profesionales de la educación en el ejercicio de su función, con amplitud de expresiones físicas y psíquicas hasta posibilitar su elaboración, es decir la posibilidad psíquica de salir de la tendencia inconciente de repetición. Contamos a favor con la pertenencia a un colectivo social.
Desde el imaginario social, con sus correspondientes representaciones, se espera del docente determinados desempeños y conductas en relación a los otros y a si mismo, por ejemplo: que se identifique con el alumno, reconozca los sentimientos que se ponen en juego en el otro, lo entienda, comprenda y contenga, exigiéndole al mismo tiempo que se abstenga de expresar sus preocupaciones, dificultades y emociones, siendo admitida la expresión sólo de sentimientos amorosos, desconociéndose que en las relaciones afectivas se ponen en juego tanto sentimientos amorosos como hostiles.
Al mismo tiempo se genera un doble discurso “esquizofrenizante”; por un lado el verbal, en el cual se pide calidad de enseñanza, y por el otro, el sin palabra, el de los hechos en cuanto a las condiciones para realizar la tarea, hecho que muestra el desprecio por las personas que la llevan a cabo, si bien está sostenido en argumentos presupuestarios, no podemos evitar ligarlo con la desvalorización que implica.

Engrandecimiento y desvalorización de los docentes, doble discurso que hace síntoma. Ubicar al docente como garante de la formación y la integridad de los alumnos, a costa de su propia integridad, muchas veces solo preocupándose por los alumnos, produce la desmentida de sus situaciones de sufrimiento y de desamparo.
La enseñanza tiene una imagen social de actividad laboral sin riesgos, que fue cambiando en los últimos años, mal remunerada pero con algunas ventajas en comparación a otros trabajos, produciendo invisibilidad de factores que generan malestar y sufrimiento.
La realidad y la experiencia histórica procesada en diversas investigaciones señalan la existencia de fatiga residual, malestar docente con sufrimiento psíquico, (depresiones, angustia, ataques de pánico, procesos psicóticos) y diversas formas de padecimientos psicofísicos que se manifiestan en la pérdida de la voz, dolores y contracturas en espalda, cuello y extremidades, úlceras gástricas e hipertensión, las más comunes. Últimamente se registran diabetes por stress con una frecuencia de alerta.
Al ser dolencias que se generan a lo largo de cierto tiempo de trabajo, son menos evidentes que un accidente laboral y muchas veces se perciben – subjetiva y socialmente – como problemas personales.
Un equívoco muy común se expresa en la “culpabilización de la víctima”, instalado como mecanismo socio-burocrático emisor de inadecuados juicios técnico-administrativos, descalificadores de los docentes, sobre problemas de salud, por personas o autoridades no competentes en el tema.
Un elemento no menor son los bajos salarios que tiene un efecto en cadena, la preocupación pasaría por la subsistencia, y no por la existencia, se piensa prioritariamente como llegar a fin de mes para conseguir los alimentos que el cuerpo requiere para funcionar, y no en otro tipo de alimento que apunta al engrandecimiento y complejizacion del aparato síquico, como vida social y cultural.

Fuente: Manuel Liss, Marité Collazo, Deolidia Martinez; ¨LO NO DICHO QUE SE ESCUCHA TRAS LO DICHO. EL SUFRIMIENTO PSÍQUICO EN LOS DOCENTES¨